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sábado, 20 de abril de 2024
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San Carlos de Bolívar

Un Casio en el placard

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Escribe: Mario “Chiqui” Cuevas

La disquería Musical Lauquén estaba ubicada en Avenida General Paz casi Roca. Allí estaba Roberto Moura con su siempre proverbial sonrisa junto a los casetes y vinilos que asomaban orgullosos en las vitrinas, eran épocas que nada estaba a un click de distancia. Hernán creció en ese ambiente de música y melómanos en búsqueda de títulos y novedades. “Empecé a escuchar folklore en la disquería de mi padre, allí tenía una gran accesibilidad a la música y sin querer estabas expuesto a géneros que con el tiempo ibas digiriendo – dice – Mis primeros toques en vivo fueron de folklore, cuando era pibito, a los dieciséis, toqué en La Rural, solista, con la guitarra y cantando, y siempre fue algo que estuvo siempre disponible más allá de las diferentes bandas.”

Explorando desordenadamente el universo sonoro de Hernán Moura encontramos una grabación de ‘La pobrecita’, de Atahualpa Yupanqui, registrada en el estudio de Sergio Ramírez en 2011 o 2012.

“La grabamos en lo de Sergio, en su estudio de la esquina de Paso y Leiría, ahí todo todos los instrumentos incluso la mesa – entusiasmado Hernán – Sergio recién estaba empezando a armar toda esa movida, probando grabar en una plaquita de audio, tenía la guitarra, estaba el bajo pero no había bombo, entonces el bombo es un golpe sobre la mesa microfoneado y recontra toqueteado, y el aro es un golpe seco con un encendedor y eso fue lo que quedó.”

También habla de Matías Almada, compañero de rutas y de escenarios de Hernán con la actividad detenida en tiempos de pandemia. “Tenemos un lindo repertorio, hicimos una lista de 55 canciones. Íbamos variando el repertorio según el lugar dónde tocábamos, si era un festival le poníamos más chacarera, bien carperas, festivaleras; y si era un lugar dónde la gente se sentaba a escuchar teníamos un repertorio largo, de más de veinte temas para escuchar.”

De la mano del folklore, obviamente, viene el tango, Hernan explica que interpretarlo tiene sus yeites. “Una vez que lo asimilas podés dar una vueltita cómoda arriba de las cosas que surgen en el tango pero siempre hay algo que te sorprende y eso está bueno. Siempre me gustó el tango, cuando era pibito me gustaba Julio Sosa, aprendí a cantar un par de tangos pero me resultaba muy difícil la guitarra. Llegó un momento que comencé a encarar versiones simplificadas y un día lo vi tocar a Norberto Paolone con Abel Álvarez, yo tendría quince, dieciséis, y me volaron la cabeza. Nos juntábamos ahí en el bar de Bocha Roldán, abuelo de Nico Holgado, a tomar unos vinos y a tocar la guitarra y a amanecer.”

Hernán vivió diez años en Buenos Aires, en su estadía se relacionó con un compañero de trabajo, Pablo Pérez de Berti, que tenía una banda llamada Tántrica, ahí también tocaba Ignacio, hermano de Pablo. Entró como bajista pero al poco tiempo la banda se separó por diferencias musicales y Hernán queda con Ignacio, con quién coincidía creativa y musicalmente. Dice nuestro invitado: “Ignacio tenía varias canciones escritas y descubrimos una estética nueva, que no era tan parecida a la de Tántrica, con elementos nuevo y así nació Poder Fantasma, que es un proyecto que quedó en el aire pero que en algún momento post-pandemia volveremos a retomar.”

Poder Fantasma grabó “Viento” en La Plata entre diciembre de 2015 y diciembre de 2016 en la sala Black Door, de Federico Marano.

Allí estaba Hernáncon Alejo Villegas (batería), Ignacio Pérez De Berti (voz, guitarra y composición) e Ignacio Hurtado (guitarra) registrando un álbum que merece ser escuchado con ocho tracks de un rock muy bien elaborado musical y letrísticamente.

