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Música medicinal

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Escribe: Mario Cuevas.

El vocalista Bobby McFerrin se hizo conocido ante el gran público por su canción ‘Don’tWorry, Be Happy’, primera en las listas de Estados Unidos en 1988, incluida en el film ‘Cocktail’ (en el videoclip del tema  aparecía haciendo monerías junto a Robin Williams).

Antes, había iniciado un recorrido por clubes y cabarets de New York, además de realizar una interesante participación en el Playboy Festival de Jazz, grabar un par de discos para el sello Elektra y el empujón que le significó la invitación de Bill Cosby para que colabore en su show.

El problema surge cuando hay que describir el arte de Bobby McFerrin. Es, básicamente, un cantante. Cómo canta, ya es otra cosa. Usualmente se presenta sin ningún acompañamiento musical, sólo, sentado en un taburete y con un micrófono. Con su mano izquierda sostiene el micrófono y con la derecha golpetea su pecho para hacer ritmo y también modificar su voz que posee un rango increíblemente extenso. Voz que le permite armar el ritmo, la armonía y tejer las melodías, jugar con sus ya característicos falsetes o recurrir a diferentes recursos con sus labios o su garganta.

Está claro que para presentarse de esa manera, aparte de ser un artista de excepción, hay que tener algo de showman, y Bobby lo tiene: humor, irreverencia, espontaneidad, imaginación, ilusionismo y manejo de la audiencia.

Dice: “La voz es la madre de todos los instrumentos, mientras que el tambor es el padre…”, también asegura que la voz es el instrumento perfecto, nadie más autorizado que él para aseverar tal definición.

Cuando pasamos del cómo al qué es lo que canta y lo que graba McFerrin aquí la paleta de colores se amplía hasta límites insospechados: pop, Beatles, música étnica, repertorio afro norteamericano, standars de jazz (tiene dos discos y ciento de presentaciones con Chick Corea); música clásica Mozart, Bach y otros compositores acompañado del chelista Yo YoMa o de la Orquesta Filarmónica de Viena; experimentaciones con el bajista Richard Bona y la agrupación Yellowjacket; humor y música conlos actores RobinWilliams y Jack Nicholson o con Los Muppets.

No hay fronteras en la obra de McFerrin, tampoco hay nada que su voz no pueda abordar y cantar.

La infancia de Bobby estuvo rodeada de música, sus padres estaban vinculados con la ópera, su hermana también cantaba. Su padre enseñaba canto y fue una influencia decisiva para Bobby. Lo impresionaba su rigurosidad, la manera de exigir a los alumnos, pero a la vez le conmovía su humildad y la actitud de agradecimiento hacia Dios por la voz que le había brindado. Decía que su trabajo era cuidar ese regalo, el don que se le había concedido.

Se segundo escuela fue su experiencia escuchando los grandes artistas e improvisadores:Keith Jarret, Miles Davis, HerbieHancock. De Jarrett opinó la última vez que visitó Argentina: “vi cuán lejos podía llegar él confiando en sus propios impulsos, yendo más y más profundo en ese mundo muy privado donde ocurre la creatividad”

Durante su secundario, Bobby aprendió clarinete y piano pero sentía que ninguno de esos instrumentos lo representaba. Recién cuando descubrió su voz y tomó real conciencia de lo que podía hacer con ella, es que se sintió cómodo. Se dio cuenta que su canto impresionaba a la gente, comenzó a grabar su voz, estudiando y proyectando sus posibilidades. Durante dos años dejó de escuchar cantantes porque quería descubrir su propio sonido sin copiar a nadir ni recibir ningún tipo de influencias.

Para McFerrin la voz es un don que va más allá de ser sólo un medio de expresión: “La utilizo como un poder calmante cuando me siento angustiado o tengo miedo; siempre canto cuando me siento así, conduce a mi mente por lugares lejanos. Cuando era pequeño, para aliviarme del dolor mi madre me daba una aspirina, pero también me ponía música en la radio, usualmente clásica. Estoy convencido que toda música tiene la capacidad de influir y cambiar el humor. Lo mismo sirve el rock que el jazz o lo que se quiera”.

