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Reyes del blues

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El blues tiene esa cosa triste, con la carga histórica de años de penurias y sometimientos. Fue uno de los responsables del nacimiento del rock and roll cuando entró a la ciudad, se electrificó y se mixturó con el country y otras músicas. Lo descubrieron los británicos en la década del 50 y lo adoptaron inmediatamente; Eric Clapton, The Rolling Stones, John Mayall, Led Zeppelín son sólo algunos casos de blancos que descubrieron la negritud. Como el jazz, el blues no es un género masivo pero como toda música de raíces genuinas es perenne y siempre tendrá cultores en su lugar de origen y en cualquier lugar del planeta. Es fácil de comprobar, aquí, allá o en todas partes, los grandes solistas y grupos que han hecho historia transitaron por el blues, bebido de sus raíces o a lo sumo, lo han interpretado aunque sea tangencialmente en algún momento.

El blues tiene tres reyes. Brillaron (y brillan) con luz propia. La raza, su apellido artístico, el origen humilde y su exuberante contextura física fueron su común denominador, también lo son sus guitarras en primerísimo plano, las voces poderosas, el liderazgo en sus bandas y el blues como actitud de vida.

 

El rey texano

Freddie King nació en Gilmer, Texas en 1934. Su padre, guitarrista, le enseñó los fundamentos musicales. En 1950 se mudaron a Chicago, Freddy tenía dieciséis años, se le abría un mundo musical ante sus ojos. Frecuentaba furtivamente los clubes nocturnos donde solían tocar bluseros de la talla de Muddy Waters, Elmore James, Howlin’ Wolf o T-Bone Walker. En 1953 formó su primera banda, seis años después se le daba la gran oportunidad de firmar para el sello Federal Label. En 1960 grabó su primer simple cuyo lado B, ‘Hide Away’, un instrumental con rico tratamiento rítmico, con el que obtiene gran éxito. Para ese sello grabaría una cuarentena de instrumentales en forma de simple.

En 1968 firmó para Cotillion Records, el sello subsidiario de Atlantic Records. A pesar de no tener repercusión con esta grabadora el paso fue fundamental para su formación, aquí fue que comenzó a cantar. Un año más tarde King contrató a Jack Calmes como manager y los planetas comenzaron a alinearse. Calmes hizo participar a Freddie en el Texas Pop Festival y logró un contrato para Shelter Records, propiedad de Leon Rusell. El sello, establecido en Oklahoma, le permitió a King tocar con J.J.Cale, Tom Petty o el propio Rusell, a esa altura importante pianista en el ambiente del blues y del rock.

Su último disco, “Burglar” (1974), lo grabó bajo la producción de Eric Clapton, aquí versiona temas de J. J. Cale (‘I  Got the Same Old Blues’); Isaac Hayes (‘I Have a Dream’); y Earl King (‘Let the Good Times Roll’).

A los inquietos les recomiendo bucear en You Tube y ver algún video de Freddie King, donde su monumental figura despliega ese estilo guitarrístico tan vigoroso y visceral que siempre lo caracterizó. Tenía 42 años cuando falleció de un ataque al corazón, producto de una severa pancreatitis.

 

Nacido bajo un signo malo

Oriundo de Indianola, Mississippi. Albert King también creció escuchando a su padre, Will Nelson, tocar la guitarra. En su niñez y adolescencia debió realizar todo tipo de  trabajos junto a su familia para mantenerse. Su padre le brindaba clases de guitarra y en los ratos libres escuchaba los coros en la iglesia.

 En la década del 40 trabajó en una empresa de construcción, (manejaba una bulldozer), esto le permitió recorrer gran parte del país y ver grandes figuras del blues o relacionarse con otros guitarristas. En 1953 grabó el single ‘Bad Luck Blues’ con relativa repercusión. Tres años más tarde se estableció en St Louis, dónde encontraría a ‘Lucy’, su guitarra Gibson. En 1961 registró su primer éxito en forma de single, ‘Don´t Throw Your Love On Me So Strong’.

Luego Albert King se mudó a Memphis y firmó para el sello de música soul, Stax. Un año más tarde grabaría el fundamental “Born Under A Bad Sign”. El tema que le daba título al disco había sido compuesto por Booker T. Jones y William Bell pero fue la interpretación de Albert King la que lo convirtió en clásico. El sello Stax le permitió incorporar a su música la distintiva sección de vientos del sello que le inseminó a la música de King una marca personalísima. En 1968 el promotor Bill Graham lo contrató para una serie de shows en el Fillmore Auditorium para actuar de telonero de Jimi Hendrix. A partir de ese momento captó el público joven que seguía a las nuevas figuras del blues y el rock.

Cuando dejó Stax, Albert King se inclinó a un blues más depurado pero conservando esa técnica que siempre lo emparentó con el tercer rey, B.B. King. A lo largo de su extensa carrera toma contacto con el propio Hendrix, Eric Clapton, Stevie Ray Vaughan, Mike Bloomfield, y Gary Moore. (Con Vaughan grabó “All Sesions” (1983), producto de un encuentro de los dos guitarristas en un programa de tv canadiense).

Un año después editó el que sería su último álbum, “I’m In A Phone Booth, Baby”. Sus últimos años los vivió de gira en gira. En mayo de 1992 recaló en Buenos Aires, siete meses más tarde fallecería a los 69 años.

 

El incomparable B.B

Aparecido en su oportunidad en esta sección, B.B. King es, por su longevidad pero fundamentalmente por su talento, el más conocido y prolífico de los tres reyes del blues. Desde su primer éxito, ‘The Thrill Is Gone’ hasta 2015, B.B giró con su guitarra Lucille. Supo ganarse el amor del público blanco y las nuevas generaciones. John Lennon se declaró absoluto fan de él; se reunió con U2 para grabar ‘When Love Comes to Town’; compartió con Eric Clapton el disco “Riding With the King” (2000) y en “Deuces Wild” (1997), su álbum de duetos, contó con la colaboración los Rolling Stones, Mick Hucknall (Simply Red), Tracy Chapman, Joe Cocker, Eric Clapton, David Gilmour, Van Morrison entre otras luminarias; si hasta los argentinos gozamos y le agradecimos a B.B. King su generosidad cuando a mediados de los 90 invitó a Pappo a tocar con él y luego lo presentó en el Madison Square Garden.

La última fotografía que mostramos de la carrera de B.B. es “Riding with the King” (2000), álbum que hizo junto a Eric Clapton, y es un todo deleite para los oídos. En la portada del disco se ve al guitarrista británico contento como un niño conduciendo un descapotable con su guitarra en el asiento del acompañante y en el de atrás, B. B. King, despatarrado junto a su inseparable Lucille, luciendo su gran humanidad. Ya desde esa portada se capta la atmósfera del álbum: King y Clapton relajados, disfrutando del encuentro a través de doce canciones hasta llegar al éxtasis: las dos guitarras dialogando y desafiándose en ‘Hold On I’m Comming’.

B.B. King fue el último y legítimo rey de una dinastía que reinó con el sentimiento, las raíces y la autenticidad como preceptos fundamentales. Continuó tocando y girando con una vitalidad que asombraba a propios y extraños casi hasta sus últimos días.

El escenario musical ha cambiado vertiginosamente desde los días que los King brillaban, el mundo no se detiene y los avances tecnológicos nos apabullan, pero Freddie, Albert y B.B continúan reinando aún hoy, porque al fin y al cabo, ¿quién lo puede negar?, la música sigue siendo la misma.

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