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miércoles, 24 de abril de 2024
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Murió “Lalo” Cejas: lo despidieron con la camiseta de Ferro, la revista Palermo Rosa y “Adiós Nonino”

Por Hugo Ferrer.

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Se llamaba Hilario Cejas. Para los que lo conocían era Lalo. Así creció desde chiquito y jugó en los potreros de Herrera Vegas y en Bolívar, en la provincia de Buenos Aires. Era primo del inolvidable arquero de Racing, Agustín Mario Cejas. Por esas cosas del destino, junto a mi padre Hugo, no sólo fueron grandes amigos, sino que compartieron la pasión por el fútbol: siempre “hacían alarde” de que le pateaban penales a quemarropa y “Agustín”, como ellos le decían, dejaba pasar la pelota entre las piernas y se daba vuelta para atajarla.

El martes 8 de junio murió en el hospital de Clínicas. Tenía 78 años. Fueron 12 días de pelea. Tenía covid, pero su cuerpo ya pedía diálisis. Su amigo Ramiro Araujo, estuvo con él como pudo. Se vacunó el 3 de abril y soñaba con seguir a Ferro a todos lados, desde su lugar de hincha y como integrante de la Subcomisión de Fútbol. Antes de internarse llegó a conocer Albertina, su nieta recién nacida, hija de Lucia. Y se le partía el corazón cada año cuando recordaba la ausencia de su otra hija, María Cecilia.

Loco por el turf. Burrero de ley, hasta en su estado de Whatsapp decía que estaba “En una reunión  (hípica)”…

Loco por el taxi. En la Capital Federal, conocía todas las calles e historias.

Y loco por Ferro. En el club de sus amores, fue alegría, anécdotas y siempre solidario. Muy querido y referente hasta para dirigentes y jugadores.

Así fue, por ejemplo, que desbordó de alegría cuando el 25 de enero Matías Muñoz ascendió con Tristán Suárez. Al ex Ferro, nacido en Río Gallegos, apoyó mucho cuando estaba en el club y fue contención de sus padres que viajaban desde el sur. El crack de Santa Cruz no lo olvida. Conmovido, le dijo a Crónica“Siento una tristeza enorme. Cuando me había lesionado y tuvieron que operarme del pulmón, él estuvo con mi familia. Con su taxi nos llevaba a todos lados. Tuvimos una relación muy linda.” Y así fue con muchos. ¿Cuántos Lalo hay en el fútbol? Son seres inolvidables.

Cuando mi papá murió, el 5 de enero de este año, Lalo lo acompañó con su taxi casi paralelo al vehículo de la cochería. En el semáforo de Boedo y Rivadavia, bajó el vidrio, extendió su mano izquierda y la apoyó sobre el coche. Fueron segundos, pero significó toda una vida. Él era así: amigos de sus amigos hasta el final.

 Por estas historias y otras tantas, fue conmovedor para todos leer: “Ferro lamenta el fallecimiento de Hilario “Lalo” Cejas….”.

Su cortejo fúnebre pasó por la sede del club en Caballito. Ferro estaba con él. Llantos, abrazos, banderas y gorros. Los que pudieron estar ahí, como los amigos del Hipódromo, aún hoy no pueden creerlo.  Luego, el viaje al cementerio de Chacarita. Fue el adiós antes del crematorio. Sobre el cajón, la bandera de Ferro y una revista de Palermo Rosa. Uno de los amigos del turf, puso un parlante sobre el féretro y sonó “Adiós Nonino”, su tango preferido, el mismo que Lalo le puso a su hermano cuando murió en Pehuajó.

En el partido de este viernes, a las 14, contra Brown de Adrogué, hubo un momento para él.

En la platea tradicional de Ferro y con un permiso especial, estuvo su familia. Su hija Lucila llevó a Albertina en brazos y a Antonio, el nieto mimado (“de Ferro desde la cuna”, según decía siempre Lalo, orgulloso). También estuvieron Irma, el amor de su vida, y amigos, entre ellos Ramiro Araujo, el otro fana de Ferro (como su papá Juan Carlos), con su hijo Camilo.

Los dos equipos, en el círculo central junto al árbitro Fabricio Llobet. La voz del estadio anunció el por qué del minuto de silencio: fue para él y Alejandro Sonich, un muy querido periodista del club, relator de fútbol y de básquet e integrante del equipo de prensa. Ambos, también amaban al Gran Timoteo Griguol.

Lalo tenía una memoria prodigiosa. Se sabía nombres y fechas, “a lo Juan José Lujambio”.

Los amigos “de allá y de acá” no dejan de recordarlo por sus partidos como futbolista también en las localidades de Hale, Hortensia y Henderson. Y los equipos que integró, como “Los hermanos de Pelé”. Su amigo Daniel Salazar, lo dice desde Bolívar: “Podría contar mil anécdotas, historias, frases, todo está guardado en la memoria. Queda el pacto de sangre de nuestra hermandad y nuestra amistad a la enésima potencia, proyectada en el tiempo. amigo de los amigos, miles dejaste en esta tierra…Se te va a extrañar, Lalito.”

Su familia, celebró por partida doble el triunfo por 1 a 0. En el gol de Brian Fernández todos festejaron. Todos abrazaron a Lalo. Fue el abrazo de gol más inolvidable de sus vidas.

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