10 de octubre de 2023
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Tras los dichos negacionistas del candidato Javier Milei en el primer debate presidencial, este diario recabó algunas opiniones de figuras públicas bolivarenses comprometidas en la militancia por los derechos humanos, quienes rechazaron de plano la reivindicación de la dictadura que expuso el líder de La Libertad Avanza y que aglutina el acuerdo de diversos sectores sociales y de compatriotas en general.
Uno de los convocados es el actor y director teatral José María Alabart, que nos envió un texto que, bajo el título El negacionismo y la patria chamuyera, publicó hace unos días en su Facebook:
“Desde hace algún tiempo se ha instalado de nuevo una discusión respecto de la última dictadura cívico-militar-eclesiásticaempresarial-mediáticajudicial que ya debería estar saldada. Todo comenzó con las vociferaciones marginales de Cecilia Pando cuando se reiniciaron los juicios a los genocidas, con el andar de los años fue encarnándose en sectores políticos de la derecha y de la ultraderecha. Uno de los primeros en tomar la posta de Pando fue Macri con su nefasta frase: "El curro de los DDHH", la prohibición durante su gobierno de que en la TV Pública y Radio Nacional se hablara de "dictadura cívico-militar", había que decir "dictadura" a secas. Luego Avelluto y Lopérfido se sumaron al coro reivindicador de genocidas, la SCJN también aportó lo suyo con el horroroso 2x1 que la movilización popular supo echar por tierra.
“Ahora aparecen otras versiones corregidas y aumentadas. Se niega la cifra, se habla de dos demonios, cuando se dirigen a militantes de las organizaciones armadas de los 70 hablan de terroristas, no de guerrilleros, por el contrario no hablan de Terrorismo de Estado sino de "excesos" (palabra que ya habían utilizado los genocidas cuando en 1983/84 ensayaron una "autocrítica"), reflotan la frase "guerra sucia" y alguna que otra hijaputez que ahora se me olvida. Si bien es fulero este panorama no es sorpresivo; sabemos que los partidos derecha y la ultraderecha, la SRA, la UIA, la Iglesia y la prensa canalla siempre avalaron y estimularon cada uno de los Golpes de Estado que se produjeron desde el ‘30 al ‘76. Lo que sí me sorprende es que ese discurso, que hasta hace poco no tenía cabida más allá de los siempre, hoy parece haber calado en los sectores populares que votaron a Larreta, Bullrich y Milei en las últimas PASO.
“Y es aquí cuando hace su aparición la Patria Chamuyera. Como siempre la prensa hegemónica, que hace tiempo le ha declarado la guerra a la democracia, sale (de maneras más solapadas o directas, depende la sutileza o torpeza de cada periodista) a "aclarar" ciertos dichos. Entonces siniestros periodistruchos nos quieren embaucar con que Milei no está tan errado porque la cifra de los desparecidos es de 8.753 en virtud de que esa es la cifra oficial que recogió la CONADEP, una verdad a medias y, como tal, una falacia.
Es cierto que las denuncias registradas oscilan entre los 7 y 9 mil casos, pero esto contiene solamente a los que se animaron a denunciar porque como había un plan de exterminio y terror de parte del Estado, mucha gente aterrorizada no se atrevió, otros familiares de desaparecidos no lo hicieron porque tenían claro que no obtendrían respuestas de las autoridades policiales, jurídicas y gubernamentales.
Los malvivientes mediáticos baten el parche con que la cifra de 30 mil fue tomada al azar, o que fue una mesa de negociación con ong"s europeas para que subsidiaran a los organismos de DDHH. Otra visión, más perversa aún que la anterior, nos dice que "el número de 30 mil se utilizó para lograr que fueran considerados crímenes de lesa humanidad" (SIC). Mienten estos miserables: para que se reconozcan como crímenes de lesa humanidad no hace falta llegar a un mínimo de víctimas, sino probar que cualquiera de las atrocidades y delitos de carácter inhumano, formaron parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, cometido para aplicar las políticas de un Estado o una organización e incluyen una gama de delitos contra las personas, como el homicidio, la esclavitud, la violación, la tortura y la desaparición forzada, sin importar la cantidad de damnificados.
Lo demuestra el hecho de considerar crimen de lesa humanidad el secuestro, desaparición y asesinato del periodista peruano Pedro Yauri a manos del Grupo Colina, escuadrón parapolicial que operaba para el ejército durante el gobierno de Fujimori.
“Todo esto no es opinable, ni una idea peregrina de un gobierno o grupo que pretende llevar agua para su molino, sino consideraciones realizadas por la ONU, la CIDH, el TPI y la CPI que dieron lugar al Acta de San José de Costa Rica, al Estatuto de Roma, al Protocolo de Minnesota, tratados internacionales a los que adhiere nuestra Constitución Nacional a partir de la reforma de 1994.
“Cuando los organismos de DD.HH. hablan de 30 mil desparecidos explican que la cifra se deduce de la denuncia realizada por Rodolfo Walsh a través de la Carta Abierta a la Junta Militar del 24/3/77 donde hablaba de 15 mil víctimas, que el ejército argentino admitía en documentación interna un número de 22 mil entre muertos y desaparecidos para mediados 1978 y el resultado de diversas variables tenidas en cuenta para su valoración, entre las que se encuentran por ejemplo la cantidad de centros de detención y exterminio y el número proporcional de habeas corpus presentados. Los centros clandestinos existentes entre 1974 y 1983 reconocidos oficialmente fueron 762. Es decir, solo basándonos en este número oficial, con que hubieran pasado “tan solo” cuarenta personas por cada uno de ellos, se llegaría fácilmente a la cifra de 30 mil.
“Son 30 mil, hubo un solo terrorismo: el terrorismo de Estado; Memoria, Verdad y Justicia; NUNCA MÁS”. Mañana, un par de testimonios más.
Chino Castro
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