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domingo, 12 de mayo de 2024
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Migrar al interior: el sueño que algunos cumplieron y otros planean

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En un grupo de Facebook más de 32 mil personas intercambian información sobre destinos, consejos y experiencias. Los une un objetivo: dejar las grandes urbes y radicarse en zonas rurales de distintos distritos bonaerenses o de otras provincias.

 

“Realmente, no extraño nada de la ciudad”, responde Cristian García a través de un mensaje de WhatsApp desde Atalaya, un pueblo de menos de mil habitantes ubicado en el distrito de Magdalena. Dice eso y que el cambio “es radical”, que por la puerta de su casa ahora “ni siquiera pasa gente caminando”.

Cristian es parte de “Migrar al Interior”, un grupo de Facebook en el que más de 32 mil personas comparten sueños, experiencias, preguntas y consejos sobre la idea de dejar lugares densamente poblados y trasladarse a pequeños pueblos. Muchas de ellas viven en el Área Metropolitana de Buenos Aires, en donde se concentra el 37% de la población de Argentina.

Los migrantes al interior buscan naturaleza, tranquilidad y seguridad; un lugar en donde criar a sus hijos, el espacio para una huerta y un espejo de agua para mojar los pies. Buscan cambiar la forma de vivir.

 

Cerca pero lejos

Cristian es nacido en La Plata. Tiene 51 años y se desempeña como criador de perros de guardia e instructor canino. En el 2001, en medio de la crisis económica, se fue a Brasil. Y en el 2008 regresó a la capital bonaerense. Pasaron cuatro años hasta que migró nuevamente. Esta vez fue más cerca: primero vivió en las inmediaciones del kilómetro 14 de la ruta 11 y luego se trasladó a Atalaya, un antiguo pueblo asentado a orillas del Río de la Plata.

“La elección de Atalaya fue porque mi padre prestó servicio como policía en Magdalena cuando yo era pequeño y a raíz de eso conozco toda la zona”, dice en diálogo con DIB. Y agrega: “El cambio radical es la tranquilidad y la paz que da el campo, pero ojo que no es para cualquiera”.

“A las personas que quieren migrar al interior les diría que en primer lugar analicen bien lo que van a dejar y si eso que dejan no le va a causar tristeza, y que dejen atrás los miedos”, aconseja.

 

La vida “simple”

Yanina Pace recuerda perfectamente la primera vez que ella y su esposo vieron el nombre de la localidad en donde hoy viven junto a sus hijas: “Casbas”. “Nos sonó a pueblo fantasma”, dice.

Es rosarina y cursó sus estudios de “Medicina Veterinaria” entre 1999 y 2007 en Casilda, también en la provincia de Santa Fe. Luego, cuando tenía 27 años, ella y su pareja se trasladaron al distrito bonaerense de Guaminí por un trabajo en un campo de cría y reproducción de equinos, y al poco tiempo se instalaron en la localidad de Casbas de ese mismo partido.

“La vida es más simple y barata. Me encanta la tranquilidad de la zona, las lagunas y sus balnearios, la gente, el que todos nos conozcamos y, aunque suene cliché, el no tener rejas en las ventanas”, enumera entre las virtudes de ese rincón del interior.

Y recomienda a quienes aspiran a migrar a que “busquen información de qué profesiones u oficios se necesitan” porque “las demás preocupaciones son menores”. “Por ejemplo, en mi pueblo hay una sola pediatra, no hay traumatólogo y otras especialidades. También los oficios suelen tener buen trabajo”, alienta.

 

La cancha por la siesta

Fernando Coco vivía en la localidad de Banfield (en Lomas de Zamora). Durante mucho tiempo pensó en irse y lo terminó de decidir hace tres años por cuestiones de seguridad y después de un hecho fatal del que fue víctima uno de sus amigos.

El destino fue Balcarce por una oferta laboral. Extraña a sus afectos y también ir a la cancha, pero ganó por otro lado: tranquilidad, aire puro y cercanía con otras ciudades atractivas como Tandil, Necochea, Miramar y Mar del Plata. “Es imposible aburrirse si tenés movilidad”, sostiene.

Fernando dice que al principio le costó adaptarse a la ciudad porque era “ir de casa al trabajo”, pero que luego comenzó a integrarse. “El interior ofrece muchas oportunidades y hay más para ganar que para perder. Que es duro es verdad, pero es cuestión de un tiempo”, asegura. Y, en tono de broma, le pide a los que se animen al cambio de vida que “respeten y disfruten el placer de dormir la siesta”.

 

Los que miran el mapa

En “Migrar al Interior” hay algunas personas que ya encontraron su lugar en el mundo, pero muchas otras todavía miran el mapa y manejan posibles opciones en distritos bonaerenses o en otras provincias.

“Quiero mudarme porque busco una vida más tranquila en cuanto a vorágine de horarios, por seguridad y para poder criar a mi hijo con un poco más de libertad”, dice en diálogo con DIB Jésica Guerrieri, profesora de química, física y matemática.

Ella vive en Merlo, en el conurbano, y la primera opción que maneja es la de la localidad serrana de El Trapiche (San Luis). Allí estuvo en enero y tomó los nombres de varias escuelas para enviar su CV. Planea volver en otoño e instalarse definitivamente en diciembre. Pero también ve eventuales dificultades: la falta de viviendas en alquiler permanente, la necesidad de contar con ahorros y las dificultades para conseguir trabajo.

“En caso de que se complique El Trapiche, mi ‘plan B’ es San Pedro. Me gusta la ciudad y en lo laboral creo que tengo más chances”, cuenta.

En San Martín, también en el conurbano bonaerense, vive Claudio Emmanuel Piscitello junto a su familia. Él y su esposa fabrican y comercializan artículos de limpieza, y se esperanzan con “expandir ese rubro en otras latitudes” de la provincia de Buenos Aires.

Claudio cuenta que les gustaría tener un espacio “para sembrar verduras y frutas” y que sus hijas puedan “disfrutar de una vida más sana”. “Además, nos encantan los animales. Tenemos un mini zoo: dos perros, dos gatos y una tortuga”, se ríe. Analiza unas cuantas posibilidades: Pehuajó, Daireaux, Médanos (Villarino) y Pila. “No conocer ni tener amigos o familiares en esos lugares es una traba importante para asentarnos. Empezaríamos completamente de cero”, agrega.

Como él, lo viene pensando Raúl Horacio Cavi. Tiene 53 años y a comienzos de 2021 tomó la decisión: empezar a buscar su nuevo hogar. Vive en Francisco Álvarez (Moreno), y evalúa las provincias de La Pampa, San Luis y Entre Ríos y la localidad bonaerense de Bahía San Blas, ubicada en Patagones. “Busco tranquilidad y seguridad”, resume. Lo mismo que espera conseguir Jorge Vazquez (41), de Ingeniero Maschwitz (Escobar). “A mi señora y a mí nos gustan Córdoba y Mendoza”, cuenta. Y detalla: “Quiero bienestar para mis hijos”. (DIB) MT

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