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viernes, 29 de marzo de 2024
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Un duelo que no se cierra, sesenta veces después

La obra de Mega-Marchione sigue girando, acá y allá.

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Si, como certeramente dice el ‘Turco’ Omar Mussa en referencia a Artecon, cuarenta años no son moco ‘e pavo, tampoco lo son las sesenta funciones en veintitrés meses de la obra El duelo, que Souvenir Teatro Fugaz estrenó en diciembre del 2020, pleno pináculo de la pandemia, y desde entonces no ha parado de girar, en la ciudad pero fundamentalmente en ‘espacios no convencionales’ de CABA y buena parte de la provincia, y que seguirá rodando.

Se trata de la primera producción de la compañía teatral fundada por ‘Loló’ Lorena Mega, autora, directora y una de las protagonistas de El duelo, y Nadia Marchione, su compañera en escena. El estreno ocurrió en el patio de la casa que la propia autora comparte con su familia, en calle Arenales del barrio Los Zorzales.

En esa primera etapa Valentina Laborde compartía el escenario con Nadia, pero luego decidió abandonar el proyecto y fue reemplazada por la propia Mega.

“Es un número, sesenta, nos hemos dado cuenta de que no frenamos nunca, porque han sido fines de semana tras fines de semana con funciones”, expresó la autora en charla con el diario.

La número cincuenta y nueve se llevó a cabo días atrás en el centro cultural Casa Trama, de La Plata. El duelo volvió a ser seleccionada por el programa Argentina Florece Teatral, del Instituto Nacional del Teatro, y en ese marco desembarcó en ‘la ciudad de las diagonales’. Apenas horas después se presentó en el Gigante Azul, del bolivarense Dispositivo Territorial Comunitario (DTC, ex DIAT), y así llegó a las sesenta veces.

Un recorrido realizado casi exclusivamente en pandemia.

-Claro. Empezamos a presentarnos cuando las salas estaban reabriendo, para un público reducido, y entonces hacíamos las funciones cumpliendo un protocolo, con la gente con el barbijo.

¿Cómo fue para vos ver al público con barbijo, o no cambia nada?

-Sí, incide un montón. La mirada iba directa a los ojos, no podías repartir tu registro en la cara, el gesto del espectador, conectabas directamente con sus ojos. Y más cuando el público era reducido, cuando las salas comenzaban a reabrir. Había una intensidad diferente, ya sea en el patio o en una sala.  Y la pandemia con sus protocolos fue mutando, y la obra también.

Esa fue una característica de toda esta etapa. Hasta cambiaron de elenco.

-Creo que nos fuimos permitiendo hacer una dramaturgia de actor. Hay que poder decir sí a todos los espacios, es un ejercicio constante y un entrenamiento que a mí como actriz me interesa mucho: se trata de poder adaptarte al lugar, a la luz, a espacios que a veces son amplios y a veces muy pequeños. Tenés que saber reducir la escenografía, que en este caso de por sí no es mucha, pero llevarla a lo mínimo, o ampliarla. Si bien se trata de una obra intimista que funciona mejor con el público bien cerca, en sitios chicos, hemos encarado funciones en teatros con capacidad para doscientas cincuenta personas, con un escenario grande.

¿Cuál fue el lugar más chico?

-Hicimos una función en CABA en un lugar que era como un zaguán, un pasillito de 1.20 metros por 1.20. Había una arcardita, ahí estábamos, con una profundidad de 1.50 metros, y el público muy cerca; era como estar dentro de un cajita de música, donde escuchábamos nuestra respiración y hasta un mínimo pestañeo del público. A mí todo eso me genera interés, por el tipo de intensidad que se produce.

Desde que comenzaron con el proyecto, dijeron que querían llevar la obra a espacios no convencionales.

-Sí. Hicimos una función en Pehuajó, en una casa hermosa, con un patio con techo y arcadas. Fue una de las últimas funciones, en ese sitio que nos permitía jugar: enroscarnos en una columna, probar cosas, ir apropiándonos del lugar; mirar mucho antes de la función y decidir qué hacer. También juega la confianza de haber hecho ya tantas funciones con Nadia, la comunicación que tenemos, es mirarnos y decir ‘por acá va, hagamos esto’.

Aún con esta cantidad de presentaciones, un buen porcentaje del cual en Bolívar (unas veinte), “nos sorprende que todavía venga a vernos gente que no vio la obra. Nos pasó el otro día en el DTC, y lo mismo nos había sucedido en Casa Abierta (donde funciona la Dirección municipal de DD.HH. y Género)”, destacó Mega. Por ello, Mega-Marchione evalúan que en esta ciudad El duelo tiene buena cuerda aún, en el entendimiento de que hay muchos espacios no convencionales para usar.

Por otra parte, “es una obra que genera debate, por eso nos interesa mucho el después, el desmontaje, y también las reacciones del público, su tránsito emocional durante la función, que va de la risa a la risa nerviosa y finalmente a la tensión y el silencio, algo que siempre fue así, de la primera a la última vez”, describió la dramaturga.

Las hormigas llegan a casa

Así las cosas, la idea es segur girando, acá y acullá. La estructura a mover es chica (todo cabe en una valija), el viático también porque son sólo dos artistas, y esto favorece que la rueda de funciones perviva -evaluó Lorena-, sin tope a la vista. (Esa valija aloja también los módicos recursos y estructura de Las vecinas, la otra obra de Mega, en ese caso protagonizada por Marchione y Clara Tiani, que ‘hace mancuerna’ con El duelo.)

Precisamente, Las vecinas y Las hormigas, pieza breve de Mega estrenada hace poco, abrirán el 20 del corriente a las 20 la temporada ’22-’23 del parador cultural Lo de Fede, de lo que se habla en extenso en otra nota de este diario. El reducto capitaneado por Federiko Suárez en barrio Amado hará lugar en este ciclo al teatro, y en esa ocasión lxs bolivarenses podremos ver por primera vez acá a Las hormigas, pieza que sólo ha sido representada afuera, protagonizada por Marchione, Tiani y Horacio Zárate.

“Una soledad elegida”

Por lo demás, Mega y elenco ensayan un nuevo espectáculo, Un documental para la huérfana, con texto de Lorena y que la propia autora anuncia como diferente en relación a la estética de las piezas que ha trabajado estos años. Sin embargo, en lo que sí sería una convergencia o prolongación del camino trazado, se trata de un producto que habla de “soledades; vuelvo a hablar de las diferentes soledades femeninas”, como puede ser, y ese es el caso acá, “una soledad elegida”. Protagonizan Nadia Marchione y Clara Tiani, y codirigen Mega y Horacio Gustavo Zárate. La música es de Julieta Laso, quien cedió con entusiasmo los derechos de algunas de sus canciones. El estreno se prevé para enero, a confirmar.

Chino Castro

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