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De esto y aquello

Nota 1614- (5ª Época).

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Por el Dr. Felipe Martínez Pérez.

La verdad que podían haber esperado un poco, tres o cuatro meses, para subirse los haberes dado que nadie puede comer con su haber y más allá de que lo merezcan, se desmerecen, porque los demás no tienen lo que merecen. Y ellos, todos, casta y castita vienen de ganar sus buenos pesos en dólares en todas las  empresas que uno ni sabe ni interesa, el asunto es el ejemplo; y que a esta altura sin demasiados resultados entre dimes, diretes, e insultos ya los habrían echado de esas empresas en que se han criado; que curiosamente  no son muy castas. Pero sin embargo, no siempre es así, porque de golpe y porrazo y ante el papelón, porque de verdad es un papelón, se vuelve hacia atrás y se bajan el sueldo, y yo no he sido y se le echa la culpa a la culpable, porque nadie había borrado la ley o lo que sea. ¡Qué triste!

Pero siempre dando  la pauta. Que es de rigor, que siempre los castos y la casta hacen lo mismo y a cara descubierta sin importar lo que se diga. Porque es importante no hacer papelones,  dado que la zorra no está para bailes, algo que a los políticos argentinos desde hace medio siglo les importa tres pepinos; y así nos va. Lo único que falta es que todo se desdibuje y todo termine en un simulacro; o peor, como ocurrió con Macri que a la dos meses, yo usaba la palabra traición. Por el momento y a tres para cuatro meses se me sale de la vaina la misma palabreja y espero no tener que desenvainarla. Porque es lo que lo que nos falta, echarle la culpa de todo a la casta y no ser castos en estas andadas.  Y andanadas por doquier. Los unos porque no quieren irse, y los otros porque no acaban de llegar.

Pero también sucede, que  sin duda,  y a todas luces  falta cultura, no digo en todos, pero si en los que de verdad importa y por eso surge tal panorama y tal sarcasmo. O sea, que como escribía el famoso pensador el infierno son los otros. Pero curiosamente,  está claro que a poco andar, resulta, que todos somos otros, ya la  vez  unos. Pero de lo que no cabe duda es que los ladrones son los otros y están bien señalados; y lo curioso y tremendo es que de eso no se habla. Y sobre todo no habla ni hablan los que deben hablar y eso cae mal en la gente,  porque la mayoría lo votó para estas grandes cuestiones endémicas y muy argentinas, que al cabo continúan por las calles y tan orondos derrochando soberbia y felicidad.

Y al señor presidente no se le escucha hablar  ni de juicios, ni de cárceles y ya lleva el tiempo suficiente; y en consecuencia todo parece insuficiente. Al menos por ahora. Y eso no huele bien en la sociedad, porque si todo se trata de que haya un dólar equitativo  y el país empiece a florecer y nada más, pues no hay más que decir. Sería lo de siempre. Y tal asunto no forma parte de la nueva Argentina anunciada con bombos y platillos; y a cada rato. Porque no está demás decir, que  lo bueno no se hace con lo malo al lado., porque no hay que olvidar, que lo malo es muy contagioso. Y sería lo de siempre, que todos somos iguales, pero el sacrificio no lo hacen los Hunos. Y llevan quinquenios y nunca se termina. Y  mientras esto no se resuelva y cada uno tenga su pena no habrá paz, y por encima de todo para que no se repita lo de siempre que le toca pagar los platos rotos al que trabaja. Que dicho sea de paso, les importa poco a los buenos y a los malos. Es decir por ejemplo nada se resuelve y en este momento el que trabaja se desloma para que el país salga adelante; y los pobres no sean más pobres. Es decir que todo le toca al que se desloma. Pero resulta que un individuo que tiene más de setenta años ha pasado su vida salvando a distintas castas y a los pobres. Y lo sucedido ha sido que nunca hay agradecimiento y además siempre el bueno termina fundido; y nunca llega a donde estaba destinado a llegar. O sea, que desde hace medio siglo el argentino nunca ha podido llegar adonde quería, y a nadie se le ha caído la cara de vergüenza,  ni ha sucedido que los malandras del estado paguen su deuda con el estado, y con los habitantes todos. Así de sencillo; y ahora parece que tampoco hay camino para andar ni andado. Así es facilísimo ser político, aunque no se dan cuenta ni toman conciencia, que solo son politiquillos. Y a veces malsanos, que por desgracia abundan en demasía.

Y lo que faltaba con el impresentable ucraniano. El Papa que nunca ha dicho algo digno y no es bien  visto, ahora le da por decir lo correcto y se tiran encima todos. Y claro una frase como tener “el coraje de la bandera blanca y negociar” no le ha caído bien a nadie de los que tienen negocios en Ucrania junto al nazi que la  dirige y rompe. Es decir que todos los roles están trastocados, porque si esto fuera una película y de alguna manera lo es, porque está muy bien producida para romper  ucranianos, y sin embargo,  el  muchacho es Putin, aunque no quieren darse cuenta. Y esto es tan dramático, que no hay muchacha. Y justo se aviva el Papa que para más inri es argentino, y le tiran a matar  y se arma; y siguen rompiendo Ucrania. Y dado lo que acontece,  al parecer tienen razón los que la rompen y quieren continua rompiéndola; o sea, una partícula de ucranianos que la sangre no les disgusta. Y el mundo entero salvo los del este de Europa y los del este de Asia aplaudiendo. Sí, aplaudiendo.

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