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viernes, 26 de abril de 2024
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Pisano y tres pétalos en la margarita de su futuro

El Gobierno Municipal en un nuevo Día D - Opinión.

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Para no quedar encerrado entre los barrotes de ‘Pisani’ ni ‘Pisalo’, el intendente debe relanzar su gestión ya. Con nombres y peso propios. Esencialmente con un relato, o, si te produce alergia esa palabra, una narrativa. Ya era un imperativo cuando más ‘espalda’ tenía, en enero de 2020, antes de la pandemia y tras barrer a Morán en generales por casi cinco mil votos, un guarismo sólo superado en 1999 por un embalado Juan Simón sobre una Alicia March a la que borró del mapa político, con Laso y todo el champán.

Aún podría darle power a su gestión. Apoyarse en la tropa propia, apelar a lo genuino que late en su construcción para fortalecerse desde el pie. Relevar, si los hubiere, a los funcionarios que no funcionan. Liderar, motivar, que también es confiar. Jugarse a encarar su Rubicón. Es más: o lo hace, o se mutilará de tomorrow político. Le quedan dos años de gobierno, un período más que suficiente para reinventarse, que cualquier líder político vería como una ancha ventana de oportunidad. Con la pandemia dando sus ¿últimos? coletazos, la crisis económica que cabalga sobre una inflación desbocada y un gobierno nacional que va desdibujándose, con mucho Fondo y casi nada de épica, el escenario para un relanzamiento no pinta bonito. O quizá por eso, por oscuro el panorama resulte soleado, toda vez que lo que se le reclama mayoritariamente a un intendente no es encabezar una revolución. Es decir que con poquito haría mucho.

Justamente en el plano doméstico las falencias comienzan a abundar, y a abrumar. La ciudad no está limpia, ni calles, plazas ni desagües pluviales lucen pulcros, algunas cuadras céntricas restallan ‘repavimentadas’ por los excrementos de los tordos (otra que las ‘vainillas’ de las baldosas), demasiados sectores públicos van quedándose sin focosy la basura no es recogida con eficiencia, como si alguien diera la orden de esperar a que se pudra para ir a retirarla. Por no mencionar esta repentina ola de mosquitos, que parece ensañada con Bolívar frente a una gestión lenta de reflejos que recién ahora se ha lanzado a fumigar, ni los caminos rurales rotos, una sempiterna demanda del sector agropecuario que suele coincidir con la realidad. Toda una batería de demandas relativas a los temas que le interesan a esa clase media desentendida de lo colectivo, lo solidario y lo transformador, comprometida apenas con la caridad el día que le sobran dos colchones, que sólo ve su ombligo, las tejas de su quincho, su auto, su vacación afuera y su vuelta al perro que jamás se cansa, pero el problema estalla cuando esos reclamos coinciden con la verdad. Parecen pavadas, maquillaje para almas endurecidas y panzas llenas, pero no te creas. El argumento de que la pandemia se llevó todo puesto ya no alcanza, menos hoy que son los propios gobiernos, con sus acciones y protocolos, los que han determinado que la arrolladora peste de apenas ayer perdió todo su prestigio convertida en una pobre gripecita, o algo así. (Hay que recordar, no tan de paso, que la campaña de vacunación argentina fue brillante, Bolívar incluido.)

Y no hablaré de la tristemente célebre crisis energética, un guisazo del que el gobierno municipal no debería desentenderse. Ni tampoco de la desocupación y la tragedia económica de familias del anillo periférico de la ciudad que, lamentablemente, siempre harán menos batifondo (tomá) que una vieja en pleno centro gritando como chancho entre el olor a tordo con reflujo. (Vidas que valen tanto como la de cualquiera que anda en camioneta, viaja y maneja personal. Compatriotas a los que poco les importa si hay basura en la calle o tordos que el augusto centro ametrallan con sus ‘bomboncitos’ fecales, a los que, intoxicades de centro y de ego, no nos cuesta nada no ‘ver’.)

No parece tiempo de grandes obras, las economías del mundo han quedado devastadas por una pandemia que se resiste a trocar en endemia, aunque dejen de hisopar, por lo que sostener la política ‘doméstica’ es todo, pero también puede ser nada. ABL a morir, abroquelarse pa tomar envión.

