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viernes, 26 de abril de 2024
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Recuperarse del COVID, cursar un duelo y seguir adelante

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Hay personas a las que Dios les pone por delante, recurrentemente, sacrificios y dolores a superar. Esas personas casi siempre los superan y aún llevando a cuestas las cicatrices de esos dolores, crecen, se mejoran. Es como si ese Dios las eligiera por ello, porque sabe que están preparadas para la lucha y quiere sacar de ellas lo mejor, lo que aún no han podido dar aunque ya dieron mucho.

Marcela Esnaola, actualmente Directora de Formación Docente Inicial de la provincia de Buenos Aires, es una mujer ampliamente conocida en nuestro medio. Por su actuación como docente, claro está; pero quien la conoce realmente puede encuadrarla, respetuosamente, en aquella conceptualización que nos permitimos hacer en el primer párrafo de esta nota.

Supimos hace un puñado de días que ella y su hijo Javier eran casos positivos de COVID 19, detectados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y también accedimos a algunos comentarios de redes sociales conjeturales, posibles en estas épocas de liviandad de opiniones y flaquezas de responsabilidades.

Por eso y porque conocemos la calidad humana de Marcela, al cabo nuestra entrevistada en esta nota, nos permitimos ponernos en contacto con ella ayer lunes 21 de septiembre, precisamente el día en que se reintegró de lleno a sus funciones, ya de vuelta en Bolívar.

Con el dolor a cuestas Marcela contó a La Mañana que viajó a CABA el 1 de septiembre convocada por la cruel enfermedad que se llevó la vida de su hermana Graciela 3 días después.

“Nos alojamos en un departamento de Caballito donde viven mis hermanas. Graciela ya estaba muy grave y el jueves (3 de septiembre) tuvo una descompensación. Como mi sobrina tenía unas líneas de fiebre yo acompañé a mi hermana a su internación en la ambulancia. A la madrugada nos informaron de su fallecimiento”. El relato de Marcela adquiere el máximo de tristeza al recordar, como muestra horrenda de tantos casos similares, la muerte sin el derecho a despedidas, sin la posibilidad del abrazo de consuelo entre quienes sufren la partida de un ser querido.

Quizás allí, como una trágica mueca del destino o como una barrera altísima impuesta por el buen Dios, el coronavirus se apoderó de su organismo y el de su hijo. La fiebre de su sobrina determinó la decisión de solicitar el hisopado, trámite que lograron hacer ella y Javier el mismo 4 de septiembre en la Ex Casa Cuna y, a la hora 20 del mismo día, fueron informados del resultado positivo.

A partir de allí comenzó un período de aislamiento que duró 14 días, en otro departamento, que pasaron ambos, madre e hijo, con relativa calma. Sin demasiados dolores, con sólo algunas líneas de fiebre y permanentemente controlados por médicos que aliviaron la sintomatología con la medicación adecuada.

“Aquí, en Bolívar, no sabemos lo que es vivir en un lugar con circulación comunitaria del virus, como es el caso de Buenos Aires. Allí el virus está por todos lados y, en realidad, yo no puedo asegurar cuál fue la causa de mi contagio. De modo que es muy importante que la gente asuma los cuidados que correspondan. Sobre todo el tema del mate, evitar siempre compartirlo. El lavado de manos frecuente, el uso del barbijo y las medidas de distanciamiento”. Lo dice una paciente ya recuperada, de alta definitiva y que, como no podía ser de otro modo, ya se puso a disposición de las autoridades sanitarias locales para ser donante de plasma. “Ojalá pueda servir a alguien”, dice Marcela, esperanzada.

 

EL TRABAJO SANA

Lo dijimos más arriba. Ayer lunes, luego de su primer fin de semana en Bolívar, Marcela ya se hizo cargo de su trabajo. Una tarea que, nos dice, le apasiona y que no le permitió gozar ni un solo día el beneficio de su jubilación, obtenida el pasado 1 de febrero de su cargo como Inspectora del área, ya que al día siguiente aceptó el cargo de Directora Provincial de Formación Docente Inicial, lo que significa ponerse sobre los hombros el desenvolvimiento de los 180 institutos de Formación Docente Inicial diseminados por una provincia tan amplia como un país y tan diferente en sus particularidades regionales como varios de ellos.

“Ya estamos pensando en cómo va a cerrar el año, garantizando el derecho a rendir examen que tienen los alumnos. Y aunque algunos aún sueñen con la presencialidad, no podemos deteneros en ello y hay que pensar en nuevos formatos, ideas diferentes y creativas para seguir avanzando. La pandemia trajo consigo cosas que seguramente llegaron para quedarse -dice Marcela retomando su tono de voz optimista-. Seguramente habrá cursadas que se seguirán haciendo en formato virtual cuando recuperemos la normalidad y deberemos flexibilizar las normas de cursadas, como se hace en las universidades. Hay que reforzar la idea de que no somos un secundario.

“Es muy importante el trabajo de recorrida por las 25 regiones porque lo que se aprende de recorrer el territorio no está en los libros”, resume nuestra entrevistada al conceptualizar este su momento en la función que tanto la entusiasma.

“Hay una verdadera explosión de la matrícula en los institutos de la provincia y la verdad es que todos ellos están dando respuestas”, enfatiza.

Prometimos un diálogo más extenso para escudriñar aspectos de su tarea, rincones no conocidos de un trabajo que obliga a decisiones permanentes, dedicación full time y, sobre todo, pasión. La que derrocha Marcela para superar cualquier desafío que la vida le ponga por delante, incluídas esas pruebas extremas, que siempre la hacen crecer.

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