TEATRO. Palabras como polvo en el viento

Un texto ingeniosísimo puede ser un dulce excitante pero encarar un amasado artístico, pero también un precipicio que se lo coma todo. En el caso de la obra 'La cantante calva', el grupo Por el Borde sale más que airoso, con resto para ganar y gustar. Ensayaron un año y medio (casi, bien que con alguna interrupción y un cambio de elenco), y se notó, porque crecieron en contundencia sin resignar frescura.

Con la pieza de Ionesco, el grupo se atrevió a medirse cara a cara con el absurdo, lo que, como ya hemos destacado acá, implicaba también desafiar al público con un tipo de propuesta -o, mejor, con un estilo teatral- poco cultivado entre los muchos elencos activos entre nosotros.

'La cantante calva' fue planteada por el director de la puesta, Gabriel Silva, y básicamente habla de la incomunicación, si tuviéramos que buscar algún hilván dentro de una trama signada por los diálogos absurdos, donde nadie responde lo que se le pregunta y, por su parte, propone otro disparador, de modo que el texto termina siendo una suerte de gran loop con frases e ideas que se repiten pero no se encuentran, y con el humor como un animal agazapado listo para saltar, lo que imprime matices que descomprimen el relato al incluir al espectador con una suerte de guiño amistoso.

Son dos matrimonios (Carla Gentile-Leandro Galaz y Anneris Escalada-Diego Junco Villacorta) que intentan juntarse a cenar, y que hablan de todo y de nada, pero sin establecer nunca una comunicación. Al punto de desconocerse, intuirse y casi que adivinarse. Cosas triviales se cuentan y encaran como graves, y viceversa. Un desencuentro de tono sutil o 'bajas calorías', carente de esas agresiones verbales tan al uso que, a su modo brutal y aún a su pesar, lo único que hacen es revelar que todavía subsiste un hilván de diálogo.

En la casa hay una criada, encarnada por Ana Laura Maringer, más la visita de un singular capitán de barco, papel a cargo de Santiago Santos, que no hacen más que aportar sus erráticas grageas al enredo general.

La performance del elenco resulta soberbia, también por un despliegue físico de actores y actrices que brindan potencia a una narración donde no hay un 'mensaje', esa especie de píldora que, acaso sin darnos cuenta, solemos demandarle a todo producto artístico.

A tono con este entramado juega la escenografía, diseñada y construida por Agostina Sosa (en el armado junto a Gabriel Silva y Mirta Morena), y que parece una casa, pero a la vez no.

Con la presentación del lunes, presenciada por una buena cantidad espectadores, Por el Borde dio por finalizada la primera serie de funciones, en la Biblioteca Cabrera y con su grupo colega, Vamos de Nuevo, que tiene hogar allí, como anfitrión.