La pandemia del coronavirus ha impactado la vida de todos los argentinos, y ha cambiado hábitos y costumbres. Para estas fechas, los jóvenes que se encuentran en su último año de secundario deberían estar hablando de otras cosas. “Teníamos la fiesta de las promociones”, le dice angustiada Amparo a este medio, alumna del Instituto Jesús Sacramentado.

Es que hay sectores más golpeados que otros a causa de esta situación sanitaria que atravesamos, y los jóvenes han sido uno de ellos. Aquellos que brindaron a fin de año pensando en el año que vendría, lleno de alegrías, risas, travesuras y todo lo que implica ser “Promo”, pero que se vio rápidamente frustrado desde el pasado 18 de marzo.

“La verdad que es muy triste, pero ahora ya lo aceptamos y nos resignamos”, sigue contando la estudiante. La división tenía otros planes: soñaban con el viaje a Bariloche, con los torneos intercolegiales, la fiesta de las promociones y la fiesta de fin de año; algunas de estas cosas pudieron llevarse a cabo, pero está claro que no de la forma que pensaban.

“Terminamos de pagar el viaje a Bariloche este mes, pero no vamos a poder ir. Supuestamente se reprogramaría para enero del año que viene, aunque probablemente muchos no podamos viajar porque vamos a empezar la facultad”, dice Amparo.

Otras de las alumnas, Irene, comenta que hace poco recibieron los buzos, ¿acaso algo más característico para definirse como “Promo” que ese buzo con el nombre estampado en la espalda? “Hicimos una presentación por Zoom”, comenta entre risas de resignación.

Los torneos intercolegiales también son muy distintos. Ahora todo es virtual, y se hacen desafíos por redes sociales. El Colegio que consigue más “likes” es el ganador de la disciplina. Se divierten, claro, pero al mismo tiempo añoran aquello que podría haber sido y no fue.

Hoy los consuela pensar en la fiesta de fin de año. Como faltan algunos meses, aún la ven posible. “Va a ser en la Rural, ya tenemos todo organizado”, cuentan esperanzadas Amparo e Irene.

Está claro que la crisis sanitaria ha traído problemas de toda índole, algunos, a priori, más graves que otros. Sin embargo, hay afectaciones que no se ven, pero están, y aunque no ocupen la agenda tienen su importancia. El último año de secundaria es no sólo deseado sino también recordado. Aquellos que lo pasaron hace ya muchos años a veces cierran los ojos y vuelven a aquella silla del fondo o a aquel patio repleto de risas.