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jueves, 25 de abril de 2024
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Rancho cierra en Bolívar y sale a girar

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En su segundo año de vida, Vamos de nuevo comenzará su actividad teatral temprano: el próximo fin de semana, con las que en principio serán las dos últimas funciones en Bolívar de Rancho, su obra insignia en su primera etapa como grupo, que luego girará en otros pueblos de la provincia y en la CABA.

Rancho es protagonizada por Carlos Alberto Teijón, director de Vamos de Nuevo y también de la pieza, Marisol Inda y Agustina Tortorella. Fue escrita por Luz Palazón, Leandro Castello y Mercedes Scápola Morán, y dirigida en su primera encarnación en salas porteñas por Julio Chávez.

Las funciones en la biblioteca “María Alcira Cabrera”, donde el grupo hizo base tras la salida de Teijón de El Mangrullo (en rigor, VdN se fundó en marzo último, tras dos décadas de Teijón en las filas de EM, ver aparte), serán el sábado y el domingo, desde las 21.30 horas, con entrada a la gorra.

Tuvo varias funciones en la ciudad durante el año que pasó, y cosechó buena respuesta de público y muchos elogios. Teijón dijo al respecto que cuando se proyecta una obra, “uno ve que tiene cosas que van a gustar, pero nunca se sabe cuál será la repercusión. Pasaron otros proyectos a los que uno les puso muchas expectativas y el público dijo que no, pero con Rancho yo sabía que había algo especial, y que si lográbamos hacer un buen trabajo desde lo actoral y desde la puesta, el público la recibiría de buen grado. Por suerte pasó, el boca a boca anduvo bien y hay gente que se comunica preguntándonos cuándo habrá nuevas funciones, porque desea volver a verla”, comentó el director en declaraciones a este diario.

En ese sentido, la primera función es clave: si gusta y el boca a boca comienza a trabajar, la repercusión estaría asegurada. Con Rancho pasó.

-Sí, es así. En los últimos ensayos yo ya veía que algo pasaba en el escenario, que había verdad, cosas que uno busca como director y que a veces se consiguen y otras cuesta mucho. Había una energía arriba del escenario… A la salida de las primeras funciones consultamos al público, decidimos filmar con teléfonos celulares y preguntarles a los asistentes qué les había parecido, y los comentarios siempre fueron buenos. Apareció gente que nunca va al teatro porque le dijeron que valía la pena. Y por otro lado, hubo algo que no consideré en su momento: la obra tuvo una versión cinematográfica, y no pensé que tanta gente había visto el film, Rancho aparte se llamó (2007, de Edi Flehner). Muchos vinieron por eso, para ver cómo lo hacíamos en teatro. Y realmente funcionó. Fueron varias coas que hicieron que el público viniera.

Mencionás que la pieza tenía cosas que suponías iban a gustar. ¿Qué cosas?

-Más allá del texto, lo que se vivió en el escenario, la energía que fluía y lo que se iba logrando con el proceso de ensayo me dio una pauta. Porque el texto puede ser bueno y no fluir desde lo actoral, y ahí te quedás con un texto bien dicho. Pero lo de los ensayos era especial. La comunicación, el intercambio entre los tres actores. Además de que la obra cuenta una historia súper atrapante, que en un pueblo como Bolívar, tan cercano a la zona rural y a la vida rural, provoca que muchos se sientan identificados. Muchos nos lo dijeron, gente que se vino a vivir del campo a la ciudad, o de una ciudad grande, como La Plata, a una con un ámbito rural como Bolívar. Pasar de la zona rural tras muchos a la ciudad produce cambios en la persona, modifica sus hábitos. La obra habla de eso.

Tras estas dos funciones, Rancho girará en salas de la provincia durante el verano: por ejemplos en Pehuajó, Trenque Lauquen, Mar del Plata, la CABA y quizá en Henderson y Saladillo, si prosperan las gestiones.

Luego será el turno de estrenar Esperando la carroza, obra que Teijón había comenzado a ensayar en El Mangrullo y tuvo que interrumpir por diversos motivos, algunos de índole personal de algunos de los protagonistas. La función debut está prevista para el 7 de marzo, en el teatro Coliseo. Serán catorce actores y actrices en escena, y ya han comenzado a trabajar en la biblioteca Cabrera. 

