18 de noviembre de 2025

MÚSICA

MÚSICA. Un viaje del folclore argentino al pop mundial de la mano de Alejandro Ávila

El cantante y guitarrista se presentó en Casa Negra.

por
Chino Castro

Alejandro Ávila hábil es, tanto para tocar la viola como para cantar, y esas cualidades puso en juego el sábado en Casa Negra.

En su segunda presentación en el lugar tras su recital de febrero en sociedad con el bandoneonista Ricardo Rubén Exertier, el trovador hendersonense apeló esta vez a un certero combo de folclore argentino y pop mundial, constituido por piezas que lo conmueven y entonces nos conmovieron a partir de su rica y sentida interpretación. No es sólo tocar como un concertista y cantar afinadamente y con el poder de la calidez: en Ávila la gracia reside como fundamento en cómo transmite lo que interpreta. No hay un secreto en los artistas que trabajan bien su material, pero sí algo en común en todos ellos, que los hilvana y hasta los hermana, y Ávila forma parte de ese club: la sencillez de hacer parecer simple lo complejo; sí, la sencillez, que es incluso más que la simpleza, una suerte de paso superior y definitivo.

La primera del concierto, para abrir el cofre de golosinas en una noche sofocante, fue Layla, de Clapton. Otra gema del pop mundial emplearía para cerrar: Sultanes de swing, que su admirado Mark Knopler escribió para Dire Straits. A las canciones en inglés no las cantó, sólo las tocó con su viola criolla, con suficiente para decir. Las otras dos en el idioma madre del rock y del pop fueron Píntalo de negro, de JaggerRichards, y Hotel California, de The Eagles, que dedicó a su hermano de la vida Nelson Condado -presente en la sala-, con quien compartió su niñez en su pueblo.

De Argentina apeló en la ocasión a un puñado de los mejores de nuestro folclore: entre algunos más Raúl Carnota, de quien eligió Sólo luz; Yupanqui, a través de Los hermanos; Di Fulvio, vivo en su versión de Se acuerda Doña Monclovia; la dupla Tejada GómezCésar Isella y su Canción de las simples cosas; Peteco Carabajal-Antonio Esteban Agüero mediante Digo la mazamorra, y Raly Barrionuevo, con su Un pájaro canta, que el autor santiagueño dedicó a Jacinto Piedra.

El recital fue subiendo su temperatura, sin perder jamás su tono cálido, de living hogareño, con el público sentado en la platea montada en semicírculo, y el arista desplazándose al modo del anfitrión que recorre las mesas de amigos en una fiesta. Precisamente, cuando todo estaba en el punto correcto, Ávila convocó a los presentes a acompañarlo como coristas en Quién va a cantar, de Rubén Rada.

Hubo un solo invitado: 'Coco' Keillis, un pibito que es alumno de Alejandro, con quien el profe compartió una caliente versión de la chacarera El olvidao, del 'Duende' Néstor Garnica. 'Coco' y Ale no se conocían personalmente, las clases son a través del Zoom, por eso la ocasión de verse por primera vez en forma presencial (conceptos que quedan de la época de la pandemia) no podría haber sido mejor: cantando y tocando la guitarra en medio de una ceremonia musical.

Lo demás, fue lo de siempre: la comida rica, dulce y salada, de los anfitriones de Las Heras 250, Delia y Leo, y su buena atención que se renueva cada fin de semana, porque la agenda del lugar no detiene su motor.

A propósito: Casa Negra continuará con su carta de delicias artísticas el próximo viernes, con el recital de Maia Acosta, Raúl Chillón y Guillermo Airoldi.


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