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martes, 16 de abril de 2024
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San Carlos de Bolívar

Unos pocos otros temas que también nos llaman

Panorama político local – Opinión.

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Si el drama de Bolívar se concentra en que las calles, plazas y el parque (des)lucen sucios, la Champion, Dick Nanninga, no juntan la basura y hay bocha de accidentes evitables, por el despiporre del Cocomarola (Tránsito), vamos bien y mañana usted o yo podríamos, sin problemas, ser intendentes, ¿no se anima?, si total el ideal de la democracia es que vaya cualquiera, ¿no?

-Justamente: cualquiera podría, por ese apasionante andarivel, encajar a la lista que la municipalidad presenta un rostro vergonzoso, con persianas resecas a punto de desgajarse sobre la cabeza de algún fresco que pasa y que siempre es de afuera y ha venido a hacer turismo a esta apasionante metrópoli rebosante de restoborracherías y roperías y ahora va a escribir en Face; parece la ventana de un gobierno comunista, dejáme de joder, ¡¿¿quién está ahí atrás, uno del ‘Miky’??! Incluso hay quien le achaca a ‘la gestión‘ una creciente suciedad en pasillos internos y una iluminación ‘floja de papeles’, demasiado amarillenta para no ser Pro; ¡¡che, poné unas dicroicas!!

-Alfiles de la ‘opo’ suelen asegurar que en algunos barrios la situación raya lo desesperante, con poco o mal laburo, gente que llega a fin de mes a trompicones y graves carencias alimentarias. Un explosivo paquete que lanzan de volea, en modo gordo en la mesa de café, jamás con datos finitos, y ya iría siendo hora de, ¿no?

-No se les cruza reclamar a mandíbula batiente que de una buena vez se termine la línea de 132 kv, antes de que en el verano el enclenque servicio vuelva a reventar con Campos y todo, y andá a refrescarte a la palangana de tu tía, si ya retiró los pies. Quizá porque la fuerza política a la que pertenecen, con Mauri y todos los ‘chiches’, o ‘fierros’, paralizó durante cuatro años una obra que permitiría industrializar Bolívar. Industrializar, un ríspido verbo que, lejos de motivar, parece que mete miedo en una ciudad que rinde culto al campo y no quiere ‘negros’ del conurbano (ya tenemos la cuotita cubierta; incluso algunos de tan negros ya parecen azules, ¡cuak!), sindicatos politizando laburantes que deberían lavarse la boca y agradecer ni controles de ningún tipo sobre un sector que ha hecho una religión de pauperizar sus recursos humanos. Al silobolsa con esas demandas, empujále que queda un cachito.

-Durante el segundo lustro de la primera década del nuevo siglo del viejo mundo, José Bucca y Francisco Siro Flores empaparon al entonces intendente Simón y algunos de sus funcionarios con el agua de red, sucia de arsénico que era urgente empezar a purificar para que nuestros vecinos no enfermaran de cáncer; les baldeaban que era un contento, la salubridad del H2O de todes era EL tema pero nadie tomó esa posta y hoy del mentado tósigo (¿tendrá gusto a menta, nene?) se habla lo mismo que de ‘Lucho’ Suárez a Riber, ¿o era Matías? ¿¿Lo estamos haciendo aca con la planta potabilizadora; finalmente la ‘bestia’ está en su esplendor funcional?? Bucca incluso exhibía estudios que, proyectados, avisaban que en pocos años el padecimiento general de la población en materia de salud podría alcanzar, para decirlo con angustiantes palabras que en esa etapa hubieran cabido joya, ribetes terribles, y hasta se había formado una comisión de entusiastas. La oposición podría consultar aquellos estudios, capaz, mojarse un poco; hay gente que todavía pregunta, desinformades, quién sabe, mucho Face.

-Agua viene: el colectivo Tierra Viva realizó análisis que revelan la presencia de plaguicidas en el recurso de red. Juan Urrutia, referente del grupo, dijo con agudeza a un programa radial hace unos sábados que, cual goleador apocado el intendente no pide ese centro, pero tampoco la oposición, que, como debe ser, vive reclamándole al Ejecutivo que active las ordenanzas cajoneadas, pero no se arranca la chomba al grito de ‘¡esta canilla es mía!’ para demandar por la que regula el uso de agroquímicos en el Partido, aprobada por unanimidad hace años y que Pisani se encarniza en no reglamentar. No se necesita ni una uña de frente para colegir que el gobierno municipal no quiere ‘cacao’ con las pocas pero influyentes firmas comerciales que venden el ‘veneno’ ni con productores ‘gordos’ que quizá pondrían el grano en el cielo. Cabe suponer que lo mismo corre para la oposición, porque lo otro sería deducir que el tema no le interesa, vale decir que no le importa la salud, y más vale probar con pensar bien, sobre todo de gente que vendría a mejorar la vida del conjunto, ¿nocierto?

Un gatopardismo similar al aplicado en la plaza Pueblos Originarios, donde todes acordaron remover el nombre del genocida Roca pero también, según parece ya que tampoco salta nadie a extirparse la rebeca, dejar su estatua, de a ratos con verdín y otras coloridas intervenciones naturales, porque aunque no nos hagamos cargo a la doña le gusta señalar, no siempre sutilmente ya que la tenemos harta.

