2 de febrero de 2025
Un tema que debiera ser puesto en la agenda de las decisiones a tomar y tratarse con la seriedad que corresponde es la proliferación de palomas y cotorras en la planta urbana de Bolívar.
Como sucede en todos los puntos del país, especialmente la paloma doméstica se ha transformado en un problema que requiere acciones específicas. Estas aves, que fueron introducidas a la Argentina hace muchos años procedentes de Europa, se han multiplicado en forma exponencial y encuentran, en los ámbitos urbanos, lugares apropiados para su crecimiento. Allí consiguen alimento y agua muy fácilmente y los edificios (sobre todo los antiguos y altos) son refugios excepcionales para anidar.
Por ser animales no autóctonos, tampoco hay en estos centros poblados predadores naturales de la especie, salvo algunos pocos halcones y chimangos que excepcionalmente surcan los cielos urbanos y atacan, básicamente, los nidos.
Los daños que estos aparentemente inofensivos animales producen son variados. Entre ellos, afectan a edificios públicos, privados y monumentos ya que las deposiciones de las palomas, al entrar en contacto con el agua, producen un ácido que carcome, con el tiempo, la mampostería.
Sin embargo, no está allí el principal perjuicio potencial, sino puntualmente en el terreno de la salud de las poblaciones. Según coinciden varios sitios especializados, la inhalación de polvo o agua que contenga excremento de paloma puede provocar varias enfermedades, algunas de ellas muy graves. Se mencionan específicamente las siguientes:
Criptococosis: enfermedad respiratoria causada por un hongo alojado en las heces que puede llegar a los pulmones generando infección.
Salmonelosis. Los excrementos de las palomas pueden ser una vía de infección de la salmonela, una infección bacteriana (salmonella) que puede llegar a través de alimentos contaminados e incluso por la ropa tendida. Si bien es poco frecuente, es posible y causa fiebre, diarrea, náuseas, vómitos y dolor abdominal.
Psitacosis o clamidiosis. La bacteria chamydia psittaci es la responsable de la psitacosis, enfermedad habitualmente transmitida por loros, aunque también las palomas pueden ser infectadas y convertirse en transmisoras provocando en el hombre cuadros similares a la neumonía y a la gripe e incluso dolencias digestivas, ya que esta bacteria penetra en el organismo a través de las vías respiratorias y se propaga por el torrente sanguíneo para invadir el pulmón, el bazo e hígado.
Alveolitis alérgica (neumonitis). Es una reacción alérgica, una hipersensibilidad a las plumas y al polvo fecal de las palomas y se produce por una exposición continua de un individuo a estas aves. Provoca la inflamación de los alvéolos, de la parte externa, de los pulmones y los síntomas son tos, dificultad para respirar, fiebre y escalofríos.
Histoplasmosis. Enfermedad respiratoria que se manifiesta con un severo daño pulmonar acompañado de escalofríos, fiebre, tos y dolor en el pecho.
Independientemente de la mayor o menor gravedad que estas afecciones puedan acarrear a las personas, cierto es que la proliferación de palomas debiera ser considerada como un peligro en ese sentido y así lo han considerado diferentes propuestas legislativas, por ejemplo en ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde aún no se han puesto de acuerdo en algo que debiera ser el principio de la cuestión y es la declaración de plaga de estas aves.
Las cotorras, en cambio, sí son consideradas plaga nacional con adhesión explícita de varias provincias argentinas entre ellas Buenos Aires. Lo son por afectar, especialmente, a los cultivos agrícolas, aunque también son predadores de aves autóctonas, causan daños en la vegetación para la construcción de nidos, sus heces pueden transmitir enfermedades graves como la psitacosis y provocan molestias vecinales por el alto volumen de sus sonidos.
Hace muchos años, durante el gobierno municipal de Juan Carlos Simón, el Dr. Adalberto Sardiña propuso un plan que fue exitoso mientras duró y consistía en la detección y destrucción de nidos urbanos y rurales. Si la memoria periodística no nos falla, incluso se llegó otorgar recompensas económicas a los particulares que ayudaran en la tarea.
Tal como se ve la situación actual es dable comprender que no hay acciones tendientes a tomar a este tema con la seriedad que corresponde y, al menos, comenzar a tratarlo y discutirlo para encontrar alternativas de soluciones sustentables e incruentas. Hay mucha literatura al respecto, centros especializados a consultar y especialistas que puedan ayudar.
Se nos ocurre que el propio Concejo Deliberante podría abocarse a la cuestión, más allá de que la temática es de resorte del Ejecutivo, porque el tiempo pasa y ello, sin acciones efectivas, simplemente agrava el problema.
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