Con esta idea surgió “Medicine Music” (1990), escrito, arreglado y producido por él mismo, disco que incluye ‘The 23rd Psalm’ dedicada a su madre y en un par de canciones canta su padre, que es cantante.

 

Vocabularios

“VOCAbuLaries” (2010) marca el regreso luego de un silencio discográfico de casi ocho años. El álbum está producido por Roger Treece, que es también el co-autor de la mayoría de las canciones junto al vocalista, además de aportar su voz y ejecutar algunas percusiones.

La unión de McFerrin-Treece se logró gracias a la persistencia de Linda Goldstein, manager y productora de nuestro protagonista, quién ideó una nueva forma de ensamble, con McFerrin como columna vertebral pero dejando a libre albedrío las improvisaciones de cada vocalista invitado. Ahí estaban Lisa Fischer, la brasileña Luciana Souza, JanisSiegel (de Manhattan Transfer) y el ensamble de cantantes del grupo New York Voices. Los cantantes fueron grabados a un mismo tiempo en pequeños grupos, para crear un ‘coro virtual’ de más de 1.400 voces.

Las líricas de estas siete canciones apuntan a varios idiomas: latín, italiano, sánscrito, zulú, español, ruso, hebreo, portugués, mandarín, japonés, francés, árabe, alemán, inglés, irlandés, y una lengua imaginaria que improvisa el McFerrin.

“VOCAbuLarieS tiene frases y palabras de muchos idiomas, pero también tiene mucho de un idioma inventado, creado para la ocasión. Cuando improviso, me gusta tocar con sílabas, usando diferentes sonidos de consonantes y vocales – explica Bobby – Algunas veces la gente me dice que eso suena como un lenguaje que conocen; incluso una vez una mujer llegó a asegurar que estaba hablando en un lenguaje africano, uno que yo ni siquiera había escuchado mencionar. El espíritu de ese lenguaje universal es parte de lo que quisimos volcar al crear la música coral para VOCAbuLarieS. Estoy muy interesado en los sonidos que pueden lograr nuestras voces, mostrar cuán profundamente los sonidos comunican y el modo en que diferentes lenguas han evolucionado desde nuestro impulso humano básico de hablarnos los unos a los otros.”

 

La escala pentatónica

Su rol de ‘One-Man Band’ (un hombre sonando como una banda) exige a los oyentes un esfuerzo extra. Como es lógico, Bobby no puede realizar el bajo, el ritmo, la armonía y la melodía al mismo tiempo, lo que hace es ir intercalando cada una de las partes, de modo que los oyentes, a medida que escuchan, van ‘completando’ los huecos dependiendo de su sapiencia, imaginación o simplemente con el conocimiento musical que poseemos en nuestro inconsciente.

En el año 2009 McFerrin participó en el WorldScience Festival realizando un experimento etnomusicológico con la audiencia. La conferencia llevaba por título ‘Notas y neuronas: en busca del coro común’. Allí se intentaba buscar respuestas sobre la música, si está determinada por la cultura, si la reacción al ritmo y la melodía es innata o está influenciada por el entorno y el medio ambiente.

Bobby McFerrin se paró en un punto del escenario y cantó una nota de la escala pentatónica (modo musical constituido por una sucesión de cinco notas), pidiéndole al público que la repita, luego se paró en otro punto imaginario, a la derecha, cantando una nota más alta, el público lo siguió. Luego, dejó que la audiencia cantara las notas a medida que el recorría los puntos imaginarios formando escalas con el canto de la audiencia.

Luego del experimento, Bobby se sentó a la mesa dónde estaban los científicos y dijo: “lo que me resulta más interesante de esto es que no importa dónde esté, donde sea, todas las audiencias lo entienden… No importa dónde… Es la escala pentatónica…”

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