Relanzar su gobierno también implicaría para Marcos Emilio Pisano comenzar a sacarse de encima la larga sombra de un Eduardo Bucca que puede ser catapulta o ancla. “Usarlo” en su favor, eso sí. Y correr bien lejos de Ángel Manuel Mosca, evitar todo link político hacia la figura del ex presidente de la Cámara baja bonaerense, aunque sea su mejor amigo. (Y si quiere una chomba Lacoste, no ir a La Perla, las Taverniti también están buenas y tienen su nobleza, qué joder.) Es curioso lo que ocurrió durante las primeras vacaciones del jefe comunal, cuando en derredor a su reemplazante, Laura Rodríguez, se elaboró un relato que, a pocas horas de haber asumido el breve cargo, la transformaba en una suerte de Ángela Merkel vernácula. Nunca pasó con un interino, y es claro que alguien diagramó esa jugada. ‘Laurita’ tuvo en un santiamén ese relato que Pisano no consigue amasar hoy. (No consigue, no le interesa o no lo dejan, que es lo mismo.) Con lo vital que es un relato, o, insisto, una narrativa, para crear sentido común. ¿O no fue ese el tesoro del mauriclaudicalismo, instalando que los políticos son todos chorros y deben gobernar los tecnócratas de camisa celeste? El tema es hacer política, más cuadros políticos y menos técnicos ´puros’, que podrían integrar esta gestión, la contraria o la oficina de ARBA. El verdadero político origina/funda, el técnico apenas administra y hace de la resignación una religión. A alguien, algún sector y/o dirigente, le convino que la figura de Rodríguez desplegara en horas semejante musculatura gubernativa. Y ese alguien no vive en Nairobi ni come asado -se supone- en los quinchos de ‘la contra’.

Mientras Pisano no urde su relato, lo hacen sus opositores. Orondo ahí anda Juan Carlos Morán, como si le hubiera ganado por nocaut a Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán (según Calamaro, el que lo intentó y también mordió el polvo fue un tal Lou Bizarro). Perdió por goleada pero no hubo autocrítica, políticamente jamás se analizó un cimbronazo sinpar, qué alianzas fulminaron al otrora Mesías del radicalismo lugareño, por qué viejos radicales y votantes de Erreca decidieron limarle el jopo a Juan Carlos sufragando por un peronista kirchnerista, con el repelús que les provoca cualquier cosa que empiece con k, aunque sólo sea nominal. El otrora delfín de Carrió fue vapuleado, pero se mueve como si todo hubiese sido un mal sueño. Sólo le faltaría bailar hulahula en el recinto del Concejo. Por ese andarivel también marchan un Erreca erosionado por las derrotas políticas, ya sin jopo hace añares, fuera del HCD pero que todavía mantiene un poder de fuego a respetar, un Carballo Laveglia que sí ganó el año pasado y ya está clavado en la línea de largada de octubre 2023, más alguna figura de recambio que también empieza a mostrar sus dientes, caso el ascendente y sonrisal César Pacho, todavía más un armador que un candidato.

En su primer verano de gestión, a horas de la pandemia y tras convertirse en el candidato a intendente más votado en la historia reciente de nuestro partido, a Pisano hasta lo querían más los radicales que los peronistas. Parecía la encarnación del mejor Juan Carlos Simón, antes de que se le empezaran a notar las, ejem, ‘costuras’. Era el epítome del intendente de este pueblo en el que, aún con CRUB y movida artística muchísimos jóvenes parecen viejos, que sigue negándose a las fábricas y se atora de soja y vacas, con los perfumes goleando a los libros, que toda la vida ha elegido la ‘Gorra’ sobre las ‘gorritas’ y se suicida por aparentar. Pero se ve que pasaron cosas… Por ser el primer mandatario juega con las blancas, y ello siempre le guardará una chance en el complejo ajedrez de la política. Más con Axel y Alberto, aún con la voz finita y el timón confuso. Sin embargo ha ido perdiendo la iniciativa, y los representantes locales de Macri, Vidal, Larreta, Bullrich y compañía están siempre listos para pegar el salto y volver con esas recetas que de sobra conocemos, en una Bolívar donde, seguro que peligrosamente, continúa habiendo demasiada gente que vota en función de la limpieza de las calles y plazas y la salud digestiva de nuestros pertinaces tordos.

Chino Castro

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