31 de mayo de 2023
Gracias a ‘Pipo’ Cupertino, su ‘descubridor’, y ‘Tito’ Figlioli, una suerte de ‘promotor’, el peluquero Oscar Sánchez se ha reencontrado con una pasión de pibe en su Merlo (gran Buenos Aires) natal, a la que inesperadamente está dando un nuevo enfoque, vinculado con la solidaridad y con erigirse en un vector para que la comunidad ayude a una institución de la salud. Pero no planta bandera allí.
Todo comenzó “de casualidad”, en sus propia definición, cuando aún era parte de la filial de River (Sánchez es un conocido hincha bolivarense del club con sede en Núñez). “Una noche lo llevo a cantar a ‘Pipo’ Cupertino, a una cena. Cuando probábamos sonido, jugando, pido que me pongan un tema de Leonardo Favio y me pongo a interpretarlo. ‘Pero vos cantás muy bien’, me dice Pipo. ‘Nooo, yo no soy cantante, lo hago de chiquito, porque me gusta, pero nada más’, le respondo”. El caso es que, un rato más tarde, la voz de los recordados Piedra Azul llamó al escenario a Sánchez durante su show, y todo comenzó a girar. Cantó Anny, de Favio, uno de sus ídolos.
Fue el año pasado. Oscar se sintió “cómodo” con el micrófono, la amplificación, el público allí, cara a cara. “Siempre con una computadora para leer la letra”, menciona. Ese mínimo pero fiel elemento que lo ha seguido acompañando en su incipiente aventura como cantor, más el indispensable pendrive donde recoge la base musical o pistas en las que se apoya su voz (a veces se equipa sólo con un teléfono celular).
Desde entonces, ha cantado varias veces en Argentino Junior, hoy su lugar en el mundo cuando empilcha de cantor. Siempre colaborando con el Centro de Día Alegrías, a instancias de Figlioli, cuyo hijo concurre allí. “Yo tengo videos de algunas grabaciones. Un día en la peluquería me escucha ‘Tito’, que es de la comisión de la entidad”, y le propone un vínculo con el centro que no para de renovarse, con epicentro en el club de avenida San Martín. Esa primera vez “me puso en el afiche junto a varios cantantes más, fuimos a probar sonido a su casa”, y al toro en un nuevo metier. “Salió muy bien, mucha gente concurrió a esa fiesta”, rememora el intérprete, que conserva incólume su imbatible peinado de neta inspiración ochentosa.
“Desde esa noche, no paré. Seis veces ya he cantado”, enumera Sánchez como un goleador que pasa revista a sus conquistas (un Julián Álvarez, pongalé, dado su fanatismo por ‘la banda’). Tres apariciones en Argentino, una en Villa Juana, una en la explanada del ferrocarril y la restante en la vereda de la estación de servicio de la familia Morales. Otra que los dieciséis goles que el ‘Pepe’ Sand le lleva marcados al golpeado ‘Rojo’ de Avellaneda.
“Antes de debutar en Argentino, dije que no era cantante y que iba a ayudar, porque eso me hacía bien al alma y el corazón. Primer aplauso. Canté cuatro temas y fui el más ovacionado; incluso días después me paraba gente por la calle, que yo no sabía que había estado ahí, para felicitarme y decirme que había sido el mejor”, resalta, henchido. Esa noche estuvieron en el club ‘Carlota’ Martínez, Tete Escobar “y otros cantores, toda gente con experiencia que se dedica a eso, con la que se armó un grupo muy lindo”, remarca.
Fue en septiembre pasado, un septiembre amor para él, citando el título de la bonita canción que volvió célebre la máxima estrella de su firmamento personal, Sandro. “Yo le corto el pelo al nene de ‘Tito’ Figlioli, que es autista y concurre a Alegrías. Algo me dijo que tenía que hacer esto que él me proponía, y acá estamos”.
Mientras tanto, incluso antes de que entraran en el escenario de su vida su ‘descubridor’ y su ‘promotor’, también ha cantado en casa de su amigo Roberto Iborra, en navidades y fines de año. Hasta ahí, lo mismo que cualquiera podría hacer con sus queridos. (Desde que sus padres partieron, celebra con los Iborra, como le gusta mencionar.) “Y en el cumpleaños de Roberto, en el Hotel La Posada, canté para más de setenta personas. Luego me llevó a su pueblo, Huanguelén. Me esperaban todos sus familiares para que les cantara”, enumera Oscar con el entusiasmo de un pibe con juguete nuevo. Lo propio ocurrió en el aniversario de la estación de servicio Axion Energy, frente a sus instalaciones en Roca y Paz, en el marco de un lunch en el que Oscar fue el único cantor. Lo recibieron con alegría, el público que se acercó a brindar y la propia gente de la firma, que lo recuerda bien de sus épocas de empleado de la vieja Jáuregui y Morales, para la que trabajó un tiempo hace ya bastante.
