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lunes, 13 de mayo de 2024
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Rafa Doorish raspa el futuro y cosecha flores

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Aún en la cresta de la cruel segunda ola de covid en Argentina, el trovador Rafael Doorish no para de producir buenas noticias: hace horas estrenó en plataformas digitales Molino, pieza suya y de su hermano Ale, con la participación de Gustavo Santaolalla y el uruguayo Hugo Fattoruso. Es la “canción-bastión”, quizá lo mejor que ha hecho según su propia mirada, de su disco Molino, que verá la luz, completo, el 20 de este mes, con el respaldo del prestigioso sello discográfico El club del disco. Todo, antes de su nueva gira en México, prevista para fines de mayo.

Como siempre que ocurren cosas buenas -o malas-, las piezas van encajando si uno hace ‘fuerza’ en un sentido o en otro, si pone enjundia, disciplina, paciencia y las necesarias dosis de anhelo y confianza. Rafael Doorish fue haciendo todo eso desde que, guitarra al hombro y el mate amigo siempre a tiro para derretir el hielo de los primeros encuentros, partió de su Urdampilleta natal con ansias de mundo y de canciones, y hoy ya puede darse algunos lujos y soñar con paraísos en la tierra que va pisando.

Al otrora líder de la banda Arco Iris y hoy un célebre productor discográfico e impulsor de nuevos valores, lo conoció a través del tecladista y pianista Andrés Beeuwsaert. La novia de Andrés vivía en la misma casona que Doorish, en el barrio porteño de Almagro, y los músicos fueron haciéndose amigos, compartiendo alguna zapada, intercambiando canciones. Beeuwsaert era entonces el tecladista de Gustavo, lo que favoreció el encuentro entre nuestro Rafa y un histórico del rock argentino y quizá el músico nacido aquí con mayor proyección internacional. La primera vez ocurrió en 2019. (En el invierno de ese año, el bolivarense y Beeuwsaert compartieron escenario en Artecon, cuando Rafa tocó en el segmento de apertura de su concierto). Andrés invitó a Rafa al Coliseo porteño a un recital de Santaolalla, y luego a la celebración íntima de la banda tras el concierto. Ahí hablaron, Gustavo le pidió que le mandara canciones suyas mediante Andrés y todo fue comenzando a encajar. “Empezamos un ida y vuelta, hasta que el año pasado, cuando viajó a Argentina, me contactó para encontrarnos. Almorzamos juntos, mano a mano en un hotel. Una experiencia hermosa, tres horas de charla y de compartir con alguien así, imaginate”, expresó Rafa, vía telefónica desde el café ubicado en la Galería Prada, donde paró un rato el jueves en este periplo a Urdampilleta y Bolívar. “Ese día se forjó la idea de que colaborara en Molino con su ronroco eléctrico, un instrumento que él diseñó y que decidió probar en este tema. De tal modo mi canción hizo las veces de rata de laboratorio de Santaolalla, algo fantástico, porque suena increíble”, consideró entre sonrisas el cantautor. Además, el invitado aportó su voz a Molino, y “me envió algunas devoluciones muy interesantes sobre la emoción que le produjo esa obra”, completó Rafa. (Para que se entienda lo que significa para el urdampilletense el también líder, hace mil años y otras tantas olas rockeras, del efímero Soluna: en la foto de portada de su Facebook, Doorish sonríe abrazado a Santaolalla.)

Al multiinstrumentista uruguayo lo conoció de otro modo, más directo: un buen día le mandó un mail, en el que le expresaba su admiración al tiempo que lo invitaba a ser parte de Molino. “Al otro día me contestó, diciéndome que la canción lo había emocionado, que quería participar y que le dijera qué necesitaba”. En cuestión de horas, todo cerró con moñito: Rafa le envió la idea, y poco después el ex miembro de los legendarios Shakers le ‘devolvía la pared’ con una espléndida contribución en sintetizador. “En esos días el Hugo tocaba en el Bebop club con su trío, entonces aproveché para ir a verlo y conocerlo. Me encontré con alguien encantador: muy humilde, muy sensible. Charlamos un rato sentados a una mesa sobre esa pieza, que me volvió a recalcar que lo emocionaba, le tocaba una fibra íntima”, contó, entusiasmado el músico que, algunos años atrás, no tantos pero quizá en otra ‘vida’ suya, también supo despertar el interés del andaluz Joaquín Sabina.

La letra de Molino pertenece a Alejandro Doorish, hermano de Rafa, desde hace años letrista de sus temas y su mitad creativa, algo así como su cable a tierra (ponele). “Escribí la primera frase en Chivilcoy, y ya después la agarró él y empezamos a tejer, a ‘pelear’ las comas. Es una especie de revisión ancestral, que tiene fuerte relación con la madrugada y el sueño. Evoca a los que llegaron en la aurora del siglo pasado, esos primeros que lograron cruzar el ‘charco’, y todo lo que fueron haciendo. Es revisar a través del sueño nuestro pasado, yendo muy a la raíz”, describió el músico.

Es decir que Rafa tiene canciones, lo suyo no son sólo confianza, trabajo y carisma. El urdampilletense grabó su voz y su guitarra en el estudio Panacea, con el técnico Alejandro Saro. Fattoruso incorporó su parte, y Santaolalla hizo lo propio en su estudio de Los Ángeles. Saro realizó la mezcla y masterizacióndel material. En Panacea y con el mencionado técnico fue registrado todo el disco, compuesto por nueve canciones y que lleva también el título de Molino. Algunos anticipos han sido publicados por el autor en los últimos meses, y el álbum completo verá la luz el 20 de mayo en YouTube, Spotify y demás plataformas digitales, con el respaldo de El club del disco, prestigioso sello discográfico que se interesó en esta colección de piezas musicales vía ‘Yacaré’ Manso, músico allegado a Rafa que construyó ese puente (por ahora, no saldrá en formato físico).

El equipo de Molino, la canción, que bien podría ser considerado un ‘dream-team’ con la incorporación de las celebrities, se completa con las también bolivarenses Daniela López, autora de la foto de portada del single que será estrenado el viernes, y Alejandra Almirón, a cargo de la edición gráfica. (La imagen de cubierta del álbum también pertenece a López, con edición de Almirón.)

“Para mí, quedó la mejor canción del disco. Un trabajo sencillo, pero muy profundo”, remató el trovador, que el domingo 16 de mayo, apenas seis días después de cumplir años, emprenderá vuelo a México para su segunda gira en tierra azteca. “Me lleva a un lugar especial. Además, sintetiza el concepto del álbum, que por eso se va a llamar Molino, y será su canción-bastión”.

Chino Castro

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