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Vuelve La demolición, “una obra interesante, que los va a interpelar”

Entrevista con Marcos Hernández, uno de los protagonistas.

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“Es el personaje de mayor carga dramática que me ha tocado”, no duda en afirmar Marcos Hernández, uno de los protagonistas de La demolición, comedia dramática de Vamos de Nuevo que regresará este fin de semana. Le “costó” a la vez que le “encantó” componer a Lázzari: “El crecimiento que siento desde que empezamos a ensayar, es gigante”, aseveró el actor, habituado a otro tipo de personajes.

Te tocó el papel no exactamente del malo, pero sí de quien representa el supuesto progreso para el que hay que llevar a cabo una demolición…

-En realidad, me tocó hacer el papel del más cuerdo de los dos. Que después se ve que tal vez no sea tan así… Obviamente, esto es según la interpretación que cada quien le dé a la obra, una obra que ofrece muchas aristas abiertas a diferentes maneras de pensar, algo que fue discutido en el seno del grupo. Finalmente, salió lo que salió.

Fabricio Real compone a un soñador, Luna, el más humano o sensible de los dos, un romántico que puede verse también como un hombre desquiciado.

-Convengamos que sí, el personaje suyo es el menos materialista, el más romántico. Y conserva su utopía de seguir trabajando eternamente para una empresa para la que tiene puesta la camiseta desde el día 1.

Claro que después se van acercando…

-Claro, vamos ganando empatía. No vamos a spoilear pero hay un momento en el que uno le dice al otro que “usted y yo somos iguales, porque ninguno existimos”. Ahí caen un montón de fichas, se ve que los tipos están en la misma: uno no tiene laburo y hace que labura, y el otro sí tiene laburo pero no obra social.

Está desprotegido también.

-Exacto. No cuenta con ninguna cobertura contra despido, etcétera.

¿Cómo fue construir a Lázzari?

-Ardua fue la labor. Si bien yo tenía una idea de lo que quería hacer y demostrar, fuimos armando mi personaje con Fabricio, que ya había hecho la obra en 2017, y Carlos (Teijón), que es quien quiere volver a contar esta historia de acuerdo a su visión, ya que es el director. Llegamos a un acuerdo los tres en hacerlo de esta manera. Fue complejo, porque en realidad mi personaje es un tipo que no tiene nada, está perdido, lo único que le importa es su laburo, y todo eso dista mucho de lo que a mí me gusta hacer, quiero decir un papel más liviano, como los que he compuesto en teatro. Este, a diferencia de lo habitual en mí, es el personaje de mayor carga dramática que me toca hacer, el primero de ‘peso’ en ese sentido, y realmente me costó.

¿Y te gustó hacerlo?

-Me encantó. Me encantó.

Supongo que te sirve como actor hacer cosas diferentes.

-Obviamente. El crecimiento que yo siento -no sé si lo logré, pero lo siento- desde que empezamos a ensayar, es gigante.

Fabricio destacó lo bien que trabajaron juntos. ¿Lo ves igual?

-Sí. Tenemos mucha conexión sobre el escenario. Nos complementamos y nos acompañamos muy bien, él tiene mucho timing y ‘cancha’ arriba de las tablas, lo que me ayuda muchísimo ya que se desenvuelve de una forma que me hace las cosas más sencillas.

¿Habías visto la versión de 2017 (fueron unas pocas funciones en el Coliseo, con dirección de Teijón y protagónicos de Real y Alejandro Asperué)?

-Sí. No me acordaba casi nada aunque sabía que me había gustado, pero hasta ahí, nada más.

“El producto final me encantó”

¿Y el producto final te satisface, te gusta cómo quedó esta representación?

-El producto final me encantó. Modestia aparte, me gusta mucho cómo quedó. Tiene mucho sentimiento, tiene partes cómicas que sirven para relajar al público y a nosotros mismos, ya que es una obra de mucha tensión entre uno y otro. Hay subidas y bajadas, creo que se logró mucho de lo que se esperaba, y mucho más de lo que yo aguardaba.

Claro, hay situaciones graciosas que ‘ablandan’ semejante drama y aportan matices.

-Es un drama muy duro, ambientado en los noventa, que también podría haber sido el 2001 o la época actual. Lamentablemente la obra mantiene actualidad. Creo que esos toques de humor que ponemos en el medio permiten que no sea una pieza tan tensa, para el espectador y para nosotros también, porque estamos mucho tiempo a tope.

“La devolución del público ha sido muy calurosa, muy fraterna”

¿Qué devoluciones has recibido?

-Por suerte todas fantásticas. La gente quedó muy contenta. Me quedo siempre con la devolución de mi familia, que si bien es la que me quiere, es también la más crítica. Mis hijos adolescentes quedaron encantados, y a mi mujer también le gustó. Me dijeron que los había sorprendido, que esperaban menos, y yo me quedo con eso, siempre. Y la devolución del público ha sido muy calurosa, muy fraterna, la verdad es que ha gustado mucho.

Uno de los protagonistas de La demolición anhela que haya más funciones. Aunque tienen previsto llevar esta propuesta a salas de la región, a Marcos Hernández le gustaría continuar representándola en su ciudad. “Acá me encantaría seguir, porque es una obra para que la vean. No se van a ‘morir’ de risa pero a divertir sí, y fundamentalmente, es una propuesta que los va a interpelar”.

Las funciones de La demolición -texto de Ricardo Cardoso- serán este sábado a las 21 y el domingo a las 20, en Falucho 780 (Biblioteca Cabrera), con entradas anticipadas a 1500 pesos, que pueden reservarse al 610010 o por las redes sociales, y a 1800 en puerta.

Aportan sus voces en off Moro Parodi y Roberto Daniel Ledesma; en la técnica, Hernán Creado se hace cargo del sonido y Agustina Tortorella de las luces.

Chino Castro

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