25 de septiembre de 2023

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Información General. El heredero de los grandes sale a conquistar nuevos territorios


Se encontró con la música, y se quedó arropado en ese abrazo para siempre. Va y viene, mientras su voz se nutre del pasado para dignificar el futuro. Heredero de los grandes del tango, Marcos Tamborenea monta espectáculo propio y se abre a otros géneros para emprender la conquista de nuevos territorios. Aquí, un recorrido por la vida y la obra de un cantor de aquéllos.





Lo primero que quiero preguntarte después de haberte escuchado en la Rivadavia con Exertier y Caracotche en junio, es quién te enseñó a cantar así, o cómo aprendiste. Porque no es sólo la voz, que además la tenés.





-A ver: me encontré con la música. De muy chico siempre me gustó, era el típico payasito del colegio al que le encantaba actuar en todas las obras. Al que nace con esto… es la historia de los que andamos en la ruta de la música.





Después, a los 14 ingreso a Coral Henderson y fue la piedra basal de todo lo que vino. Ahí aprendí un montón de cosas, empecé a corregir la voz, a cantar con melodías de otras cuerdas vocales, y se fue dando. A partir del Coral es que me introduzco en el tango, sobre todo en Piazzolla, porque Vicente Pérez, el director, es fanático de Astor y empezó a inculcarnos esa música. Desde entonces fui conociendo a otros compositores, y comencé a coquetear con el tango como coqueteaba con el resto de los géneros.





¿Qué te gustaba cantar antes del Coral, en esa etapa de “payasito del colegio”, o en juntadas familiares y de amigos antes de los 14?





-Me gustaban mucho, y me siguen gustando, Víctor Heredia, Joan Manuel Serrat, Sabina. Lógicamente me gustaban el rock, el blues. Todo lo que me interesaba, lo cantaba, trataba de aprenderlo y cantarlo sin importar el género.





Pero fueron el Coral Henderson y ese enorme formador que es Vicente Pérez los que provocaron que te enfocaras en el tango.





-Exactamente. Muchos años en Coral Henderson, y un día Vicente me da la responsabilidad de hacer la voz solista en Balada para un loco. Ahí llegaron las primeras certezas de que uno podía captar la atención del público y generar sensaciones. Justo en 1995 Coral Henderson viaja a Europa para una gira por siete países, y en ese contexto yo dije ‘apa, esto es lo que quiero’. Luego me voy para Buenos Aires, y me cruzo con Roberto Ayala, un gran cantor de tangos que reemplazó a Julio Sosa en la orquesta de Leopoldo Federico cuando tuvo su fatídico accidente (1964).





“Mi fuerte es la interpretación, al resto uno trata de ir aprendiéndolo”





En CABA nace otra etapa para el hendersonense, que iba a más. Ayala comenzó a llevarlo de su mano, casi como un padrino artístico, a los “lugares emblemáticos” de la noche tanguera porteña y a vincularse con los grandes intérpretes del género que aún quedaban como legatarios de la época de oro, estos son Tito Reyes, Hugo Marcel, Alberto Bianco. Esos sitios llenos de duendes medio descoloridos, de copas que escucharon confesiones y el polvillo de alguna luna que se filtró por la ventana bendiciendo con su prosapia a una mesa de rincón, son Caño 14, El Viejo Almacén, La cumparsita, La esquina Homero Manzi. Alguno ha de perdurar; en Buenos Aires siempre habrá noche por más aburrida que se ponga la poesía. 





“Rodando por ahí” fue que Marcos comenzó a empaparse del género “ya de una manera un tanto más… no sé si profesional pero sí profunda; comencé a aprender con los grandes”, subrayó.





¿Cómo fue ese aprender, escuchándolos y viéndolos, o ellos directamente te marcaban cosas a vos?





-Empezás a ver algunos tips, propios del género. Yo también hic técnica vocal, vocalización, un montón de cosas. A mí me ha costado mucho sacrificio poder controlar la técnica. Pero si tuviera que decir que tengo una condición natural, que podría nombrar como fortaleza, diría que mi faceta interpretativa. Ese es mi fuerte, al resto uno trata de ir aprendiéndolo, ir adquiriendo más conocimiento. Y la parte de técnica vocal es laburo permanente.





¿Permanente? ¿No es que adquirís la herramienta y ya está, ya lo aprendiste y después es usar el recurso?





-Es permanente. Quizá no con algunos ejercicios específicos y demás, porque estando en Henderson es muy difícil conseguir los recursos humanos que te permitan ir a la profundidad de la técnica vocal, en esto la distancia (se infiere que con Buenos Aires) tiene mucha injerencia. Pero sí podés practicar, tomar un tema y tratar de colocar mejor la voz, tratar de respirarlo, la dicción, hay un montón de cosas a las que uno suma la parte interpretativa y así se llena el todo de la canción, digamos.





¿A ese laburo profundo conviene desarrollarlo con un profesor, y en Buenos Aires, donde como dicen ‘atiende Dios’ y por eso ahí están los mejores? Porque también ahora hay tutoriales al alcance de cualquiera, material teórico muy rico a un doble cllc de distancia.  





-Y, sí… de alguna manera sí. Yo he realizado muchas clases virtuales, pero no es lo mismo que estar cara a cara con un profesor. También he tenido oportunidad de hacer técnica vocal con Hugo Ponce, en la Academia de Valeria Lynch. Él era solista del Coro del Banco Provincia, y cuando estábamos ahí teníamos ocasión de tomar ese tipo de experiencias, ‘face tu face’ es otra cosa. Eso me sirvió mucho, cuando fui a Buenos Aires me metí en la Academia de Valeria Lynch y el conocimiento en un lugar así tiene mayor profundidad, y lo incorporás más fácil. Pero todo sirve, las clases virtuales también. Yo permanentemente estoy hurgando, tratando de encontrar profesionales a los que les pueda absorber algo de conocimiento. Es así.









