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martes, 07 de mayo de 2024
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San Carlos de Bolívar

Salamanca, la ciudad a la que siempre volvemos

Escribe: Walter D´Aloia Criado

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Volver a Salamanca es siempre volver a las raíces.  Ya desde el tren,  al otro lado del Tormes la ciudad se alza como un ” alto soto de torres” al decir de Unamuno. Entrando en ella nos dejamos perder por sus calles, por sus plazuelas, por sus palacios y sus conventos. Si bajamos por la calle de la Compañía,  río de estudiantes al atardecer, vamos desde las torres de la Clerecia y la Casa de las Conchas hasta el Palacio de  Monterrey y la Purísima, en la plaza de las Agustinas, joyas del arte en piedra. En piedra de Villarmayo, color canela, y que se torna dorada al avanzar la tarde y parece que se enciende al caer el sol.

Por la calle de Bordadores llegamos a la Casa de las Muertes y la Casa donde murió Unamuno y  luego al Campo de San Francisco, pasando las Úrsulas y la Vera Cruz, exaltación del barroco en sus altares. Por la Plaza Mayor, la más bella de las plazas de Europa, pasa la vida de la ciudad. Siempre animada y siempre encantadora con sus cafés y sus terrazas. Allí, si es invierno, en el Café Novelty, con las mismas mesas en las que se sentaba Unamuno podemos saborear un chocolate con picatostes y si es verano en la terraza gozar del buen vino de la Ribera y el mejor jamón del Mundo, el de Guijuelo.

Salamanca es inagotable. La Universidad con su maravillosa portada plateresca y los claustros donde enseñó Fray Luis de León y aprendió Manuel Belgrano. Y ese inmenso relicario de Iglesias y de Conventos… 23 llegó a tener la ciudad: las Isabeles, las Agustinas, las Claras, las Úrsulas, la Madre de Dios. Y esos palacios que proclaman en blasones viejos linajes: Maldonados, Solís, Rodríguez de Ledesma… Más allá, saliendo ya por los caminos, entre encinares y toros bravos, llegamos a esos pueblos que poblaron la infancia de muchos de nosotros, los pueblos de los abuelos, pueblos de nombres sonoros y casas de piedra con callejas donde aun se oyen las esquilas de los rebaños.

Pueblos de la tierra de Vitigudino, La Peña, Pereña de la Ribera, Cerralbo,  Villasbuenas, Cabeza del Caballo, Encinasola de los Comendadores, Aldeadavila de la Ribera, Cerezal de Penahorcada…

Cae la tarde frente a las dos Catedrales, frente a San Esteban, donde Colón discutió con los frailes.

Ciudad mágica y única, a la que siempre volvemos y repetimos en palabras de Cervantes: “Salamanca , que enhechiza la voluntad de volver a ella…”

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