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Si a Marcos Pisano le va bien, a los bolivarenses también

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Para que a una comunidad le vaya bien, a un intendente debe irle bien, y ese es el deseo de todos los bolivarenses, los que lo votaron y los que no, para esta gestión de cuatro años por delante que asumirá hoy Marcos Emilio Pisano.
Marcos ha logrado construir el político que es hoy en esta larga carrera que ya lleva más de 10 años, ya que fue parte del grupo de jóvenes que acompañó al rompimiento del PJ con José Bucca en 2005 para unirse al Frente para la Victoria. De allí en más comenzó el camino que, paso a paso, lo depositó en la Municipalidad dos años atrás, como intendente suplente, y que hoy asumirá como gestión propia por decisión de la gente.
Pisano se transformará en el segundo interino en gozar del voto popular para quedar confirmado como titular. El primero, allá lejos y hace tiempo, fue Manuel Chatruc Miguez, a quien le tocó reemplazar a Nicolás Rueda cuando el entonces intendente peronista falleció en el ejercicio de la gestión.
Este Marcos Pisano que vemos hoy dista mucho de aquel que encabezó la lista de concejales 2013, las primeras legislativas luego de que Bali Bucca fuera elegido intendente en 2011. Aquel Pisano era desconocido casi, luego la función en la Udai local de Anses y su desempeño en el Concejo Deliberante lo hicieron más “popular”.
Bali lo hizo renunciar a la concejalía del 2013 para llevarlo de candidato a primer concejal, su intendente suplente, en 2015, suponiendo que en algún momento iba a poder dar el salto fuera de la ciudad, lo que logró en 2017 con la diputación nacional de Cumplir. Para ese entonces, Pisano ya era un político formado, hecho y derecho, con cuatro años de experiencia en el Concejo Deliberante, un par en el Anses y más de 10 de militancia.
No le costó tomar las riendas del Ejecutivo. Para ese entonces todos tenían claro que el segundo de Bali era Marcos, incluso desde siempre, al margen de que Siro Flores fuera el intendente suplente en los primeros cuatro años de gestión del hoy diputado nacional.
Pisano sorprendió a propios y a extraños con el manejo de la cosa pública, aún en tiempos en que la Provincia y la Nación eran de otro color político al de la comuna. Le dio una impronta distinta a la de Bali, recuperó el valor por los servicios urbanos, se reconcilió con el sector agropecuario, fue un intendente más local, y eso lo fue fortaleciendo, al punto de que muchas mediciones antes de las elecciones lo daban con porcentajes de aceptación de gestión incluso por encima de los que tuvo el mejor Bali.
El 11 de agosto tuvo la primera prueba, y superó por unos 800 votos a la suma de quienes compitieron en la PASO de Juntos por el Cambio. El 27 de octubre fue otra cosa, le propinó al radicalismo local (base principal de la coalición opositora en Bolívar) la peor derrota de la historia, de 1983 a la fecha, con más de 4.500 votos de diferencia, sólo superado por los más de 6.000 que le sacó Juan Carlos Simón a Alicia March en 1999, con un contexto totalmente distinto.
El Pisano que hoy jurará como intendente para sumir un mandato propio se preparó como pocos para ocupar este cargo, quizás por la falta de “títulos rimbombantes” que no lo acompañan en su vida personal; pero con un sentido común y de ubicación en la realidad que pocos intendentes han tenido en las últimas décadas. Con esos atributos estuvo los últimos dos años, los potenció, y con esa suma emprenderá este nuevo camino, con Provincia y Nación a favor, y con muchos sueños que todavía restan cumplir. Si a Pisano le va bien, a los bolivarenses también, el mayor de los éxitos en esta gestión que se inicia.
Angel Pesce

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