-La proliferación callejera de perros sin dueño -o casa afuera y con tutor/tutores-, acaso inédita en urbes como la nuestra y ya peligrosa, como dolorosamente venimos comprobando, podría incluirse en la lista de pendientes que se le carga al elenco gobernante, si uno se asoma a la ventana desde la que mira la oposición. Por momentos Bolívar parece una serie distópica, onda War of the Worlds, con canes merodeando hasta la UTI del hospital. En un tiempo histórico en el que no AMAR a los perros es como pegarle a una mujer, parece que mejor revolear un hueso cada tanto y dejar todo como está, y que SAPAB siga comiéndose el ‘baile’ y la buena gente poniendo un plato más en su vereda, cuando no una desprevenida y saltarina nalga. Desconozco qué hay que hacer/qué se puede hacer, que casi nunca coinciden, pero nuestros líderes políticos bien que podrían tener una idea.

-Rajando hacia otro wing mencionan que la municipalidad está ‘hinchada’ de laburantes (incluyendo a monotributistas, que suelen cobrar mucho mejor con una carga horaria mucho menor), y acaso estemos frente a un balurdo grosso ya que no ceja de incrementarse, con una solución que, por esa misma razón, titila cada vez más peliaguda y lejana.

-Hace treinta años, un trabajador asalariado podía proyectar hacerse su casa, hoy está lisiado de lo que, así sea a gatas en lo nominal, sigue siendo un derecho básico y no un sueño, aunque infelizmente de tal modo se titule, El sueño de la casa propia, un mediocre programa de tv. Como si clavarse un postre, pongalé una tarantela de manzana, cupiera únicamente en el difuso plano de lo onírico. Esto excede a un gobierno municipal presa de un ‘dibujo’ de país que ahonda la desigualdad económica aún con crecimiento, pero encima en Bolívar es tremebundo alquilar: una abrumadora cantidad de viviendas en poquísimas manos, gente con parva de casas que construye con un enfoque no justamente socialista, a la que alquilar una más o una menos ni le roza la aguja, total, que se disparen los precios y reviente el que viene en bici. ¿Un municipio no puede introducir algo de pico y maza entre esos fríos ladrillos? El tema tiene menos aire que el manoseado programa de Osvaldo Quiroga, Otra trama, que bien podría llamarse Otra traba, pobre Osvald, en cualquier momento la tele pública se lo levanta a la mierda para poner un excitante picado en el barrio de Ezpeleta.

-Y, para finalizar, tan solo siete palabras: de cultura mejor ni hablar. Ahora hay movida: florecen bandas, están filmando una película por cuadra, conviven siete grupos de teatro, gente que pinta, otris que fotografían, ñates que escriben y se desgarran (no necesariamente en ese orden), disponemos de tres bibliotecas con un rico volumen de actividad, pero en general todo eso se reproduce por fuera de la óptica por la que mira la política vernácula y las flacas estructuras hijas de una perspectiva cercana al no ver, al ninguneo. Salvo a la edil Mónica Ochoa, ¿usted ha visto a nuestros representantes en algún recital, función de cine o teatro, presentación de un libro? (Corre para nuestros popes empresariales/de instituciones, gente que hunde daga en ‘bacalao’ y según parece tiene menos melodía que declaración de Patricia Bullrich.) ¿Y me dice que a la Expo Rural no faltan? Fácilmente podrían interesarse en contribuir a reflotar el Encuentro de Teatro, en fortalecer el Festival de Cine y que Nadia pueda descansar y meterle funciones con Mega y Tiani, en tirar ideas para definir de una santa vez qué diantres hacer con la grilla local del Me Encanta, algo que parece una pavada que se resuelve en modo cantobar pero cada vez se empioja pior, en arrojar algún centro tendiente a relanzar el chico pero rendidor auditorio de Cultura que montó la gestión Pablo Bucca, e incluso reconsiderar algunas de las novedosas ideas del cineasta y otrora concejal cuando fue jefe del área, pongalé… Quien quiera hacer algo distinto debería meter las patas en esa tibia fuente, parársele de manos a ese lamentable axioma de que la cultura no da votos, sino un poco de prestigio, una Cocacolita con un chori medio revolcao’ y bastante lástima casi siempre mal disimulada.

Unos pocos, atropellados, básicos y hasta rudimentarios tópicos, hay más, en un pueblo que parece orgulloso de su ombligo. El simpático de Borges decía que el argentino es un tano que habla español, piensa como un francés y quiere ser inglés. Pues el ‘sol’ del ser bolivarense está constituido por las plazas con sus estatuas (no tanto la de Perón, mejor la del repintado Roca), el parque, las avenidas con sus gloriosas palmeras, la Expo Rural y la ‘vuelta al perro’ que nunca se muerde la cola, en una típica ciudad pampeana que, aún con ese granítico núcleo, no cesa de moverse en direcciones no necesariamente obvias que sería menester atender, para la política y la propia sociedad.

Chino Castro

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