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“No hay tiempo de más, si no imponemos otra política no habrá esperanza”

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“Esta política es bestial, al hueso, van a profundizar por lo tanto no hay tiempo de esperar”, o mataremos la esperanza, alerta Ramiro Berdesegar, del PCR y la Corriente Clasista y Combativa. “Hay que avanzar en la hegemonía de un programa, porque a estos tipos hay que enfrentarlos y tirarlos. Pero no puedepasarnos que venga otra variante de los sectores dominantes, que apenas perfume”, despliega su visión el dirigente nacido en Bolívar, que se mantiene en pie de un optimismo activo en medio de la tempestad: “Hay una decisión férrea de pelea, y se incorporan sectores. De eso algo bueno ha de surgir, y la política tendrá que leerlo”.

La última vez que hablamos, fue en la primavera del año pasado. Aún no había ocurrido la elección general, ni por supuesto el ballotage. Pasaron muchas cosas desde entonces. ¿En dónde estamos hoy, según tu visión y la del PCR?

– Hay una nueva Argentina desde el 10 de diciembre, con la llegada de Milei y sus retrógradas ideas de transformación en los distintos aspectos, no sólo de la política argentina sino de lo social, lo sindical, lo organizativo.

Lo cultural, fundamentalmente. Tal vez aplique acá la definición de Thatcher sobre su proyecto: “Vamos por el alma, la economía es un medio”. En Milei pareciera que hasta los negocios son un medio para cooptar el alma del ser argentino.

– Si uno escucha lo que dicen, que el modelo de país es la Argentina de 1880, la de Roca, uno se grafica hacia dónde quieren ir estos tipos, porque era la Argentina después de la síntesis, después de tres grandes genocidios de las naciones y pueblos originarios. En Los 4 Vientos, acá en Bolívar, ocurrió la última derrota del gran Calfucurá. Los terratenientes, fundamen-talmente bonaerenses, se quedaron con miles de hectáreas, después de la caída de los caudillos federales, que tenían otra idea de estado-nación, y de la derrota del pueblo paraguayo en la guerra guasú. Esa Argentina de 1880 es la síntesis del triunfo de la oligarquía terrateniente y la conformación del estado-nación a partir de sus principios e intereses. Una Argentina brutalmente desigual, con sólo el 5 por ciento de la población alfabetizada, con los obreros rurales, que tardaron treinta o cuarenta años en rebelarse, y que se expresó en la Patagonia en 1923. Ramiro Berdesegar, miembro del comité central del Partido Comunista Revolucionario (PCR) y de la mesa federal de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), estuvo en Bolívar el martes, donde encabezó la charla en homenaje a su coterráneo César Gody Álvarez, al cumplirse ese día cuarenta y ocho años de su secuestro y desaparición. Ocurrió en la Biblioteca Rivadavia, y estuvieron presentes familiares de Gody -fundamentalmente su hermana Amelia-, interesados en general y militantes del PCR, de acá y de diferentes puntos del territorio bonaerense. Antes de la charla, en la que fue acompañado a la mesa central por Amelia Álvarez y su padre, Jorge ‘Ruso’ Berdesegar, el dirigente dialogó en exclusiva con este diario.

¿Pero por qué y cómo llegamos hasta acá, a una Argentina en la que pibes en motito haciendo delivery en condiciones de precariedad laboral han celebrado el ascenso de Milei, como si fuera el hombre que les va a ordenar la vida?

– Ese es el planteo que nos tenemos que hacer todos aquellos que nos identificamos dentro del campo nacional y popular. Es un fenómeno no sólo de Argentina sino de América Latina, donde después de gobiernos populares, con comillas, se les abre la puerta a gobiernos profundamente de derecha. Está el caso argentino pero también podemos hablar de Correa y Lasso en Ecuador, de Bolsonaro después del golpe a Dilma, de la situación en Perú tras el golpe de Castillo. Digo que nos tenemos que preguntar qué pasa con aquellos gobiernos populares que no tocan los intereses de fondo que les generan el poder a esas oligarquías, a esas clases intermediarias que trabajan para que se beneficien los países imperialistas; qué es lo que nos pasa como pueblo cuando a veces, si bien mejoramos nuestros ingresos y el piso de la Argentina en términos de participación del trabajador y crecen los derechos para el pueblo, no terminamos de tocar los intereses de fondo que sostienen todo un armado.

