17 de agosto de 2022
El gran triunfo de José de San Martín justamente no fueron sus batallas… fue el triunfo sobre los grandes y pequeños egoísmos que hay en uno mismo. Fue maestro en artes tan difíciles como la humildad y la honestidad, fáciles de pregonar, pero difíciles de enseñar con el ejemplo.
Dio el ejemplo renunciando a los premios que recibía donándolos para bibliotecas o escuelas. Así lo hizo en Chile y en Perú. Era capaz de hacer lo mismo que le exigía a su gente.
Ese San Martín que nosotros recordamos no es el San Martín que ganó batallas, las ganó aquí, en Chile, en Perú y en Ecuador, países que le deben su independencia y donde se lo recuerda y respeta - lamentablemente- mucho más que en Argentina.
El ejemplo más grande, nos lo dejó con su renunciamiento: “me voy, primero, por no mandar. Segundo, por la convicción de no poder sustraerme a las divisiones..." … las agitaciones de 19 años de ensayos en busca de una libertad que no ha existido y las difíciles circunstancias en que se halla nuestro país, hacen clamar al general de los hombres (que ven sus fortunas al borde del precipicio y su futura suerte cubierta de una funesta incertidumbre) por un gobierno vigoroso: en una palabra, militar.
Porque el que se ahoga, no repara en lo que se agarra. Igualmente convienen (y en esto todos) en que para que el país pueda existir es de absoluta necesidad que uno de los dos partidos en cuestión desaparezca.
Se trata de buscar un salvador que, reuniendo el prestigio de la victoria, el concepto de las provincias y un brazo vigoroso, salve a la patria de los males que la amenazan, la opinión presente es que ese candidato es el general San Martín.
Ahora bien, partiendo del principio de ser absolutamente necesario el que desaparezca uno de los dos partidos contendientes, por ser incompatible la presencia de ambos con la tranquilidad pública, ¿será posible sea yo el escogido para ser el verdugo de mis conciudadanos…?
No, jamás, jamás mil veces preferiré envolverme en los males que la amenazan y ser el instrumento de tamaños horrores.
Por otra parte, después del carácter sanguinario con que se han pronunciado los partidos ¿me será permitido por el que quedase vencedor, usar de una clemencia que está en mis principios o se me obligaría a ser el agente del furor de pasiones exaltadas que no consultan otro principio que el de la venganza?
Mi amigo, seamos claros, la situación del país es tal que al hombre que lo mande no le queda otra alternativa que la de apoyarse en una facción o renunciar al mando. Esto último es lo que yo hago…
No faltará quien afirme tener la Patria un derecho de exigir de sus hijos todo género de sacrificios; yo responderé que esto, como todo, tiene un límite: que a ella se deben sacrificar los intereses y la vida, pero no el honor y los principios…” (José de San Martín (carta a Tomas Guido- 1829)
Tenemos héroes que no llegan a los libros, que no llegan a las cámaras ni a los diarios y que creen que la humildad, la honestidad, la solidaridad y la sinceridad son valores que valen la pena. Si no podemos tomar como modelo a San Martín tomemos como modelo a una madre, a un padre que trabaja honradamente, a alguien que no roba, que es sincero, solidario, generoso y respetuoso, estamos llenos de modelos, él es uno, pero el país está lleno de modelos.
Posiblemente no son tan famosos porque no tienen rating, pero son verdaderos y algún día serán triunfadores porque de ellos si se van a seguir acordando sus vecinos, amigos, hijos y parientes, aunque hayan sido pobres.
Ése es el ejemplo que nos dejó San Martín, por esta razón como dice la canción “grande fue cuando el sol lo alumbraba y más grande a la puesta del sol”
Adhesión de la AC Sanmartiniana de Bolívar, en el 172 aniversario del paso a la inmortalidad del general Jose de San Martin
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