30 de septiembre de 2024
Lo celebrarán el 16 de noviembre en el Coliseo.
por
Chino Castro
Salinas Grandes cumplió el viernes cuatro décadas y media. Casi medio siglo ganado. Toda una vida militando lo gauchesco y las tradiciones argentinas por parte un de grupo de vecinos y vecinas que han regado nuestra historia lugareña con su genuino aporte cultural y social.
Un cumpleaños que invita a los salineros a celebrar tranquilos, ya que la entidad cimenta su futuro en los Brotes de Salinas, el cuerpo infantil de baile que mañana proyectará el legado, porque siempre habrá una tradición que defender. Fue Noemí Longobardi una de las principales impulsoras de lo que sería el centro tradicionalista Salinas Grandes. No había ninguno en la ciudad, y la idea era cubrir ese vacío.
"Juntó gente que nada que ver con el tradicionalismo. Estuvieron ahí Gualberto Noseda, Roberto Ferro, Rubén Barrio, Irma Sánchez", entre varios y varias más, puntualizó en charla con este diario el fin de semana Roberto Godoy, que también fue parte del grupo inicial como una suerte de precoz 'Chúcaro' Ayala: lo convidó para bailar su maestra de primaria en la Escuela 6, 'Yaya' Lanzoni de Bilbao, primera instructora de danzas del centro. Godoy era el único hombre dispuesto a 'moverse', parece; con los años aparecerían más.
Las primeras reuniones se realizaban en La Cultural, con sede en el mismo edificio que hoy, en San Martín 1065. Se juntaban arriba, donde durante añares tuvo su teatro el grupo El Mangrullo, hasta que se lo llevó puesto a fines de 2004 el desastre en el boliche porteño República Cromañón. Una de las primeras tareas fue elegir el nombre para el centro. "En una canasta se metieron decenas, había cantidad. Quedaron tres: San Carlos, Las Acollaradas y Salinas Grandes", que fue el elegido, rememoró Roberto, acompañado durante el diálogo con el diario por Juan Carlos 'Martín' Berreterreix, que se sumó al grupo en 2011.
El primer presidente fue Emilio Bilbao. Él, Alfredo Marcilese, Germán Laborde, Carlos Larralde, Esteban 'Cacho' Criado, Rolando Vicente, entre otros, fueron convocados por los primeros salineros, como una suerte de misión fundante del novel centro: necesitaban caballos para representar a Bolívar en desfiles acá y afuera. "Lo primero que hicimos fue formar un cuerpo de jinetes. El primer desfile al que salió Salinas fue en Bragado, y sabés que no es fácil conseguir gente para representar a una ciudad como la nuestra allá, estamos hablando de Bragado, que tiene un notable prestigio nacional en materia de desfiles", resaltó el siempre sonrisal Godoy.
El otro propósito de Salinas era formar un cuerpo de baile que difundiera nuestras danzas típicas. Bajo la batuta de 'Yaya', el debut del flamante grupo se produjo en una peña escolar en el club El Fortín. "En esos años, en los clubes se hacía un encuentro de peñas de colegios primarios, y nosotros pronto teníamos unas seis parejas, porque empezaron a bailar Néstor Nadal, Germán Laborde, Carlos Larralde, después 'Cacho' Criado y su mujer", enumeró Godoy.
Llegaría pronto el tiempo de participar de las carreras de sortijas en la Rural; había viajes que pagar y otras erogaciones para desarrollar el proyecto institucional. Después, comenzarían a incursionar en grandes eventos públicos e impulsar otras iniciativas que le permitieron a la entidad acumular fondos para comprar y reciclar la casa que transformarían en sede, en Pellegrini 455. De esa fructífera etapa hablaremos después. Los años pasaron, la gente fue yendo y viniendo como le sucede a cualquier institución, y en 2011 se incorporó 'Martín' Berreterreix.
El también gastronómico, trabajador social y militante político era entonces un hombre de una gordura tirante de 140 kilogramos. Se había criado enfrente de la chacra donde trabajaba Marsilese, de pibe había visto de cerca el andar salinero preparando desfiles y otras actividades, y soñaba con ingresar a bailar. Casi se quiebra al recordar esos días en los que fue a golpear la puerta, dice que era "un desafío personal", casi que un cara a cara con la vida.
