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Un llamado mortal, un sicario al que no atraparon y dos condenas ejemplares

En enero de 2008, un desconocido mató a la mujer en el jardín de su quinta en Exaltación de la Cruz. Por el hecho fueron condenados a prisión perpetua Jorge Arce y su madre.

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Rosana Galliano esperaba a los hijos en la quinta del barrio “El Remanso”, en Exaltación de la Cruz. La idea era que lleguen en horas de la tarde, pero su marido, José Arce, había postergado, excusas mediante, la entrega de Gerónimo y Nehuén, de 4 y 3 años. Corría el verano de 2008 y el ringtone del celular de la mujer de 29 años interrumpió la cena con su hermana Mónica. La poca señal dentro de la vivienda hacía que el diálogo no fuese productivo, por lo que Rosana salió a la inmensidad de la noche. Una vez en el jardín, una persona salió detrás de la arbolada y le disparó cuatro veces con un arma calibre 11.25. Su cuerpo quedó tendido en el césped, con tres impactos mortales.

Desde el hecho que ocurrió a las 22.50 del 16 de enero de 2008 hasta la condena que recibió Arce y su madre, Elsa Aguilar, en 2013, la cobertura siempre ganó un importante espacio en los medios de comunicación. De hecho, el hombre que en ese momento tenía 59 años y su madre recorrían los canales proclamando su inocencia y denostando a la víctima.

“Yo no mandé matar a la madre de mis hijos. Los cuatro amantes de mi mujer tenían motivos para asesinarla. Los cuatro tenían problemas con la Justicia. Se acostaba con ellos, conocía sus secretos y los amenazaba con contar lo que sabía”, le dijo Arce al diario La Nación, cuando ya estaba en la mira de la Justicia por ser el instigador del crimen.

Al momento del crimen, Arce y Galliano tramitaban su divorcio, debido a las continuas peleas que hacían insostenible la convivencia. Pese a la diferencia de edad, la pareja contrajo matrimonio a sólo siete meses de haberse conocido en un ocasional episodio. “Como soy muy tradicional, le pedí la mano al padre”, recordó alguna vez el hombre, quien había vivido más de 30 años en Estados Unidos y dos en Grecia. Cuando regresó al país allá por 1996, tenía ocho propiedades en el exclusivo Barrio Norte, de la Capital Federal.

El juicio

La realización del juicio demoró casi seis años. Arce, Aguilar (en ese momento de 82 años), y dos personas más debieron enfrentar al Tribunal Oral en lo Criminal N° 1, integrado por Daniel Rópolo, Elena Bárcena y Raquel Slotolow. A principios de noviembre de 2013, la sentencia fue contundente: prisión perpetua para el hombre y su madre por ordenar la muerte de Galliano. En tanto, fueron absueltos por falta de pruebas los hermanos Paulo y Gabriel Leguizamón, de 35 y 41 años, respectivamente, que al inicio del caso habían sido señalados por testigos como los autores materiales del homicidio.

Cuando el tribunal en la localidad de Campana leía el fallo, Arce se tambaleaba en la silla como consecuencia del ACV hemorrágico que había sufrido seis meses antes, en plena audiencia. “El ataque tuvo ribetes de crimen organizado, por la forma en que se planificó y se cometió”, indicaron los jueces, quienes determinaron que el hombre, que se dedicaba a la producción de humus orgánico de lombriz y tenía un criadero de gallinas, llamó al teléfono de su esposa para conseguir que ésta saliera de la vivienda y facilitase de esa manera la acción del sicario contratado para eliminarla. Ambos condenados planificaron y pagaron para que se cometiera el crimen. Del sicario, eso sí, al día de hoy no se sabe nada.

El tribunal consideró que, además del motivo personal, había intereses económicos detrás, “al tener que compartir el imputado con la víctima la división de bienes gananciales”. Lo cierto es que Arce estuvo detenido poco tiempo en la Unidad 4 de Campana, porque obtuvo el permiso judicial para cumplir su pena en arresto domiciliario. El benefició se basó en el ACV que había sufrido. Su madre, la otra condenada, también fue autorizada, por su edad, a completar la sentencia en su casa.

Y fue aquí donde empezó a radicar una disputa entre la familia de Rosana y los condenados. Los hijos de la pareja, que seguían siendo menores de edad, quedaron bajo la tutela de su padre y la abuela. Tras la polémica decisión, la familia de la víctima peleó durante casi una década por la custodia de Gerónimo y Nehuén. No obstante, no la consiguieron hasta la muerte de Arce en 2018, a raíz de un segundo ACV. Entonces, uno de los niños pasó a vivir con una tía materna, pero el otro siguió con su abuela hasta su muerte en 2019.

Hoy, pese a la condena que pasó por todas las instancias y hasta fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia, sigue rondando la única incógnita que los diferentes jueces no pudieron responder: ¿quién fue el sicario que apretó el gatillo, en esa inmensidad de la noche de Exaltación de la Cruz? (DIB) FD

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