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jueves, 02 de mayo de 2024
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“México es el país que me ayudará a cumplir mis sueños”

Ezequiel Sánchez regresa mañana a Mexicali, donde trabaja, lucha y sueña.

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Luego de tres meses en casa, el músico y coiffeur Ezequiel Sánchez retornará mañana domingo a Mexicali (México), donde desde octubre del ’21 reside junto a su compañera, la también bolivarense Florencia Moccio.

Noventa días aquí recargando baterías con la más pura energía, que siempre serán el abrazo de quienes pueblan -y de tal modo nutren- nuestro corazón y el reencuentro con ese ‘nido’ que jamás deja de esperarnos aunque nos vayamos lejos. Los aromas, colores, secretos y rincones donde crecimos, sin los que no seríamos nada. Todos somos de algún lugar, y él es de acá aunque haya partido en busca de cielos más luminosos. En charla con el diario, ‘Eze’ habló de “reconectar”, un verbo al que volveremos a recurrir durante este artículo. Su estadía no responde exactamente al modo vacaciones, ya que siguió trabajando desde acá. En estos meses, junto a un amigo que se hizo allá montó un emprendimiento de marketing digital (generación de contenidos y ediciones audiovisuales), al que se dedica de modo free lance. También redefinió en casa su plan musical, con la idea de relanzar en México una carrera para la que dejó montada una promisoria base.

“Me falta el parque”

Más allá de tu gente, los tuyos, ¿con qué cosas de Bolívar necesitabas reconectar? Hablo de perfumes, paisajes, sitios.

-Extrañaba mucho La Quinta Dimensión (la peluquería que fundó junto a Fede Gallo y Alina De Azevedo). Y mi casa, mi lugar. Después, la gente del pueblo; ir al parque, ver que está todo como cuando me fui, que la gente sigue yendo los domingos a tomar mates y disfrutar. Eso se extraña porque allá somos poquitos los argentinos, y no se acostumbra algo así. Me falta el parque. No hay césped y el pulmón verde de la ciudad es un zoológico, en el que tampoco hay mucho verde. Es una zona desértica.   

“Podría enfocarme en las baladas, que siempre me gustaron”

Además del marketing digital, en Mexicali continúa cortando el pelo y haciendo música, sus dos oficios de acá. Con un Home Studio que se armó en su casa, está grabando mucho y guardándolo para cuando considere que maduró lo suficiente como para darlo a conocer en plataformas. “Grabar, grabar, grabar y guardar”. Lleva a cabo la producción de esas canciones junto a músicos bolivarenses que le brindan colaboración. “Este último año y medio me dediqué a estabilizarme allá, en lo económico y en lo relativo a la ciudad, a sus costumbres. Y ahora puedo afirmar que empezaré de vuelta a meterle a mi proyecto. No sé si con mi género (lo tropical), porque donde estamos se escuchan mucho cosas muy regionales, pero por ahí podría enfocarme en las baladas, que siempre me gustaron. Tengo propuestas de músicos de allá para trabajar algún material inédito”, anticipó. Como para ‘entrar’, y después ir a lo suyo.  “En México se escucha mucho la cumbia mexicana, los pioneros son Los Ángeles Azules. También Selena en la zona nuestra, estamos pegaditos a Estados Unidos. Una cumbia más ‘noventosa’, pero lo que yo estaba haciendo fusionaba guitarras con distorsión o muchas trompetas, y otra dinámica en cuanto a los tiempos del género”, un tipo de ‘comida’ poco requerida en la tierra de los picantes. “Podría mostrar lo mío, pero yo siento que debo romper el hielo con algo más agradable o amable para sus oídos”, puntualizó.

