Hay que aceptar, resignadamente, que todo tiene un final, incluyendo las buenas ideas y las mejores realizaciones posibles.
No obstante es también irremediable que el cierre de esta expo, como todas las que hemos tenido la satisfacción de vivir en este predio que sentimos tan nuestro, nos causa un dejo de tristeza. Porque a lo largo de 5 días hemos sido privilegiados testigos de un hecho social casi sin precedentes entre los bolivarenses y que fue posible porque las dos instituciones centrales de nuestro medio, la Cámara Comercial y la Sociedad Rural, se pusieron de acuerdo pensando exclusivamente en la gente.
Hubo gratuidad en la entrada, lo mismo en los stand para los socios, se invirtió en espectáculos al aire libre para que los comercios gastronómicos hicieran su trabajo, se apostó por ello y se ganó. El triunfo está dado por el éxito que significó esa conjunción. La tristeza, por ello, es la que siempre procede al buen recuerdo.