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De esto y aquello

Nota 1587 - (4ª Época).

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Por el Dr. Felipe Martínez Pérez

De lo que no cabe duda es que la gran ayuda para que Bullrich gane tiene que llegar del radicalismo. Pues tienen la palabra y la seriedad al llevarla a cabo y deben hacer una coraza de apoyo a la candidata. Todos tienen que hacer el gran sacrificio de alentar al votante hacia ella; pero son los radicales quienes aceitados en sus miles de comités deben apoyarla sin vergüenza alguna, apuntado a la señora y nada más que a ella. Y en eso está la salvación de la democracia y de ellos como partido. Y los demás sabrán lo que hacen.

Pero es casi seguro que conque el radicalismo se largue a la batalla en la que está en juego su propia coexistencia y la vida partidaria a un futuro cercano. Porque escuchar que el desempate estaría dado entre Milei y Massa revuelve las tripas de cualquier persona, aunque no me entra en la cabeza. Es de esperar sean globos echados a volar. Pero de todas maneras a esta altura no está la zorra para bailes que diría el fabulista.

En este maremágnum al que se ha llegado, los únicos que pueden hacer bien las cosas si tiran para el mismo sitio, sin pelearse, son los radicales; porque deben hacerlo y tienen la obligación de hacerlo, y porque tienen la infraestructura para que en un minuto el país entero sepa que hacer. Tienen los cubiles en cada pueblo y capital desde hace un siglo y lo pueden mover en minutos. Y esa movilización sería algo tan importante que con seguridad daría el triunfo y hasta se les podría deber a ellos; e incluso dejar a Macri a un costado.

Pues todavía tiene el tupé, después del mal causado, decir cuántas veces se le antoja que no quiere radicales en la capital, y los radicales le dejan libre el camino. Pues ambas cosas, lo dicho y la ausencia, de una buena vez deben terminarla; y uno se pregunta conociendo a los viejos radicales que cuernos hacen estos radicales ahí adentro.

Macri es el individuo que en cualquier momento se manda la trastada, como hizo cuando fue presidente, que trabajaba para la señora, y continúa en la misma tesitura, con la diferencia que hoy no sabe para quién trabaja y está tan demudado que ni siquiera sabe si trabaja para sí. En el momento que la fuerza se necesita para apuntalar a Patricia todos miran a ver qué hace él. Y es lo que menos importa, pues cada día es menos creíble. Y no está demás recodar, que estamos donde estamos, gracias a él. Que se dice pronto. Y no se calla.

En la historia de los pueblos siempre ha habido alguno de ellos con inclinaciones suicidas y baste para el caso la cantidad de veces ha votado por gente que eran cualquier cosa y de ellos no se tenía ni idea, Y ahora al parecer quiere de una buena vez el suicidio colectivo. Pero, claro, el problema es que somos muchos que no lo queremos. Nos gusta la vida y vivir bien, que en Argentina hace ya un cuarto de siglo que no se logra, gracias a las votaciones siempre adversas, que, por otra parte, tuvieron su comienzo cuando en la lejanía un tal Menen le gano a Cafiero unas extrañas internas en donde corrió el dinero por doquier apostando por el ganó; y así nos fue. Pues, ahí comenzó la debacle.

Se me dirá que si hubiera ganado el otro podría haber sido lo mismo y no es así, porque aquel Cafiero era argentino, gustaba de la Argentina, y quería a la Argentina, cuestión que a ninguno de los que siguieron les interesó; más allá de sus bolsillos. Y por otra parte, se da el caso que los Hunos hacen y los otros miran, para otra parte, claro. Además acunados por una mediocridad como no se ha visto nunca por estas tierras. Y por si no bastare odian a aquellos que si fueron admirables.

Estas gentes que odian a los grandes se regocijan con lo malo, porque no cabe duda, les brota como lo más normal. A imagen y semejanza. De otra manera no podría ser. Y lo de ahora es catastrófico y deleznable, que las encuestas, si son ciertas digan que el ballotage sería entre Milei y Massa, algo que tristemente trae a colación, el síndrome de Estocolmo; que viene de aquella mujer sueca que en cautiverio, se enamoró del gánster que la tenía cautiva, junto a los demás.

Estos no sé si lo son. Lo que sé viendo discurrir la vida, que Massa en un año ha hecho más por nosotros, en sentido negativo, por supuesto, que en veinticinco de los Kirchner; que se dice pronto. En un cuarto de siglo todos a peor. Lo cual quiere decir que se hace adrede. Da pena verlo engolosinado a diario fundiendo a la nación; y con corbata que es el único que la porta, para darle seriedad al despilfarro. Y que buena parte de la nación se engolosine con Milei, en particular los jóvenes, es nauseabundo.

Porque en primer lugar parece de Romero, o de lo contrario, es un gran actor; y en tal caso debería dedicarse al cine. Y Milei habla en contra de la casta y va por los cielos del pasado hasta un tal Menen para tomar algunos de los que quedan que casualmente son de la casta. De la mala casta. Y miente, porque lo que le gusta, es casta, aunque de él solo; y ese pescado es imposible de conseguir.

Y se queda tranquilo después de dar la tabarra con la casta a la que por otra parte, al desnudarse, se cae en la cuenta que pertenece a la recontra casta. Que él no va a ser menos, en un país que desde treinta años atrás, hay solo casta. Casta y no otra cosa. Y por si no bastare por lo que se ve amigos.

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