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Oriana: el amor al prójimo tiene nombre propio

La periodista de este medio se anotó, en silencio, en un programa voluntario que prueba terceras dosis de vacunas anti Covid en pacientes inmuno suprimidos. Hoy la inocularon en la ciudad de La Plata y debe cumplir una serie de procesos que servirán para probar el funcionamiento de las vacunas y su respuesta inmunológica.

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Hay gente a la cual queremos mucho, por los distintos amores que los hombres cultivamos, y eso finalmente nos hace muy bien. Nos predispone de otro modo frente a la vida, porque querer (amar) es siempre una actitud curativa para quien tiene la suerte de ejercerlo.

Pero además de ello hay gente a la cual queremos mucho y además admiramos, respetamos profundamente, por ejemplo, por sus actitudes frente a la vida misma. Gente imprescindible, diría Bertolt Brecht refiriéndose a los que luchan siempre. Y este es el caso de la nota periodística que nos ocupa.

Me referiré aquí a una persona de las nuestras, de esta casa, a quien por cierto queremos mucho y también admiramos por lo dicho más arriba y por mucho más. Hay en ella un ejercicio de la solidaridad plena, de esa que vale en serio, que es necesario resaltar. Porque quien lea estas líneas podrá fortalecerse espiritualmente creyendo, con toda la fe, que hay futuro para la humanidad.

Oriana Bayón, nuestra periodista luchadora, aguerrida, trabajadora hasta más allá del cansancio, se enfrenta por estos días a una barrera de las tantas que deberá saltar, porque parece que el buen Dios le pone pruebas por delante a quien sabe que puede superarlas.

Una maldita enfermedad llamada cáncer se adueñó por un tiempo de su cuerpo y, por supuesto, está en plena pelea con la convicción de que saldrá triunfante. Los tratamientos que le aplican ya han dejado sus huellas impiadosas; pero ella sonríe igual y, enarbolando esa sonrisa cual arma invencible, mira al futuro.

Tanto es así que, silenciosamente, sin que casi nadie lo supiese, en el día de ayer viajó a la ciudad de La Plata. Allí la aguardaban hoy, en el Hospital San Martín de capital provincial, porque con anterioridad se había anotado, voluntariamente, para que prueben en ella la tercera dosis de vacuna anti Covid en enfermos de cáncer.

“Entiendo que no es nada fácil encontrar enfermos de cáncer que tengan las dos dosis aplicadas y que se pongan a disposición. Por eso lo hice”, afirma Oriana ya de vuelta en Bolívar, arrebujada en su hermosa familia que la contiene y quizás haya sumado un motivo más de admiración por esta actitud.

Ojalá que todo esto sirva para que los médicos, los infectólogos, puedan encontrar soluciones frente al Covid y en ese caso yo estaré muy contenta de haber puesto mi granito de arena”, casi concluye el diálogo periodístico acostumbrada como está a situarse del otro lado del grabador.

Oriana se enteró de este programa, en el que participan los más prestigiosos institutos del país, por simple curiosidad periodística. “Leyendo una nota que publicó la Agencia Telam”, dijo entre risas. “Me anoté sin que nadie de mi familia lo supiese y cuando me llamaron y contesté afirmativamente recién les avisé”.

Hoy le extrajeron sangre en el Hospital San Martín y en seguida la inyectaron en dependencias de la Facultad de Medicina. “Ahora viene un seguimiento de una semana durante la cual me llamarán todos los días. Debo regresar a los 14 días, a los 28 y recién a los 90 me enteraré si realmente me aplicaron una tercera dosis o fue un placebo. En este último caso recibiré la tercera dosis. En realidad están testeando cómo funciona esto en pacientes inmuno suprimidos, como es mi caso. Por eso es que debí informar puntualmente todo lo relativo a mi cuadro y especialmente la medicación que me estoy aplicando”.

Se la nota contenta, casi diríamos eufórica. “No me creo más que nadie porque haya hecho esto. Al contrario, puedo entender a quienes tienen miedo o desconfianza. Lo que sí pienso es que no podemos quedarnos sentados a esperar las soluciones a nuestros problemas y que en cambio hay que involucrarse. Yo confío mucho en la gente que trabaja en la ciencia, soy una defensora estricta de la vacunación y me conforma saber que quizás he contribuido a aliviarle padecimientos a cualquier persona”, cerró el diálogo, ahora sí, Oriana Bayón.

Quedó dicho. Oriana le puso nombre propio al amor al prójimo. El suyo.

Víctor Agustín Cabreros.

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