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Enrique Santos Discépolo, a setenta años de su muerte: En el 2000 también

Escribe: Mario Cuevas.

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A setenta años de su muerte, que ocurrió el 23 de diciembre de 1951, recordamos a Enrique Santos Discépolo, actor, dramaturgo, periodista, hombre de cine, radio y protagonista de la vida nocturna porteña. Menudo y flaco esmirriado, narigón, Discépolo se convirtió muy pronto en Discepolín, en oposición a la figura de su hermano Armando. Tenía veinticinco años cuando compuso su primer tango, ‘Bizcochito’, un año más tarde escribió su primera página relevante, ‘Qué vachaché’, que inauguraría un periplo compositivo que culminará con una obra que el sentir de muchos argentinos.

Muy pronto Discépolo se desmarcó de los letristas habituales del tango, con críticas voraces en lo social y retratos irónicos de los personajes de Buenos Aires, creó algunas páginas fundamentales de la literatura tanguística: ‘Yira… Yira…’, ‘Uno’, ‘Cafetín de Buenos Aires’, ‘Malevaje’ y por supuesto, ‘Cambalache’.

La sensibilidad a flor de piel de Discépolo no estaba ajena al escenario que le circundaba. En 1929 se derrumbó el mercado de valores en Estados Unidos y se originó un ‘crack’ en la economía mundial; un año después fue derrocado Hipólito Yrigoyen; el tesoro nacional desbordaba de riqueza pero la mayoría de los argentinos eran pobres. Nacía la llamada ‘década infame’, en esos días, el vicepresidente Julio Argentino Roca (h) declaraba con orgullo ser parte de una colonia inglesa; además, en 1933 fue asesinado un senador por defender los intereses de la Nación.

Muchos artistas del tango reflejaron este escenario apocalíptico, Enrique Cadícamo escribióen 1932 ‘Al mundo le falta un tornillo’, con música de José María Aguilar, letra que mezclaba el bien y el mal sobre la misma estufa y buscaba un mecánico para poder arreglar tanto desconcierto moral. También Celedonio Flores, que en su tango ‘Pan’, con música de Eduardo Pereyra, también del ´32, cuenta la tragedia de un desocupado que termina preso “por robar… un cacho de pan…” para su familia hambrienta.

Discépoloescribió ‘Cambalache’para la película ‘El alma del bandoneón’, de Mario Soficci, estrenada en febrero de 1935 en el cine Monumental. Cantado por Ernesto Famá, acompañado por la Orquesta de Francisco Lomuto, el tango y su letra nada tenía que ver con la trama del film. En la historia, el matrimonio de los personajes que encarnan Santiago Arrieta y Libertad Lamarque, desafía la voluntad de sus respectivos padres y parten rumbo a Buenos Aires con la intención de escapar de la incomprensión familiar por su pasión por el tango.

En el film se escuchaba a Charlo cantando ‘Horizontes’(una excelente composición muy poco conocida de Homero Manzi) y a Libertad Lamarque interpretando ‘El alma del bandoneón’ de Discépolo y Luis César Amadori. Ambos habían escrito juntos casi todos los tangos para la película, a excepción de ‘Cambalache’, con letra y música de Discépolo.

Antes de entrenarse el filmAmadori le pasó el tango a Sofía Bozán para que lo cante en una obra de teatro que el mismo había escrito, enterado de esta jugada, el productor del film, Ángel Mentasti, quiso impedirla con abogados de por medio, pero no pudo. Así fue que la Bozánestrenó ‘Cambalache’ en el Teatro Maipo, lo cierto es que nadie, ni el propio Discépolo, se imaginaron el enorme éxito del tango.

Sergio Pujol en su ‘Canciones argentinas, 1910-2010’ aporta: “La ubicuidad de ‘Cambalache’ se entiende fácilmente. El que acaso sea el tango más popular de la historia es en realidad una canción muy poco tanguera, valga la paradoja. Su locación no es Buenos Aires, sus personajes no viven en el suburbio, no existe conflicto sentimental alguno, no sobreabunda (si bien lo hay, al final de la letra) el glosario lunfardo. Ni siquiera su música, con ese entusiasmo de marcha en tono mayor, responde al llamado de una tradición tanguera.”