Primero conectar (vamos a seguir con ese verbo tan gráfico); después, cuando bajen las defensas, intentar clavarla al ángulo. Desde esa perspectiva, ‘Eze’ analiza que hay un tipo de balada transversal a México y Argentina, ver para entender la lista de artistas que elaboran más o menos lo mismo, se enrolan en una militancia artística que pone al corazón roto como faro de la canción, y así triunfan bajo ambos cielos dejando a su paso un reguero de lágrimas calientes. Una balada que ramifica hacia el rock. Enanitos Verdes, Auténticos Decadentes, Cerati “a un nivel de fanatismo increíble”, Cadillacs/Vicentico, son algunos de los artistas ‘argentos’ que puntúan bien alto en la tierra de baladistas como Manuel Mijares, Juan Gabriel y el mismo Luis Miguel. Fuera de lo rockero, mencionó a Leo Dan, prócer nuestro que también es ‘bronce’ en suelo azteca. Y agregó a un humorista, aunque lejos está de dedicarse al stand up: Juan Verdaguer.

Su idea es producir material, amasarlo (con músicos reunidos para la ocasión), publicarlo y armarse una banda llegado el momento de salir a tocar en vivo, la última etapa de su plan. “Hacer lo mismo que hice acá cuando largué mi proyecto, esa es mi idea”, resumió.

Estabilidad mexicana vs. inflación argentina: “En este momento no volvería”

¿Estás bien en Mexicali, más allá de la perspectiva musical? Seguramente en estos dos años y medio te habrás preguntado mucho ‘qué hago acá’, ‘me quedo o me vuelvo’…

-Sí. Los primeros meses fueron complicados. Cuando llegás te das cuenta de que te golpea la realidad. Se nota mucho a nivel económico. Son dos economías totalmente diferentes, te das cuenta ni bien llegás. Después, al empezar a entrelazarte con la gente, a trabajar e ir conociendo, comprobás que están mucho más estables que nosotros. Es triste decir esto, pero a diferencia de lo que sucede en Argentina, la estabilidad económica de México como país es increíble. Yo llegué en 2021 y un dólar salía 20 pesos mexicanos, y hoy, su valor es de 17 pesos mexicanos. Una estabilidad económica muy grande hay. Y en la zona en la que estamos, que es frontera, por ahí se nota más eso.

Te habrá sacudido el contraste cuando llegaste a esta Argentina con una inflación desbocada.

-Se nota, se nota. Si bien siempre estuve en contacto con mis papás, no soy de mirar noticieros, porque siento que te llenan de una energía negativa y no me hace bien, peor estando lejos de mi tierra, pero cuando llegás acá y ves cómo pelea la gente para llegar a fin de mes… Es doloroso, doloroso. Cuando me pongo a pensar en cómo hacen o cómo tienen que rebuscárselas… Que no haya un techo para los precios ni valor estable de la moneda, da miedo e incertidumbre. No sabés qué puede llegar a pasar.

No resulta muy estimulante para volver.

-Y, no. En este momento no volvería, y si lo hiciera sería por mi familia. No es porque no me guste el país, pero regresar y arrancar de cero me sería muy difícil.

Yo creo que vos sabés que vas a volver, pero a la vez tenés claro que el momento no es ahora. ¿Es así?

-Tal cual. De hecho, no sé si voy a seguir viviendo donde estoy, cómo será mi futuro. Irme de mi país me destrabó un nivel, por así decirlo, y me di cuenta de que con mis oficios de estilista y cantante, o sin ir más lejos con el marketing, se puede vivir en cualquier lado.

Podrías irte de México tranquilamente, sin que implique volver a la Argentina.

-Yo siento que México es el país que me va a ayudar a cumplir mis sueños. Después, dónde se llevarán a cabo, no lo sé. Siento que es el medio de transporte a encontrar una estabilidad que me permita realizarme como artista y como persona, y que eso se dará dónde y cuándo se tenga que dar.

Estás cómodo, pero no lo sentís como un lugar definitivo, íntimamente sabés que no lo será.

