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viernes, 19 de abril de 2024
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Una aventura hermosa

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“Siento que había una semillita que se estaba gestando como parte de algo mucho más grande…” (Eugenia); “Fue una aventura hermosa que me hizo conocer gente hermosa…” (Mica); “La sensación que tengo hoy es de gratitud hacia cada una de las chicas, al universo que las puso en mi camino…” (Vicki); “Es muy lindo volver a escuchar y ver imágenes de esa época…” (Maia); “Fue una manera diferente de conectarnos con el mundo a través de la música…” (Jazmín).
Cinco quinceañeras surcando los 90’s hermanadas por el rock: Eugenia Ruíz, batería y voz; Micaela González, guitarra y voz; Vicki Ané, bajo y voz; Maia Acosta, teclados y voz; y Jazmín Woyciz, guitarra y voz. El amor a la música, su talento y su perseverancia hizo que las Debotchas se embarcaran en una hermosa aventura que culminó en grandes logros y un lugar bien ganado en la historia musical bolivarense.
“Lo primero que siento es mucha nostalgia y una emoción profunda – dice Eugenia – Haber tenido esa adolescencia, no nos preguntábamos muchos las cosas, nos salía naturalmente, podíamos pasar horas ensayando, quedarnos todo un fin de semana sacando un tema, en vez de ir a bailar nos quedábamos en la casa de alguna pensando algún arreglo o simplemente escuchando una música.
Más allá del producto musical, si pienso desde un escenario más social, siento que algo se estaba gestando en nuestro tiempo adolescente que quizá hoy pueda ser enunciado con más claridad y pueda ser dicho con todas las letras pero en ese tiempo éramos chicas haciendo rock y no porque no hubiera, no porque no existieran chicas en el rock.
Fuimos pasando por distintos momentos hasta que logramos cierta identidad que se logró casi al final cuando logramos relajarnos y disfrutar, al principio todo era con mucha tensión, y en ese camino, entre lo que nos gustaba, lo que se escuchaba, lo que íbamos descubriendo y lo que nos pasaba como adolescentes. Los primeros temas no queríamos tocarlos más porque ya no hablaban de nosotras, esa música ya no nos nombraba. Eso marcó distintas etapas de nosotras como banda hasta que le encontramos un sentido, de decir: acá somos nosotras, más allá de quién compusiera o arreglara, creo que hacia el final, años 96, 97, fuimos encontrando ese sabor que tenía la construcción del grupo.”
Parece que la historia de Debotchas comenzó con la idea de Maia, que en ese momento era Mariana y Jazmín de formar una banda de rock. Así es que encontraron a Vicky, Eugenia y Micaela, chicas de diferentes colegios de Bolívar. Con la ayuda y enseñanzas de integrantes de La Fase dieron sus primeros pasos para luego tomar su vuelo propio.
“Debotchas fue una aventura hermosa que no la podría haber vivido si no se daba justo que yo estuviera en ese lugar, en ese momento, con esas amigas hermosas y con otros amigos de Bolívar que hacían música – aporta Mica – que nos apoyaban como los chicos de La Fase, Los Cohetes Lunares, Sektor, La Patrulla, Fibra, Nao Burcaizea y Pato Sánchez. Fue algo muy lindo y a la vez, loco, no recuerdo haberme aburrido en esa época. Recuerdo las siestas de calor intenso en Bolívar y nosotras corriendo por ahí, preparando el recital de la noche, ensayando en el garaje de Liliana y Jorge, sacando temas. A mí no me gustaba salir de noche y muchas veces me quedaba sacando temas e investigando con mi guitarra y la pedalera que me prestaba Jorge Godoy.
Fue una aventura hermosa que me hizo conocer gente hermosa, tener estas amigas casi hermanas. Vivimos tantas cosas que aunque hayan pasado veinte años cada una ya sabemos cómo piensa cada una, cómo siente, qué va a decir.”