En los últimos años se habló mucho de la correlación de fuerzas, del horizonte de posibilidades, de que había que ser pragmáticos. Sin embargo hoy casi lo único que puede concluirse es que tanto pragmatismo sólo garantiza la derrota de los sectores populares. El gobierno de Fernández intentó no molestar a nadie para asegurarse la gobernabilidad, y resulta que ahora el pueblo está como está.

– Por eso es muy importante hacer un buen balance de por qué llegó este gobierno. Nosotros creemos que principalmente llegó apoyándose en el hartazgo popular, en las broncas, en las cuestiones insatisfechas. Por supuesto que hizo un falso relato diciendo que iba a resolver todo eso, que iba a tocar a la casta, como los llama, o a los sectores del privilegio y obviamente que termina haciendo todo lo contrario. Pero hay que volver a unir a nuestro pueblo, porque estos tipos cabalgan sobre la división política, social y cultural de la sociedad. Y han tenido el arte de convencer a una parte importante de que el responsable no está arriba sino al costado, que las responsables no son las petroleras que se llevan todos nuestros recursos y tras eso el Estado las subvenciona, sino el que tiene un plan social. Parece que no son el problema las veinte empresas productoras que producen el 85 por ciento de los alimentos, como dice Cristina Kirchner, sino una madre que cobra la Asignación Universal por Hijo.

Nunca el ladrón es una multinacional, sino un pobre tipo que roba en un supermercado porque no tiene para comer.

– El arte está en que han convencido a una parte de la sociedad de eso, sobre la base de tener el control de los multimedios, de las redes, de penetrar continuamente en nuestras casas a través de las ideas, etcétera etcétera.

¿El gobierno anterior debió haber ido más a fondo en algunas cuestiones? Está bien que estamos con el diario del lunes.

– Sí. Porque alguna vez este tipo de política se tiene que acabar, no hay futuro para nuestro pueblo con esta política.

Cuando Alberto asumió, tenía una espalda muy ancha. ¿Quizá fue el momento de hacer cosas que no hizo?

– Sí. Y yo creo que nos ‘tomaron la patente’ cuando no pudimos avanzar con Vicentín. Esa fue una bisagra. Y cuando terminamos legitimando el acuerdo con el FMI, no ya en el último período de gobierno. Esas creo que fueron algunas cuestiones que no supimos sortear por decisión política del gobierno. Creo que todo eso es lo que los sectores populares debemos aprender, mientras enfrentamos este tiempo tal duro. (…) Este gobierno ha vuelto a poner sobre la mesa debates que no son de hace cuarenta y ocho años. Los arroja sobre el tapete para rediscutir la historia, para tratar de justificar una falsa historia, para de ese modo justificar la política que está llevando adelante. Entonces la discusión sobre el tema de la memoria, el castigo y los juicios, no es un debate histórico, sino presente. Porque este gobierno vuelve a discutir sobre la base del negacionismo, en una Argentina en la que Gody Álvarez y los treinta mil, si estuvieran vivos estarían expectantes por la masividad que va a tener esa marcha estudiantil.

Hacia el interior del campo popular se plantea la discusión sobre si dejar que este proceso se caiga solo, se agote, o activar para que suceda, movilizar a la sociedad a la calle a través de los gremios y la política, en el marco de un plan de lucha y resistencia.

¿Qué opinás al respecto?