"Uno se autoexcluía de todo. Yo era un pibe de Villa Diamante, que pesaba 140 kilos, y un día asumí que tenía ganas de bailar. Pero era Salinas Grandes, era ir a jugar en primera sin haber hecho inferiores. Y sin embargo me aceptaron", recordó con gratitud. Estuvo dos años, se fue, se operó, bajó drásticamente de peso, se amigó con él y hace dos años volvió. Con un detalle nada pequeño: no regresó solo, sino de la mano de su familia, porque Eve, su hija mayor, y Pedro, su amado nieto, vástago de Jacky, la menor de sus hijas, se sumaron al cuerpo de baile de la institución, que hoy dirige el olavarriense Juan José Rivas.
Hogar, dulce hogar
Tras deambular por varios lugares, Salinas Grandes recaló en el excomedor escolar, en avenida Gral. Paz. Fue la estación previa al hogar, dulce hogar. "Anduvimos mucho, hasta que un buen día empezamos a juntar plata", nueva etapa en la que fulgura con luces de neón el nombre de Roberto Yaquinta, que les dio una mano grande. "Tenía un caballo overo vistoso, y propuso venderlo para que organizáramos una rifa. Eran días de Rural. Para vender teníamos que estar a una cuadra. Colocamos cantidad de números, juntamos mucha plata", evocó Godoy.
Enseguida, otro golpecito de 'buena estrella': "Nos dan un kiosco para vender espuma en los corsos. Y también nos fue bárbaro". Con esos recursos y asesorados por gente de la entidad que sabía cómo hacerlos rendir, adquirieron diez novillos. "Y otra vez tuvimos suerte: 'caímos' en La Matilde, de Pichón Serra. Los engordamos ahí y no nos cobró nada. Vendimos esos novillos y compramos la casa de unos viejitos, los Casas, un inmueble abandonado en calle Pellegrini, pegado al chalet de 'Cacho' Criado, miembro de la entidad", historió Godoy, actual presidente de Salinas Grandes. "La empezamos a acomodar, a acomodar, a hacerle una cosa, otra (era un gran terreno con la vivienda en el medio), y años después tuvimos la fortuna de poder explotar una cantina del Cantabolívar", con lo que se procuraron un salto económico que les permitió completar la obra. La sede de Salinas, hoy un cómodo inmueble con todo lo que el grupo necesita para ensayar y reunirse, más cocina y una gran parrilla atrás, fue inaugurado en los años noventa, pero Godoy no recuerda la fecha exacta.
Además, el lugar se ofrece en alquiler para fiestas y reuniones, y semanalmente se dictan talleres, otra vía de ingreso de fondos a las arcas salineras. Incluyendo a quienes forman parte del taller de baile, del cuerpo de danzas de Salinas Grandes y del conjunto infantil de la entidad, Brotes, unas setenta personas dan hoy sustento y sentido al centro tradicionalista.
"Brotes nos asegura un futuro
extraordinario" ¿Hay futuro para un centro tradicionalista? Brotes Verdes
invitaría a confiar y pensar que sí. Digo porque hay tradiciones, costumbres,
lugares, que carecen de porvenir: los clubes sociales, por ejemplo, donde no
hubo trasvasamiento generacional.
Godoy: - Hay gente joven participando, pero además tenemos los Brotes de Salinas, que asegura un futuro extraordinario para la institución. En Bolívar están los Brotes, Los Fortineritos y los chicos Abel Salvatierra, con los que hace poco hicimos un encuentro del que participaron grupos de Henderson, Daireaux, Urdampilleta y Recalde, éramos entre chicos y grandes unas seiscientas personas. Fue hermoso ver el entusiasmo de todos esos chicos juntos bailando en la pista. Eso es futuro; el folclore, con todos esos pibitos, tiene futuro.
Para celebrar los cuarenta y cinco y mostrar y compartir la labor desarrollada durante este año, el 16 de noviembre en el Teatro Coliseo Salinas Grandes se juntará a bailar, y convida a la comunidad en general a ser parte de la fiesta. Ampliaremos esta información.
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POLICIALES
Los hechos ocurrieron en 2019 y 2020 y detectados por una psicopedagoga del Hospital Capredoni.