El padre Mauricio vino con una misión principal cuando desembarcó en Bolívar: la restauración de la Parroquia San Carlos. Entre las varias cosas que le pidió el obispo cuando le encomendó venir a Bolívar, quizás la más difícil era esta, la de poner en valor la iglesia, muy venida abajo con el tema de la humedad.
Había otras, que parecían menores pero que el padre Pollo no pudo corregir pese a varios intentos; pero esta que era difícil, que parecía casi imposible, la encaminó. En la última entrevista que hicimos deslizó que estaba la posibilidad que al cumplir el sexto año en la Parroquia, desde la Diócesis de Azul le podían dar un nuevo destino.
Lo entusiasmaba la posibilidad de quedarse para continuar con los trabajos de restauración de la parroquia, muy avanzados, que costaron mucho dinero, que salió a conseguir por distintos contribuyentes de la ciudad, e incluso puso parte de su bolsillo. Está la promesa del gobierno nacional de poner el dinero para la restauración, ya que el proyecto está encaminado y pagado casi en su totalidad.
El Pollo quería un buen equipo de arquitectos que lo llevaran adelante y lo consiguió, como casi todo lo que se propuso. Quien venga tendrá que ponerse al hombro el proyecto de restauración y culminarlo. Como todo, es difícil encarar una obra que ya inició otro; pero en este caso no hay mucha opción.
Claro que quien venga tendrá que tener la cintura de Scoltore para manejarse como “gato entre la leña” para conseguir los aportes necesarios y el apoyo del gobierno nacional para hacer una restauración tan histórica como necesaria.
Angel Pesce
