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miércoles, 24 de abril de 2024
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Tomás Ané, 15 años al frente de un hotel familiar y popular

En el Goitías están de fiesta.

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Tomás Ané cumple hoy jueves quince años como administrador y encargado del Hotel Goitías, que pertenece a la familia Lamarque y acumula unas ocho décadas de vida, varias menos en su actual emplazamiento de San Martín 128, ya que edificó su primera etapa en un inmueble de avenida Alsina a la vuelta de su hogar actual.

Un hotel familiar, como remarcó en charla con este diario quien está al frente del emprendimiento, que tras el brutal interruptus de la pandemia reorientó, por imperio del ‘reseteo’ al que la peste sometió al mundo y no por una decisión empresarial, su perfil pero sin modificar su esencia de reducto popular para el alojamiento de laburantes, como su clientela esencial. Ahora, el Goitías reúne en sus habitaciones muchos más mensualizados, e inclusive hay gente que vive allí (en su categoría, quizá su par sea La Zamorana).

Básicamente, su público son viajantes, algunos turistas de paso -seguramente menos que en los hoteles del pleno centro-, personas que vienen a visitar familiares, alguna que otra pareja lugareña los fines de semana e inclusive gente que atraviesa una crisis y necesita dónde quedarse hasta reordenar su vida, algo que se volvió el pan de cada día en este emprendimiento comercial durante los críticos 2020 y 2021, un bienio gobernado por todo tipo de inestabilidades salvo la cruel constante de gente enfermándose.

“Cicatrices de la pandemia”, resumió Tomás. Otro sello es que trabaja en alianza con el gobierno municipal (“más que antes”, destacó Ané), que envía allí docentes de algunas de las carreras que se dictan en el CRUB (especialmente de las ‘sociales’, como en su hora Comunicación Social), gente que viene a la ciudad por algún curso, charla o taller e incluso artistas.

También y primordialmente, se hospeda allí el personal de las obras grandes de infraestructura que se desarrollan en el pueblo bajo tutela del estado comunal, y asimismo trabajadores que llevan a cabo instalaciones de mediana envergadura para emprendimientos privados. Son dos pisos, con unas sesenta plazas varias de las cuales con baño compartido, “un mix muy peculiar”, como describió su encargado, administrador, conserje y algún etcétera más.

Y yo renaceré

La pandemia fue un drama, un inédito barajar y dar de nuevo que, en el mundo y por ende en casa, dejó demasiados ‘naipes’ por el camino (proyectos, sueños, cosas, pero fundamentalmente centenares de miles de hermanas y hermanos que tuvieron que marcharse temprano). Sin embargo, este hotel sobrevivió: en el momento más álgido de la crisis, en el edificio permanecían casi cual centinelas Tomás y algún trabajador del lugar, ‘matando el tiempo’ en medio de pasillos vacíos y piezas desoladas, mientras tanteaban el futuro y chapaleaban incertidumbre con el temor y el desconcierto de quien busca alguna hendija en un oscuro laberinto.

Casi como en una película de suspense, pero que -vacuna mediante- se reencauzó hacia un final feliz, porque cuando abrieron las fronteras y el virus se agotó de ‘comer’, o fue domado por el ‘contraveneno’ de la ciencia/medicina, el Goitías volvió a respirar ese aire limpio que ha vuelto a insuflarle vida y confianza.

Chino Castro

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