En cuanto al repertorio Oscar se da sus gustos, es un hombre al que le gustan los postres bien dulces: a los ya citados Sandro y Favio, de quienes selecciona sus páginas predilectas, hay que agregar a Sergio Denis, Cacho Castaña, el Puma Rodríguez, Sabina, Nicola Di Bari; su orgullo es una versión “con un toque personal” de A mi manera, la gema que cantaron tantos, un tema “muy bravo”, en su caso tras la huella de Dyango, pero la que más le han pedido en este breve trayecto como intérprete es Qué será de ti, de Roberto Carlos. “Me gusta mucho lo melódico de los setenta y ochenta, ese estilo y esa época”, puntualiza. Nino Bravo es otro de los que le interesan; cantaba “mucho”, no es fácil incursionar en esas empinadas aguas pero tal vez pronto se tire un ‘piletazo’.
A la zaga de Sandro, su prócer, su “ídolo actual” es Marco Antonio Solís. “Pero no le puedo sacar una canción, tiene una voz increíble, lo fui a ver en 2010 al Luna Park -recuerda-, donde nunca había ido”, a pesar de tratarse del templo argentino del box, presente en su vida desde siempre por legado de su padre, el ‘Lobo’ Sánchez.
A Oscar le sugieren canciones, él las prueba y si le gusta cómo quedan, las incorpora a su repertorio. Ensaya en su casa, con materiales mínimos y en un ambiente bien minimalista. Aunque por ahora sus incursiones se reducen a un set de cuatro temas, podría encarar en solitario un recital más extenso, de unas doce o quince páginas, asegura. Veremos.
Ir a más
Justamente: en relación con lo antes mencionado, corresponde decir que Sánchez no proyecta una carrera como cantante, pero tampoco descarta profesionalizar este incipiente nuevo oficio que lleva en la sangre desde su infancia en Merlo, cuando con su hermano cantaban piezas de los mexicanos Mejías y Aguilar. Consultado al respecto, lo piensa un segundo, nada más que un segundo, y sí, anda ganas, dirían Los Piojos. Por eso durante esta charla con el diario pone su número de teléfono, el 537301, y su dirección, Rebución 90 (no usa Facebook, wsp sí), a disposición de los interesados en contar con su intervención musical para amenizar un cumpleaños, un casamiento, alguna fiesta privada o de una institución. “No dispongo de un equipamiento ya listo para ir a animar, tendría que invitar a alguien, pero seguramente lo podríamos hacer”.
Mientras tanto, seguirá ensayando en la soledad de su hogar y cobijado por sus amigos (muchos; ¿qué peluquero no tiene una parva?). Sumando repertorio, puliendo interpretaciones, grabando algún video casero para testear. Y, si se enfoca en eso, tomando clases de vocalización, algo que también le interesa/necesita. Por ahora, la única pauta técnica se la brindó su vecino Santiago Pascuet. El ex integrante del Polifónico, que en los últimos años supo lucirse en los conciertos del grupo cantando a Piazzolla como voz solista, le enseñó a respirar mientras despliega su interpretación, para llegar más cómodo a los tonos altos y que su canto fluya. “Me doy cuenta de que gracias a Dios tengo una voz prodigiosa, pero sé que debería aprender a usarla mejor”, con técnica, enfatiza. “Todo lo que sea para mejorar, me interesa”.
No se lo pregunté ni me lo mencionó, pero seguramente ya sueña con Me Encanta Bolívar, la fiesta musical máxima de este pueblo, el nuestro, que el hombre nacido en Merlo ha aprendido a querer como un hijo más. Por lo pronto, para noviembre lo esperan en Del Valle, en una “juntada grande” convocada por los Bomberos del pueblo.
“Me gusta lo que estoy haciendo, y no puedo creer todo esto”, dice este hombre grande que aún sigue siendo el pibe aquél que junto a su hermano pasaba el platito entre las mesas del bar pegado a su casa, luego de cantar aquellas canciones mexicanas con las que le tomó el gusto a interpretar. Esa sensación tan única, como de embriaguez, de calzarse una capa y creerse volando, que cada quien siente al hacer lo que ama, y que crece desde el estómago. “Mi madre me decía siempre que tendría que haber salido cantante, haberme ido. Y ahora, a los sesenta y pico se me da todo esto, gracias a ‘Tito’ Figlioli, al que le estaré siempre agradecido”. Igual que a su querida viejita, que ya espera desde la primera fila de algún teatro.
Chino Castro
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.
EXPO 2024
Unas 15.000 personas participaron de los actos centrales y disfrutaron de una gran jineteada en la pista central ruralista.