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lunes, 06 de mayo de 2024
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De esto y aquello

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Por el Dr. Felipe Martínez Pérez

Por fin nuestra máxima autoridad, me refiero a la local, ha levantado a medias o a tercios, la cuarentena, porque la columna se lee y los habitantes ya están hartos y era vox populi que quienes han implantado la cuarentena eran los que la violaban, de día y de noche, porque en los pueblos, al cabo, todo se sabe. Pero de todas maneras había que poner algo simbólico de quien manda y quien sustenta las cadenas y en consecuencia cierra a las seis cuando es sabido que los trabajos por lo regular terminan a las siete u ocho.

Pero mando yo y corto la tarde donde quiero, porque me sale de las bajeras. Seguro se ha hecho eco de las frases simplotas de Cafiero cuando les dice a los intelectuales,“que no somos fanáticos de cuarentena, somos anti-muerte, no queremos que la gente se enferme o padezca”, algo que se contradice con la realidad a la cual han llegado, pero tornando al pago, me parece que a las siete andaría mejor la economía local y para nada atentaría contra los dichos del desconocido ministro de salud del kicillof que asegura que habría miles y miles de muertos. O sea, que igual al anterior, es decir el mensaje es de miedo en vez de cuidar a la población.

Que llevan desde el primer día sin protegerla, y mire usted adonde estamos ahora que tarde realizan los test. Es impresionante la cantidad de tipos sin seso que andan por el oficialismo hablando porque tienen boca; pero sin cabeza. No pueden soportar que lo más importante que les ha caído encima en seis meses sea la carta de los intelectuales que por supuesto por el odio a la cultura y la educación no pueden tolerarlo. Y porque les duele en lo más profundo de sus fibras íntimas. Sin embargo, mal no estaría sacar al jefe de gabinete, en primer lugar para que no deshonre su apellido, y en segundo lugar porque sus frases se sustentan en un odio ridículo, de manual de hace quince años, incluso sin consistencia.

Es asombroso como llega a decir, sin rubor alguno, que los ricos han traído el virus, cuando es harto sabido que en los dos últimos años básicamente han viajado lo ricos nuevos; o sea ellos. O sea, el oficialismo. O sea, con el dinero que no se han quitado porque su trabajo es duro. Y sin dar un palo al agua. Y lo más curioso, que han viajado gracias al botarate anterior que trabajó para los actuales durante cuatro añitos, al punto de entregarles la población atada de pies y manos. Hace tres o cuatro años escribía que en vez de tirarle piedras deberían alzarle un monumento, pues a nadie quiso introducir en chirona. Y por ahí andan todos, atentos a los capítulos del manual para los diarios enfrentamientos. Hace un sol como en el desierto y aseguran que llueve, y cosa curiosa, todavía tienen gente que sale con paraguas. ¿No es un país en joda?

 Y luego de un paseo por esta nación y por otra que me es muy querida, llego a la conclusión con una frase a mi aire, pero de alguno que no recuerdo, como desde el primer día, siempre unos pocos han hecho tanto daño a tantos. Y no falla. Y por supuesto los pocos surgen de las ciudades y de los pueblos. Y si cada uno en su pueblo denunciara la cizaña, el país sería un vergel.

Y siempre a poco se mire por cercanías o por lejanías salta ese puñado nefasto que vive de no trabajar y gustan de que malvivan los que trabajan y te cuentan cuentos de acuerdo al momento o sea, que el lobo no se comió a la niña o que la niña estaba ahí provocando. Buena parte de eso, pero cambiando el bosque, es parecido al cuento terrorífico que pinta el dicho Cafiero que poco sabe del asunto, pero pontifica, que si se sale a la calle, puede haber miles de muertos. Y se queda tan tranquilo y quienes les aúpan aplauden tal estropicio, mientras millones de habitantes se ríen de él y de ellos, a carcajada batiente, porque todos los días hay cuestiones que desentonan feo. Y lo peor es que a pesar que se dan cuenta, gustan, salir en las fotos. Pobre Cafiero, si su antepasado le viera. Y se atreve a refutar a los intelectuales. Es que han llegado tan arriba siendo tan llanos, que se la creen y suponen que sus trayectorias son comparables. Pero no dan la talla.

Producen sarpullidos morales y vergüenza ajena, dentro del desastre en que nos encontramos desde hace veinte o más años, con agudización hace pocos meses. Sin embargo, no cabe duda que hay un país antes y uno después de saltar a la plaza las villas miserias donde no se come no se bebe y donde no hay una canilla y por supuesto estaban los virus y no se necesita mucho calado científico, porque basta el sentido común y haber leído muchos libros, cosa que no sucede entre la gran mayoría de los políticos. Y qué han hecho durante años y años los intendentes de esos sitios, que siempre han sido del oficialismo actual Y cabe preguntarse por qué punta han deambulado los punteros y por qué han sido incapaces de instalar una sola canilla. Cómo puede ser que a nadie se le haya ocurrido poner varias bombas que valen cuatro pesos y otros tanto los pozos, y entoscar y rellenar las calles.

No han hecho adrede los test necesarios, como sus amigos españoles, y ahora saltan los casos que ya estaban; y que cuando debió hacerse eran menos. Y que ahora el oficialismo con sus gerifaltes, salgan a decir que están con los que sufren, es una cachetada a la sociedad. Y a una nación que no se merecen. En la “Gazeta de Buenos Ayres” el 7 de junio de 1810 Moreno recordaba con Tácito: “Rara felicidad la de los tiempos en que es lícito sentir lo que se quiere y decir lo que se siente”.

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