“Henderson es mi lugar en el mundo”





¿Por qué te volviste a Henderson? Ya estabas cantando en lugares emblemáticos, vinculado con grandes del género, desplegando una carrera promisoria.





-Uno tiene etapas en la vida. Yo estaba recién casado, mi mujer hacía la residencia de Ginecología, y más allá de mi gusto por la música y mi pasión por el canto, siempre quisimos vivir en Henderson (ella también es de allí). Henderson es mi lugar en el mundo. Ella además fue mi vecina, vivíamos a dos casas de distancia, enfrente de la plaza, nos conocemos prácticamente desde que nacimos y siempre nuestra idea fue volver a nuestro lugar. Me iba bien cantando, pero no podía vivir de eso, necesitaba trabajar.





Entonces, en 2005 se produce otro vuelco en su vida: le ofrecen una gira en Barcelona que implicaría un mes fuera de Argentina, pero la empresa para la que trabajaba se plantó: ‘No te damos un mes, si querés hacer la gira vas a tener que renunciar”. Él no renunció, ni se fue a cantar a la hermosa ciudad en una de cuyas ramblas una madrugada Charly García escuchó que una madre le espetaba a su hija en una discusión: “Y no te olvides que yo soy la hija de la lágrima”, y decidió titular así su ambiciosa ópera rock. Pero Tamborenea no agachó la cabeza, porque ese mismo día la hormiga de regresar comenzó a recorrer su interior, con un final cantado. Mientras tanto no se calló, siguió dándole cuerda a su voz en peñas y encuentros artísticos de un tono más bien informal. “Dije ‘listo, despunto el vicio así y me dedico a otra cosa’. Y ahí tomamos la decisión de regresar a Henderson”, que se hizo efectiva en 2008.





En casa fue director de Cultura durante casi siete años, hasta el 2015. “Y enseguida, gracias a un amigo que administraba un hotel importante en Mar del Plata, volví a cantar”. Ese compa le ofreció realizar shows semanales de música variada en el hotel a su cargo, y ese espaldarazo le brindó un envión que aún sigue propulsándolo. De hecho, el acuerdo con su amigo continúa vigente, y cada tanto empaca petates y se marcha a ‘la feliz’ a hacer temporada. No será Barcelona, pero…





“Desde entonces no paré. Me di cuenta de que era lo que quería, tuve el apoyo de mi familia, que me acompañó y acompaña, y hoy continuamos transitando este hermoso camino”, expresó Marcos dese Henderson, donde atiende su propio local de venta de implementos para parque y jardín.





Mientras tanto, su compañera se incorporó al hospital municipal y abrió un consultorio privado, y también viaja una vez por semana a atender en Bolívar. Además, ahora son padres, es decir que la canción original va ramificando.









La razón que te da Mora





Aquél convite al hotel marplatense, que en rigor nació como una prueba piloto, un ‘venite y vamos viendo’, operó como una suerte de ángel de la Guarda con la cara de su amigo. Es que desde entonces a Tamborenea no dejaron de surgirle propuestas de laburo. Así, hasta arribar, de buenas a primeras, a otro alto mojón en un camino que sigue hacia el norte aún con sus meandros: fue en abril de 2019, cuando se “encontró” con la chance de un casting para integrarse a la Compañía de la bailarina Mora Godoy, una figura encumbrada en el firmamento actual del espectáculo argentino. Superó la prueba, y continúa con ella hasta hoy. Godoy, que ha de tener para elegir ya que motones querrían estar a su lado recorriendo los mejores escenarios, lo eligió a él; convengamos que por algo ha de ser.





A la par, el cantante cuenta ahora con grupo y función propios. De hecho, el bandoneonista de la alineación es Rubén Exertier, quien por cuestiones personales no está participando estos días. De tal modo, Tamborenea encara sus conciertos con la certera apoyatura del Caracotche Moro Trío, esto es Juan Caracotche en piano y dirección musical; Orlando Moro en bajo, y Mauro Caracotche en percusión y batería. Más Fabricio Di Paulo, invitado habitual en guitarra. “Hoy estoy en una etapa en la que he vuelto a cantar aquellas cosas que interpretaba antes de la irrupción del tango en mi vida”, puntualizó entusiasmado. En Más que tango (otra acepción posible es masque tango), espectáculo que él mismo produce, Marcos canta piezas tradicionales del género ciudadano más Piazzolla, “y pasamos por Sandro, Serrat, Cortez, Favio, con bailarines y actores”, enumeró.





El bautismo de fuego de Más que tango sucedió hace dos fines de semana en casa, Henderson. Luego se presentó en Daireaux, y tiene en agenda funciones en Mar del Plata (octubre) y Baires (noviembre), más otra en Henderson, en el aniversario de una empresa importante. Tamborenea proyecta llevar su armado a recorrer el país y lo que se pueda del mundo, un itinerario soñado que le guarda un lugar a Bolívar, donde siempre se ha sentido a gusto, remarcó.





Por lo demás, su foco artístico reserva estos días un rayo de luz y una energía a la grabación de material “en buena calidad” para echar a volar a través de las plataformas digitales de audio, y que cada vez más gente se enamore de su voz, como decía aquella canción de Los Auténticos Decadentes, con el detalle nada irónico de que este tipo canta bien en serio, escuchar para creer o sellarse los oídos para siempre.





Chino Castro


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