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viernes, 26 de abril de 2024
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Vacunar, la gran inyección de futuro en los tiempos del covid

Una charla con Mónica Piñel, coordinadora del vacunatorio, el lugar “de la esperanza”.

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Mónica Nieves Piñel es una experimentada enfermera y una histórica del sistema de CAPS (centros de atención primaria de la salud), que se consolidó durante los años de Simón intendente, desde fines de los noventa, con la preponderante figura del recordado Jorge Ravassi como un promotor vital. Hoy es coordinadora de las salitas, como cariñosamente se las llama, y el cargo le queda como traje a medida a alguien que se define como “fanática de la medicina preventiva”.

Por otra parte, en esta hora coordina la labor del centro vacunatorio municipal con base en el Complejo República de Venezuela, uno de los dos lugares más visitados de la ciudad pero a diferencia del otro, que es el hospital, catalizador de las pocas alegrías que experimenta nuestro pueblo en este tiempo inusitadamente angustiante, que, con vacuna y todo, modera su virulencia pero no deja de golpear.

Son meses extraños, teñidos de un dolor que no cesa por acostumbramiento, en los que su teléfono suena todo el día, al modo de una sirena personal: WhatsApps, mensajes y llamados a toda hora, que ella no deja de recepcionar, aunque su turno laboral haya expirado hace rato y necesite descansar y disfrutar de/con su familia. “Ya pasando cierta hora no, pero durante casi todo el día mi teléfono, el personal, está abierto, y también me buscan por Facebook”, remarcó, en una charla telefónica con este diario. Hoy, muchas consultas están referidas a cuándo recibirán la segunda dosis de la vacuna Sputnik V quienes fueron inoculados con la primera. “Ya tendría que estar llegando para la segunda dosis. Pero nosotros dependemos de que nos envíen la vacuna y que la plataforma dispare los turnos. Por eso pedimos paciencia, las vacunas van a venir”, solicitó la trabajadora, empática. (Cabe aclarar que, no obstante este avatar, muchos/as bolivarenses ya fueron inoculadas/os con las dos dosis del medicamento de origen ruso.)

A propósito de la Sputnik: se dice que si pasan más de tres meses entre una dosis y otra, la vacuna no surte efecto. ¿Es así?

-No es así. Hoy leí un artículo del Ministerio de Salud, porque una cuando va a leer algo acude a fuentes serias, que dice que una dosis de Sputnik equivale a una de Pfizer, vacuna que acá no tenemos. No pierde eficacia, cuando ingresa al organismo produce una inmunidad, y la otra dosis lo que hace es reforzar los efectos de la primera. Más allá de que hayan pasado más de tres meses, inoculamos con la segunda dosis, y se considera que la primera no perdió su efectividad.

Respecto de las vacunas, la coordinadora del vacunatorio remarcó que, a pesar de la ‘mala fama’ de la AstraZeneca por los efectos secundarios que ha provocado en muchas personas, no se ha reportado a nivel local ningún caso de cuadro severo, que avance de los consabidos dolores musculares, jaquecas, intenso cansancio y alta temperatura durante las primeras horas de aplicada. Y eso que una mayoría de los casi 16 mil vacunados en el distrito han recibido ese medicamento.

La voluntad del misionero

¿Cómo mantenés el buen humor y hasta la sonrisa, con tanto trabajo y tanta presión? A quien te llama a las 12 de la noche lo atendés del mismo modo que a todos.

-Estamos ante una situación tan inesperada e inexplicable… Lo digo de corazón: todos los días le pido a Dios que me dé fuerzas suficientes para sostenerme saludable para seguir ayudando a través de la vacunación, o estando dispuesta para quien necesite consultarme algo al respecto. Eso me mantiene fuerte. La pandemia nos ha modificado todo de tal manera… Tengo cuatro hijos, y prácticamente con ellos el vínculo hoy es telefónico, porque una está tan expuesta… Tengo ganas de que esto termine para poder hacer una vida normal. Pero cuanto más vacunemos, más posibilidades de mayores aperturas y de que esto pase de una vez por todas.

Un “excelente equipo”, más “el cariño de la gente”

¿Siempre te mantuviste así de firme, en ningún momento te dieron ganas de abandonar?

-No. Hay que seguir vacunando, hay que convencer a todos de que la vacuna es la única herramienta que tenemos para salir, cualquiera de las disponibles en Argentina. Y lo otro que me da fuerzas es el vacunatorio: tenemos un equipo de trabajo excelente: administrativos, los chicos de logística, los de guardia urbana. La mayoría es gente muy joven, una llega a la mañana y están todos bien dispuestos, con ganas de trabajar. Más el cariño de la gente, su agradecimiento. Eso ayuda mucho. Te entregan bendiciones, van con una gran alegría a vacunarse, ni te digo los abuelos. Ayer -el jueves- terminamos de inocular con segunda dosis a todos los de los geriátricos, y eso para mí es una gran satisfacción. Nos mandan caramelos, facturas, bombones, algo para comer, vamos a engordar todos (sonríe). Llegan deliverys y deliverys. Eso nos impulsa, nos llena de alegría y ganas para seguir yendo cada día, así sea sábado o domingo, haga frío o calor. Hemos estado todo este tiempo, y continuaremos así.

De hecho, en el vacunatorio hay un clima de armonía: en el hospital, la angustia, el dolor y la desesperación fueron mayúsculos durante abril y mayo, contrariamente en el vacunatorio reina una atmósfera de alegría, aunque mediáticamente eso se destaca muy poco.

-Sé lo que están viviendo mis compañeros: enfermeros, médicos, los chicos de cocina, los de mantenimiento, los camilleros, los ambulancieros, viven una situación muy triste dentro del hospital. Pero en el vacunatorio lo que tratamos de hacer es levantarle el ánimo a la gente, que se sienta mejor. Hay abuelos que sólo han salido para vacunarse, te lo dicen ellos mismos. Necesitan hablar, y nosotros tratamos de brindarles esa energía.

En esta circunstancia, vacunar es mucho más que insertar una aguja.

-Exactamente. Tratamos de poner música, porque no queremos que sea un lugar triste. Siempre respetando que hay gente que está sufriendo y pasándola mal, pero queremos que sepan que en el vacunatorio estamos brindándoles una esperanza, y que se sientan cómodos ahí. Porque insisto: hoy, la única herramienta que tenemos es la vacuna.

Chino Castro

Todo suma

¿Qué evaluación hacés de los operativos de vacunación en barrios?

-Pasa algo: se ha difamado a la vacuna, hay personas que son antivacunas. Nos ha pasado con gente grande, que ni siquiera había recibido la antigripal. La gente adulta siempre fue más especial con respecto a las vacunas. Con los operativos en barrios tuvimos éxito en el sentido de que gente que ni siquiera estaba inscripta, fue vacunada. Así hayan sido veinticinco personas, para nosotros es un logro. Porque después, esa persona le comenta a un familiar o allegado, le dice cómo le fue, y también se vacuna. El boca a boca nos ayuda.

Han concurrido muchas embarazadas a vacunarse, por ser los centros de los barrios un lugar más cercano. Muchos no sabían inscribirse, o les queda muy lejos el vacunatorio. Yo creo que nos dio resultado. Y en el Centro Cívico tuvimos muy buena respuesta, sobre todo cuando abrimos a mayores de 55. Captamos mucha gente. Llegamos a vacunar a más de ciento veinte personas la primera vez.

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