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Para mirar el mundo como Olga lo miraba

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Fue presentado el libro OLGA la guardiana mapuche, que cuenta la historia de vida y de militancia de la vecina bolivarense Olga Garay, tataranieta del cacique Andrés Raninqueo y militante de los pueblos originarios, una causa a la que dedicó buena parte de su vida.

El volumen fue ideado y elaborado por el colectivo Mujer Originaria, básicamente por Ana Karina Martínez, Mónica González y Candela Castillo González, e ilustrado por Mariela Holgado ya que se pensó en una obra destinada directamente a pibes y pibas de escuelas primarias, por eso esta primera tirada, de setenta y cinco ejemplares, se entregará en forma gratuita a escuelas del Partido.

La otra pata del proyecto es la Dirección municipal de Derechos Humanos y Políticas de Género, que financió la edición, realizada en la imprenta local Centro, y auspició toda la iniciativa. Para la presentación, se convocó a chicos/as de varias escuelas de la ciudad, que abarrotaron la sala “Domeño” del Cine Avenida: la 1, la 2, la 6, la 51, la 9, la 501 y alguna más, estuvieron representadas.

Junto a público en general. La mesa fue ocupada por Martínez, González, Holgado, Marianela Zanassi, directora municipal de DD.HH. y Luis Herrera, uno de los tres hijos de Garay. En las palabras de bienvenida, Zanassi narró cómo se desarrolló el proyecto, que demandó mucho tiempo y esfuerzo para crear una obra que interesara a las futuras generaciones en la vida y la militancia de una mujer con una historia que debía ser contada, y este es el imperativo tras el que caminaron todos los involucrados en el proyecto, casi al modo de una utopía que desde el lunes es colorida realidad.

Y para que los pibes pudieran “mirar el mundo con los ojos de Olga, como ella lo miraba”, dijo la funcionaria, una frase-síntesis del espíritu de la iniciativa, que empleamos como título de este artículo. Una manera de ver, y de sentir, que también ha contribuido y seguirá contribuyendo a forjar nuestra identidad, como argentinos y bolivarenses.

Luego se dirigió a los presentes Ana Karina Martínez, que entre otras cosas evocó las largas jornadas de cocinado del proyecto, que incluyeron tardes enteras en casa de Mónica González tomando mates mientras leían documentos y documentos de utilidad para elaborar el libro. Hasta que un día cayó esa chispa que las decidió a empezar y terminar.

Una tarea, la de la escritura, en el que jugó un rol clave Candela Castillo González, estudiante de Literatura que brindó la orientación adecuada para ‘tocar’ con el mensaje el interés del público infantil, que es el que mañana defenderá el legado de Garay y continuará levantando la bandera del rescate y la defensa de los derechos de los originarios.

Toda la historia es contada por una calandria, el personaje central del libro, que lleva el relato de cada capítulo. En el proyecto también participó el Archivo Histórico municipal, que mediante su encargado, Santos Vega, y su equipo de trabajo, digitalizó lo elaborado por las autoras. Después habló González, quien promovió un interesante intercambio con los chicos, al preguntar, por ejemplo, para qué sirve un libro, lo que cosechó interesantes respuestas y una fundamental: para guardar la memoria, definición de un pibito que seguramente produjo en los autores del libro la satisfacción de comprobar que todo el esfuerzo no ha sido en vano.

Porque la memoria que guarda este volumen es la de una mujer fundamental de nuestra sociedad, justamente por haber dedicado su vida a guardar la memoria mapuche, el pueblo al que perteneció. Finalmente habló Luis Herrera, hijo de Olga, y hubo música en vivo, con La Fábrica del Ritmo y Franco Campo. Este último escribió una canción a Garay, que figura en el volumen en idioma castellano y mapudungún, la lengua mapuche.

Chino Castro

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