Pujol asevera que estamos ante un tango ‘intencionalmente universal’. Salvo la referencia a San Martín y a don Chicho (italo-argentino, jefe de la mafia deportado en 1933), los demás personajes son extranjeros: el citado Napoleón es el más conocido; luego desfilan Juan Bosco, fundador de la Orden de los Salecianos; Primo Carnera, boxeador  italiano que retuvo su título mundial de peso completo en 1933; ‘La Mignon’ (Discépolo podría referirse al personaje de Goethe, o a la ópera de AmbroiseThomas o simplemente la acepción francesa de ‘querida’); por último, Alexandre Stavinsky, que fue un estafador ruso que sobornó políticos y funcionarios franceses entre 1933 y 1940.

La orquesta de Francisco Lomuto con la voz de Fernando Díaz realizó la primera grabación de ‘Cambalache’ en diciembre de 1934. Con excepción de Carlos Gardel, que no alcanzó a registrarlo, todas las grandes figuras del tango y artistas de varios continentes lo grabaron.

Claro que muchos de estos artistas, se tomaron su licencia con la letra de Discépolo, actualizándola según la época. Treinta años después, con la orquesta de Leopoldo Federico, Julio Sosa grabó ‘Cambalache’ con gran repercusión.

El dramaturgo Roberto Tito Cossa le dedicó un texto al cantante uruguayo, ‘La traición de Julio Sosa’, parte de él dice: “Quien conoce algo de la historia, sabe que a Discépolo los tangos no le salían como hongos, ni que los escribía en una servilleta de bar, después de tomarse un par de ginebras.Es muy probable que Discépolo haya elegido con gran cuidado los personajes emblemáticos de su época (debe haber anotado y tachado nombres una y otra vez) hasta escribir finalmente: ‘Mezclao con Stavisky, van Don Bosco y la Mignon/ Don Chicho y Napoleón/ Carnera y San Martín’.

Es evidente que el Varón del Tango confundió aStavisky con el músico Igor Stravinsky. Con ese convencimiento, reemplazó al supuesto Stravinsky por Toscanini (Arturo), un nombre más cercano al oído de su público que el del autor de ‘La consagración de la primavera’. De paso, sacó de la lista a Carneray lo reemplazó por Carrera (probablemente el billarista argentino casi contemporáneo de Sosa).

Pero ahí no para la cosa – continúa Cossa – Además del incalificable ‘se vamo a encontrar’ (cuando el original decía ‘nos vamo a encontrar’), Julio Sosa traiciona la ideología anarquista del viejo Discepolín. En la última de las antinomias, el autor pone del lado de los ‘calefones’ a los que ‘viven de los otros’ y no a los ‘que viven de las minas’. Es decir, a los patrones y no a los cafishios.”

Suponemos que Tito Cossa no escuchó le versión que grabó CaetanoVelosoen 1969 en la que el bahiano no sólo repite a Toscanini  y el ‘que viven de las minas’, sino que reemplaza a Don Chicho y Carnerapor Ringo Starr y John Lennon.

La última letra de Discepolínfue la de ‘Cafetín de Buenos Aires’, con música de Mores, que finaliza con las líneas proféticas: “Nací a las penas, bebí mis años y me entregué sin luchar.”

Se sumió en una profunda depresión generada por el distanciamiento y la crítica de parte de sus amigos de la colonia artística que no le perdonaban su adhesión al peronismo a través de su personaje Mordisquito. Esa depresión desembocaría en un infarto mortal en diciembre de 1951. Discepolín tenía cincuenta y uno años.

Con el golpe de 1955 la figura de Discépolo fue silenciada hasta que a mediados de los 60 comenzó la reivindicación: una serie de artículos periodísticos de José Barcia lo rescató, mientras que Enrique Pichón Riviere le dedicó un número completo en la revista Extra. Con la decadencia del tango bailable y le revalorización de la poesía en el tango, muy pronto la figura de Discepolín adquirió su real dimensión. También ayudó la publicación de los libros de Horacio Ferrer-Luis Sierra y de Norberto Galasso sobre la figura del autor de ‘Cambalache’.

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