Al nombre, Debotchas, que significa chicas, lo encontraron en la novela ‘La naranja mecánica’, de Anthony Burgess.El 17 de julio de 1994 debutaron en un recital de rock que organizó el grupo La Fase, allí hicieron un par de temas y una zapada de blues. Ese mismo año, en diciembre, participaron del Bolívar Rock.
“Para mí, Debotchas fue muy importante, tal vez en ese momento no éramos conscientes el movimiento que surgía en nosotras – suma Vicki – Le debo a Debotchas como grupo y cada una de las chicas mucho aprendizaje: hacer sonar las canciones nuestras, y de otros, con esa idea de banda, eso me acompañó durante el resto de mi vida. Esa clave para tocar, para armar proyectos, para hacer música. También le debo a Debotchas tocar el bajo, nunca había tenido uno en mis manos, Marcelo Luit, bajista de La Fase, me mostraba en diferentes canciones cuál era la función del bajo, cómo sonaba, cómo tenía que escucharlo y cuál era la función de la base de las canciones.
La sensación que tengo hoy es de gratitud hacia cada una de las chicas, hacia Debotchas en general, al universo que las puso en mi camino y a la música que es nuestra energía vital.”
En 1995 fue un año muy importante para las chicas. En los Torneos Juveniles Bonaerenses que se llevaron a cabo en Mar del Plata las Debotchas recibieron el premio a la mejor banda bonaerense, premio que incluía un viaje a España. Ingresaron a Bolívar en autobomba, recibidas por una multitud que las esperaba.
“Debotchas fue mi primer paso en la música con un proyecto propio con las chicas, a los quince años en una etapa de aprendizaje – recuerda Maia – Es muy lindo volver a escuchar y ver imágenes de esa época; y también sorprendida por un montón de cariño de gente que recuerda la banda, esos momentos compartidos que siempre nos acompañaron y que el recuerdo sigue intacto.
A pesar que pasa el tiempo una sigue en lo personal con un camino que es la evolución de eso mismo, que nos pasaba a los quince años, siempre con la música como lo más importante, buscando aprender un poco más y tratando de poner un poco más a los proyectos que se van presentando en cada momento.”
Estilísticamente, Debotchas fue cambiando conforme al crecimiento musical de cada una de las chicas. Comenzaron con el rock duro de la agrupación El Reloj como principal influencia para luego diversificar su repertorio propio y ajeno. Una buena muestra sería el recital que realizaron el 30 de enero de 1998 en el Teatro Coliseo, con la agrupación rosarina As en Dientes oficiando de teloneros. Allí hicieron un set acústico interpretando ‘San Francisco y el lobo’ (Serú Girán) y ‘El témpano’ (Abonizio); temas propios y de Las Blacanblus (‘Maldito piano’ y ‘Dos vasos más’), para cerrar la noche con una versión bien rockera de ‘El embudo’, tema de Gieco y Marcelo Berbel, con Jorge Godoy y Pollo Arroyo como invitados.
“Debotchas fue una apertura a un mundo diferente sin haberlo pensado demasiado, sin premeditar, dejando que pase nada más pero fue una manera diferente de conectarnos con el mundo a través de la música – cuenta Jazmín – No me imagino otra adolescencia, dejé de prestar atención a muchas cosas y puse más atención en otras.
Fue muy loco que siendo tan chiquitas tomáramos tanto compromiso con las presentaciones y con los ensayos, con nuestro desafío de superarnos en cada canción. Nos dejábamos llevar, simplemente eso, después cuando una se aleja y mira desde otro lugar, te das cuenta lo que impactó y la cantidad de gente que se acerca para decirte que nos escuchaban, que éramos una referencia, que gracias que nosotras nos animamos se animó un montón de gente y más que nada mujeres.”
Una fotografía de hoy de cada una de las Debotchas haciendo música: Vicki con Las Veci, haciendo canciones propias y folklores sin patrones; Jazmín cantando temas de Mon Laferte desde Club Marta; Maia con Fraia (dúo con Franco Exertier), también en un recital de Club Marta; Mica con la banda femenina de cumbia Les Minón; y Eugenia batiendo parches en Manijas Percusión Ensamble.

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