Vamos de Nuevo pergeña además proyectos relativos a lo musical, que verían la luz desde febrero en el recuperado escenario de la biblioteca donde ha montado hogar. “No quiero adelantar nombres, sí que es la idea. Para el verano y después también. El año pasado actuó en la sala Rafael Doorish, y nos interesa abrir el espacio a todas las expresiones artísticas”, dijo finalmente el ex director de El Mangrullo y ex actor de Artecon.

Chino Castro

 

El amor después del amor

En marzo del año pasado tomaron la decisión de dejar El Mangrullo. Una acción fuerte: no disponían de sala, quedaban casi al desnudo. Pero pronto apareció la gente de la biblioteca Cabrera y todo comenzó a funcionar. Les fue bien, hoy es fácil decir que eligieron el camino adecuado, pero podría haber sido muy diferente.

-Sí, es verdad. Igual yo siempre trabajé de la misma manera, no puedo sacar al teatro de mi cabeza. Todo el tiempo estoy pensando en eso, en gestionar cosas y en moverme. Yo sabía que si no lo hacía donde estaba, lo haría en otra parte. Tampoco fue una cuestión de ‘ah, me voy’, fue más bien una mezcla de me echaron y me toca irme. Y así lo vivió la mayoría del grupo.

Si no estaba esa cuota de ‘me echan’, quizá no se hubieran ido.

-Es que yo había hecho muchísimo por estar en el lugar en el que estaba. Sobre todo por el espacio. Construimos una sala, que fue mi proyecto, desde el vamos fue mi sueño. En ese momento era seguir mal pero en el lugar que había soñado y conseguido, hablando de la sala, o dejar todo lo malo afuera y continuar en otra parte. Yo sabía que en otro lado iba a seguir, esa seguridad la tuve al momento de irme. Pero me costó abandonar ese espacio que quedó, que fue proyectado por mí desde los cimientos.

Lo seguís sintiendo como algo propio, aún hoy.

-Totalmente, sí. El escenario tiene la altura que tiene porque lo definí yo, los camarines también fueron hechos en base a mi opinión, el pasillo, si bien diseñó todo un arquitecto. Pero no es un tema del que quiera seguir hablando. De hecho, creo que demostré que la actividad se puede llevar adelante igual, en un lugar por ahí más humilde, más sencillo, que fue la decisión que tomé. Lo bueno es que nuestra marcha no se detuvo.

 

“SIN EL GRUPO NO SIRVO”

Quizá desde cierta óptica esto pueda parecer más genuino que aquello.

-Es que está desde cero, fundamos Vamos de Nuevo. No sé, lo que sí sé es que este nuevo emprendimiento es algo que siento como más propio. Eso sí. Y me lo hacen sentir los chicos también, los integrantes del grupo. Es nuestro grupo, son nuestras decisiones, yo consulto todo, de hecho hoy -el lunes- tenemos reunión para analizar cosas y barajar alternativas. Siempre he sido lo más democrático que he podido, porque no puedo trabajar solo, más allá de que proyecte solo. Sin el grupo no sirvo, no puedo plasmar nada. Además hablamos de teatro, algo colectivo, en esencia algo grupal, de conjunto.

Insisto: con el diario del lunes es fácil verlo, pero podría haberles ido mal.

-Tranquilamente, y el miedo estaba más allá de que yo te digo que sabía que iba a seguir. Podría haberme chocado con un montón de puertas y quedarme con la frente llena de golpes. Pero tenemos mucho proyectado, hoy por hoy, viéndolo a la distancia, la decisión fue más que acertada.

 

En los albores del nuevo siglo Carlos Alberto Teijón recalaba en El Mangrullo tras su paso por Artecon, donde se encaminaba a ser un histórico del grupo fundado (junto a otros) y dirigido por Duilio Lanzoni. Con la sociedad ganaron ambos: El Mangrullo languidecía sin director y se encaminaba a cerrar puertas tras un rica historia de décadas; Teijón quizá atesoraba algunas ideas, pero no dónde desarrollarlas, que es lo mismo que poseer una planta pero ningún cantero. Durante unos cuantos años fue amor, hasta que se cortó y en marzo del año pasado otra vez Carlos armaba sus valijas y se marchaba, tras comunicar su decisión a través de un texto en su Facebook que destilaba bronca y dolor. Reclutó gente (la mayoría de los alumnos y alumnas de su último taller formativo en El Mangrullo lo siguió), buscó una sala, entre todes fundaron un nuevo grupo para ir de nuevo, y hoy otra vez es amor.

Ch.C.

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