– Creo que hay que aprender de estos cuatro meses del pueblo argentino, que en una sociedad dividida, con miedos, con presiones, con estigmatización por parte del gobierno, ha ganado la calle. De forma inédita a cuarenta días de la asunción de un gobierno, el movimiento obrero se puso de pie y fue al paro nacional el 24 de enero. Seguido por una cantidad de paros por rama, de docentes, de ferroviarios, de aeronavegantes, de los metalmecánicos, de las organizaciones sociales. Yo soy parte de una organización social, que somos los grandes castigados por esta política, y nos castigan porque los vamos a enfrentar en la calle, por eso la semana pasada recibimos una feroz represión, en la 9 de Julio.

Opinás que la dirigencia política y sindical debería recoger el guante de la calle.

– No hay tiempo para esperar. El sufrimiento es tan grande, que sólo podrían esperar aquellos que tienen la posibilidad de esperar, pero hoy hay gente que no tiene para comer esta noche, hay abuelos a los que el PAMI dejó de darles los remedios, enfermos crónicos a los que les han robado la posibilidad de acceder a su medicación. O sea esta política es bestial, al hueso, es un ajustazo, vinieron para esto, van a profundizar ese camino por lo tanto no hay tiempo de esperar para profundizar la lucha. Si no imponemos otra política en la Argentina, que aprenda de los errores anteriores, que vuelva a unir al conjunto del movimiento obrero con el estudiantil, el campesino, el sindical, el de los derechos humanos, las mujeres, en un programa, acá no habrá esperanza.

Falta justamente alguien que aglutine, un canal político, que en todo caso habrá que construir.

– Yo creo que de todo este proceso surgirán nuevos y nuevas líderes. Pero lo que hay que construir es un centro coordinador, y en eso se está, porque la marcha de hoy (en referencia a la del martes pasado) no sólo es del movimiento estudiantil.

A propósito: ¿tocó una tecla equivocada Milei cuando se metió con la universidad pública? La movilización de hoy sacará a la calle a dirigentes sindicales, organizaciones sociales, estudiantes, laburantes peronistas y de izquierda, profesionales que nunca se movieron de su mesa, gente sin militancia política, radicales que jamás marcharían con peronistas si no se tratara de un tema tan sensible… ¿Puede ser un punto de inflexión, se está a las puertas de la conformación de una nueva mayoría, una nueva configuración social?

– Yo creo que el talón de Aquiles que tiene Milei es que ha cortado ancho y ha tocado a la mayoría de los sectores sociales, incluso las pymes, la burguesía nacional. No hay una economía regional de las treinta cinco que hay, que no esté en la lona. Lo que es posible en este momento es un gran reagrupamiento que los enfrente. Hay que avanzar en la hegemonía de un programa, a partir de ese gran reagrupamiento, porque hay que enfrentarlos y tirarlos al piso a estos tipos. Pero lo que no nos puede pasar es que venga otra variante de los sectores dominantes, que perfume un poco pero termine atacando los derechos del pueblo.

Hay que saber qué hacer el día después.

– Hay que tirarlos pero construir un programa sobre la base de la unidad, con un centro coordinador que una las luchas y que genere la esperanza en lo concreto, en solucionar la vida del conjunto de los trabajadores. Porque las consecuencias de estos tipos en estos cuatro meses ya son atroces y seguirán siéndolo hasta el último día que estén. Por lo tanto no queda tiempo para esperar, hay que construir un programa político que los enfrente. Y a pesar de lo difícil de la situación, con la carga de decenas y decenas de compañeros que no tienen para morfar, nosotros estamos esperanzados en que se va construyendo. Porque quisieron doblegar a nuestro pueblo y lo que se vienen encontrando semana a semana es una decisión férrea de pelea, y sectores que antes no estaban en la lucha callejera, que hoy se están incorporando. Por lo tanto, de eso estoy seguro que algo bueno ha de surgir, si persistimos en ese camino, de unidad, sin mezquindades. Y la clase política tendrá que leer esa situación.

Chino Castro

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