-Sí, no es mi lugar definitivo. Pero sí siento que es un sitio donde hoy estoy cómodo y me va bien. Y di con gente que nos brindó una mano, su casa, gente con muy buena onda (mexicanos). Si bien al principio fue complicado, los primeros meses, porque se pone en la balanza todo lo que uno dejó acá. Y después, que estás solo, en un país donde no tenés a nadie, no conocés a nadie, no le podés mandar un mensaje a nadie para juntarte a tomar unos mates y charlar. Se extraña en esos primeros tiempos, y en el encierro la cabeza lo boicotea a uno, como jugándole una mala pasada. Pero siempre para adelante.

Esos mexicanos que lo ayudaron son gente que fue “encontrando en el camino”. De hecho, una de esas personas hoy es su amigo y socio en el emprendimiento de marketing digital antes mencionado. “Él y su familia nos ayudaron mucho desde el principio”, pone de relieve. El plural, ayudaron, abraza a Flor, su compañera, con quien “somos un equipo y estamos juntos peleándola allá”.

Entre esas personas que “fueron apareciendo”, también hubo argentinos. “Hicimos una amiga argentina, con la que también nos tratamos mucho. Con ella sí compartimos la costumbre del asado el domingo, o por ahí tomar unos mates”, cuenta. Unas pocas e indispensables almas para aferrarse y caminar en tierra ajena, no el millón de amigos de Roberto Carlos o las barras tan típicamente nuestras, no tanto ahora ‘gracias’ al auge tecnológico que estimula la conexión en detrimento de la comunicación, reemplazando la gloria del abrazo por el ‘caramelo’ de suprimir la lejanía mediante pantallitas.  (Una ‘golosina’ con menos sabor, claramente, pero ahí vamos. Cuando se está muy lejos, fenómeno, pero cuando se anda tan cerca, cómo no regalarse un rato…) “Después, estamos muy herméticos. Hay amistades, pero no tantas. Convengamos que, de por sí, es más difícil hacer amigos de grande”, reflexiona Eze.

Mencionaste que en el barrio también viven otros argentinos. ¿Hay camaradería, al margen de que no haya una amistad, de que no conformen una cofradía?

-Mirá, cada cual está en la suya y lo respeto. Cada uno está atravesando su momento, por ahí no todos pensamos igual o no vemos de la misma forma la realidad, capaz a unos les cuesta más que a otros el desarraigo. Como te decía, sí hicimos amistad con una chica argentina que creo que hace doce años que vive en Mexicali, está casada y ya se siente de allá. Conocimos a su sobrino, que se fue al mismo tiempo que nosotros, y también a una prima. Ella, ‘Lizi’, y su pareja, ‘Fede’, son con quienes compartimos más tiempo.

Fuera de micrófono, me agregará que los primeros meses fueron muy ásperos: trabajaban, cada cual en lo suyo con ‘Flor’, de sol a sol: él, de 7 a 2 de la mañana, con una hora libre de 13 a 14, ella más o menos bajo el mismo régimen, con un ‘recreo’ de 16 a 18, y me confidenciará que casi todos los (pocos) dólares que llevaban se los gastaron el primer día, alquilando algo para vivir y comprando comida y algunas cosas indispensables más, sin que hubiera a cuatro cuadras alguien a quien pedirle un préstamo o un mate para hacer catarsis. Sin embargo al otro día el sol salió en ese país tan especial que es México, tan de colores fuertes y ancestralidad en inarmónico, casi chocante maridaje con la ultramodernidad de cuño yanqui. Suele pasar, los días rebosan de milagros cotidianos que casi nadie ve, y que vuelva a subir el sol de entre toda la mierda que esparcimos, es uno de ellos. Entonces todo comenzó a encaminarse, en base a ese esfuerzo casi inconsciente y desmesurado que hace quien necesita y quiere sobrevivir. Ahora ‘Eze’ y ‘Flor’ están mejor, y van por más ya que sus sueños parecen más pertinaces que ellos, porque no dejan de brillar.

Chino Castro

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