En los últimos días hemos escuchado varios reclamos de parte de algunos vecinos del Barrio Los Zorzales por las reiteradas inundaciones en el vecindario cada vez que llueve, y también oímos quejas de algunos funcionarios por sobre cómo los vecinos se manifestaron o los modos que utilizaron para ir al municipio a comienzos de la Semana Santa, con intenciones de hacer una fogata en la esquina de Belgrano 11 y no precisamente para asar pescado.
Sólo quien sufre las inundaciones puede entender lo que pasa en esa situación. Sólo quienes pierden cosas valiosas, en lo económico o lo sentimental por culpa de que le ingresa el agua a su vivienda saben lo que se siente en ese momento. Ponerse en el lugar del otro es una frase muy linda y solidaria; pero nadie puede ponerse en la piel de los inundados que además saben que la que pasó no será la última.
Ya lo dijo el concejal Luciano Carballo Laveglia: “Guarden las bolsas porque seguramente las van a volver a necesitar”. Es un consejo inteligente de alguien que sabe del tema y se da cuenta que ante el primer chaparrón fuerte, otra vez la calle Newbery será otra vez la que se “tome” el agua de buena parte del barrio, más allá del “río” en el que se transforma la Balcarce, una perpendicular que a raíz de la pavimentación y el escaso desagüe es un problema desde hace ya varios años.
Pero paradójicamente, cuando los que se inundaron fueron los vecinos de calle Newbery (posible mente los más perjudicados de todo el barrio que se erige detrás de la avenida 9 de Julio), las calles más nombradas a raíz de la inundación fueron la Balcarce (que recrea postales de Venecia cada vez que llueve mucho) y la Benito Lynch, que es la que se debe ampliar para, según los funcionarios municipales, poder hacer la obra que le dé un corte a los problemas de las inundaciones en el barrio.
Tras la sesión del Concejo Deliberante en la que se trató la expropiación de una parte de la chacra lindera a la calle Benito Lynch para ampliar dicha vía, LA MAÑANA visitó una de las viviendas más afectadas del barrio Los Zorzales, sobre la calle Newbery, propiedad de la familia Cepeda. La mujer del propietario había sido una de las manifestantes el día de la protesta en la esquina del municipio y junto a su esposo concurrieron al recinto deliberativo y se fueron con la sensación de que nada iba a pasar.
Vecinos desde hace años de ese barrio que han visto crecer, la familia Cepeda nos mostró hasta dónde les entró el agua (hasta dónde no) a raíz de las fuertes lluvias que anegaron el barrio a principios de la semana pasada. De más está decir que en la vereda están las bolsas con arena, que Carballo Laveglia les recomendó seguir teniendo, y ya en el frente se nota la marca del agua hasta la altura que llegó durante el anegamiento.
Dentro de la vivienda, las pérdidas no fueron muchas porque, a sabiendas de lo que pasa siempre, están duchos en subir las cosas, ponerlas en alto a resguardo del agua: “Una noche no dormimos, teníamos muchas cosas arriba de la cama para que no se nos mojaran”, contó la mujer de Cepeda, resignada y sabiendo que no será la última vez que le ocurrirá lo que vivió días atrás.
Las obras, como toda obra, llevan su tiempo, tienen su burocracia, y lamentablemente no van de la mano de las necesidades de los vecinos. Hace mucho que la Balcarce no desagua cada vez que llueve, el canal que desemboca en la Av. Antonio Díaz está demostrado que como está no es la solución, y el que se pretende hacer por la Benito Lynch parece complicado en el plano judicial, al margen de la aprobación que el Concejo Deliberante le dio por mayoría al intendente para que intervenga.
Buscar “parches” que solucionen los problemas en el corto plazo parece lo más adecuado. Ir por las “grandes obras” sabemos que muchas veces no es lo más recomendado cuando se necesitan medidas urgentes para problemas serios. Mientras esto se resuelve, en la vía que sea, vale ponerse en la piel de los vecinos de Los Zorzales, en especial en los de la calle Newbery, que son los que se han venido “tomando” el agua.
Ángel Pesce.
