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jueves, 02 de mayo de 2024
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Del hombre light de la Posmodernidad a la ilusión en común

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Escribe: Lic. Adriana Macchia

Una coordenada de  la época actual es revisar y construir un paradigma socio-antropológico que garantice   el futuro de la humanidad y este futuro no puede repetirse desde el paradigma del neoliberalismo –financiero.

Nuevos derechos humanos económicos, basados en la solidaridad global serán una base posible para un nuevo contrato social, pasar de  un hombre light al que le cuesta meterse con el otro, que se siente  inhibido  en un paulatino escepticismo, que se ha tornado frágil, individualista, sin espíritu  crítico, fácil de caer en las manipulaciones de sus creencias desde el poder mediático,  una metafísica de la nada, donde  la  muerte de los ideales es  un estilo de hombre que no tiene ni felicidad ni alegría, pero que busca placer.

La sociología neoliberal,  se ha caracterizado por modelar un pensamiento que desconfía de las nociones clásicas de Verdad, Razón, Identidad, Objetividad, como también de la idea de progreso universal o emancipación a partir de que el proyecto de la Modernidad fue destruido, liquidado, con las dos guerras mundiales, dos bombas atómicas  y Auschwitz.

El hombre light hace que la verdad sea  hija de sus deseos, hay  una incapacidad para pensar desde el punto de vista de los otros, de religar lo universal con lo particular , de evaluar,  de decidir, su  pensamiento  va reduciendo la condición humana, va perdiendo su espontaneidad, sus responsabilidades  existenciales  de elegir su destino, de amar su destino

Los medios de comunicación no proporcionan  claves para entender mejor la existencia,  abonan el camino del hombre light apelando a la destrucción de los lazos sociales, a fomentar la intolerancia, el racismo, a instalar el enemigo interno, y a  normativizar las conductas, a través de la homogenización de un  ideal que se erige desde el poder,  a fin de  cumplir  el objetivo de gobernar sin pueblo ni ciudadanos.

Un espacio público que  se transforma en la sede del odio y agresión entre personas hace de la sociedad una fuente amenazante de  sentimientos negativos, produce un malestar que se rehúye   al  encuentro en lo político, a la pluralidad de voces o al derecho a la libre expresión, o  a formas de simbolización que interpelan a un sujeto socio-histórico.

La historia en el intento de resolver o atenuar la hostilidad entre los humanos, se basó en dos supuestos que debemos poner en cuestión,   buscando nuevas respuestas a estas problemáticas,  el primero: que la razón y la moral son capaces de dominar la irrupción de las pasiones y el segundo: que las pasiones o pulsiones son un obstáculo para la vida en común.

A comienzos del siglo XX Freud postulo el fracaso de  la cultura organizada desde lo moral, basada en la ley imperativa y el principio de obediencia; Una cultura constituida por el imperio del Súper yo moral, fracasa en sus objetivos de conseguir pacificar las relaciones sociales, porque el dispositivo regulador de la moral no es más que un circulo sin salida de culpa, castigo y agresividad entre los semejantes, estas son estrategias que se fomentan desde el neoliberalismo a fin de fragmentar la sociedad , señalando culpables y  manipulando las subjetividades.

“Nuevas generaciones educadas en el amor y en el respeto por el pensamiento que experimentaran desde temprano los beneficios de la cultura mantendrán también otra relación con ella la sentirán como la posesión  más genuina.

No es posible poner en entredicho la grandiosidad de ese plan, su gravitación para el futuro de la cultura humana. El experimento no se ha dicho todavía”.

El porvenir de una ilusión” S. Freud  (1927)   

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