Cuando Hernán tenía diez añitos la madre le regaló un teclado Casio Casiotone que tenía ritmo automático, con un lindo estuche. El niño experimentó un poco con el instrumento, sacó un par de temas para dejar contenta a una prima y una tía y luego el Casio quedó en el ropero.

Actualmente alterna el bajo y la guitarra, se cuida en demorar mucho la rotación para no perder el toque de cada instrumento, cada uno tiene su misterio, es más que probable que se celen el uno al otro.

“Yo quería tocar el bajo – cuenta Hernán – a los catorce, quince lo vi tocar al Pato Luit, y a Pablo Holgado, que tocaba muy bien y flashié con el bajo. Luego empecé a juntarme con Mauricio Exertier cuando él volvió de Chicago y trajo discos de gente que en ese momento yo no conocía: Marcus Miller, Jaco Pastorius, y eso me fue abriendo la cabeza.

Mi madre me dijo: no te voy a comprar un bajo, agarrá la guitarra criolla de tu padre. Así que a los trece años empecé con la viola, estudiando con Elva Rivira de Pagella. Pero claro, me mandaron a tocar la guitarra, no querían comprar otro instrumento que terminara en el ropero, pero yo quería tocar el bajo.”

La actualidad y la actividad musical de Hernán continua supeditada a la realidad que nos circunda. Casi al mismo tiempo nació MB Sonidos, con Lolo Blandamuro; y Misil Guitarras con Juani Martínez. A la pregunta de si llevan la cuenta de la cantidad de instrumentos hechos, Hernán dice: “Estamos en 18, y el que más lejos está es en Haedo, una guitarra Telecaster que quedó muy linda. Los músicos locales siempre tienen la oportunidad de cruzarse con nuestras violas, y si les gustan terminan pidiendo algo, guitarras o bajos.”

Bolívar no es una ciudad muy grande así que no habrá sido extraño que Hernán se haya encontrado con otros pares como un tal Lolo Blandamuro y otro tal como Nico Holgado para charlar sobre música, y que esas charlas hayan devenido en zapadas sobre gustos compartidos, por ejemplo: ‘Cheques’, de Luis Alberto Spinetta y temas de Red Hot Chilli Peppers. Notaron que había química y que sonaban lindo desde el vamos. Luego se sumó Clara Tiani y por último, Juani Martínez y voila: así nació Tupá Gruv.

Hernán incorporó al sonido de Tupá, al menos en esos primeros días que hacían más covers, el sonido negro del candombe de Raíces a través de un clásico de Litto Nebbia (‘El otro cambio los que se fueron’), y el del repertorio de gente como George Benson (‘Nature Boy’).

En cuanto a la composición de los temas en la agrupación explica: “Todos metemos bocadillos, hay temas que son de Juani, otros de Nico, o más de Juani y del Flaco pero después, colectivamente, armamos algo alrededor de eso. La parte de las letras en su mayoría son de Clara, yo tengo un tema solamente, que ella me ayudó en una parte. Es todo muy colectivo.”

Los Tupá Gruv están puliendo los últimos detalles para la salida de su disco debut y a Hernán se le nota el entusiasmo en su rostro: “El disco ya está listo, el otro día la Flaca grabó el último de los temas. Nosotros ya habíamos grabado la base rítmica Lolo y yo, luego las guitarras, vino Raúl Chillón a poner la percusión en un par de temas, que la rompió, y ya con todo eso armado la Flaca grabó las voces. Terminamos en estos días en El Trébol Rojo, con Paolo Felice y Sergio Ramírez, resta mandarlo a mezclar y masterizar a La Plata con Pepo Villanueva.”

Quizás el Casio de Hernán continúe en el placard, y quizás cuente orgulloso que contribuyó a la formación de un músico que la sigue remando con talento y esperanza teniendo como norte la línea de esa canción que reza: Qué más hacer en esta tierra incendiada sino cantar.

 

 

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