17 de febrero de 2024
En la cuarta vez de Cultura bajo las Estrellas, el jueves fue el turno de Maro González, tras la suspensión del mismo artista de la semana anterior por lluvia. En el patio del club Buenos Aires, sin tanta gente como en las fechas anteriores pero con la misma calidez y buena vibra, el cantante, compositor y guitarrista despachó un show pletórico en matices, desde la apertura instrumental junto a su súper band, con una obra en la que marcó su galope electrónico el teclado de Daniel Zuccarino, uno de los convidados a la fiesta.
Hubo para muchos gustos, esto es canciones nuevas, algunas ya clásicos vernáculos, segmentos en solitario y otros del líder en dueto con algunos de sus instrumentistas, con pináculo emotivo en el fuego que encendió el grupo junto, cada vez más un relojito propulsado en la ocasión por el excelente sonido provisto por Fabio Alejandro ‘Starc’ De Sandro para la municipalidad. Y también la variedad fue la clave en cuanto a los estilos de las composiciones de Maro, que van sin despeinarse del rock a los aires folclóricos pasando por el funk, la bossa nova y lo netamente bailable.
Devenir fue la segunda canción, quizá su composición con más pasta hitera, que tranquilamente podría estar sonando en cualquier radio del país o festival masivo, y pibes que no saben ni Tinelli de Bolívar la cantarían.
En la primera parte tocó una nueva, que formará parte de Atlántida, su inminente tercer disco de canciones propias, a ser publicado en marzo, antes de la presentación oficial en abril en El Mangrullo bajo organización de Cable a Tierra Producciones. (A propósito: en nuestra edición web y también en el archivo papel está disponible una reciente entrevista al músico acerca de su nuevo emprendimiento discográfico).
Tras el clásico break, Maro desgranó un setlist de canciones que en algunos casos aún no tienen nombre, o portan uno tentativo. Lo primero fue una chacarera, con Nicolás Holgado en guitarra (al nombre te lo debo, hoy se estila no anunciar las canciones, y arreglátelas).
Mientras, el público comía y bebía lo que había llevado, porque como se sabe el lugar no ofrece servicio de cantina. Grupos de amigos, parejas e incluso familias con hijos pequeños, que correteaban como en una improvisada coreografía, daban cuenta de empanadas, sánguches, alguna pizza fría y cervezas y gaseosas, sin agachar mucho la cabeza que adelante había agite. El ciclo pergeñado por la Dirección de Cultura se caracteriza por ese condimento familiar que ha sido denominador común de los cuatro conciertos, es decir el de Bola 1, Misterio Swing, el de Alto Guiso! y también ocurrió con Maro.
Si se tienen algunos años y cariño por esa época, esta es una propuesta que recoge el espíritu del ciclo de conciertos de rock argentino que se realizaban en los jardines de la vieja ATC, al aire libre, cuando la ‘primavera alfonsinista’ aún recogía flores y no había todavía ‘cavallos’ desbocados en el horizonte.
Ya con la banda de regreso a escena estalló Espinas y flores, una pieza con mucho groove y pulso funk. La banda es un bandón: junto al mencionado Nico, se alinean Juani Martínez, también en guitarra; Bruno Irastorza, en bajo, y Lorenzo Blandamuro, en batería.
Uno de los momentos más emotivos del recital (y del ciclo) se vivió cuando dedicaron Amores, una balada en italiano, a Santiago Naya, amigo de Maro y ex compañero en Chico Láser, que perdió la vida en agosto del año pasado. Al terminar la interpretación, González se quebró, dijo que era un tema que le gustaba mucho a Santi y mirando al cielo se lo regaló.
La siguieron con Néctar, con Raúl Marcelo Chillón como invitado en percusión, Vine amarte, y más. Cultura bajo las Estrellas volverá el jueves que viene a las 21, con el concierto de La Destilada Evolution.
Ch.C.
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