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Luz para ellas

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Escribe: Mario “Chiqui” Cuevas

Romina Zanellato es neuquina, ejerce su profesión de periodista en Buenos Aires. Colaboró y colabora en Rolling Stone, Los Inrockuptibles, Indie Hoy, Infobae, Brando, entre otras publicaciones, también forma parte del portal de noticias feministas LatFem.

 

Romina acaba de editar por Editorial Marea, ‘Brilla la luz para ellas’ (Una historia de las mujeres en el rock argentino 1960-2020), publicación que reivindica a las pioneras del rock argentino (Cristina Plate, Gabriela, Carola, Mirtha Defilpo, María Rosa Yorio); las que surgieron en los 80’s (Celeste Carballo, Sandra Mihanovich, Viudas e Hijas, Claudia Puyó, Silvina Garré, Fabi Cantilo); en los 90’s (María Gabriela Epumer, Rosario Bléfari, Actitud María Marta, Hilda Lizarazu); acústica y bailable (María Ezquiaga, de Rosal, Poli, de Sr Tomate, Flopa Lestani, Juana Molina); y la actualidad (Paula Maffía, Marina Fages, Lucy Patané, Las Taradas, Lula Bertoldi, de Eruca Sativa, y su hermana menor, Marilina Bertoldi).

 

“¿Quiénes fueron las pioneras en el rock argentino? – escribe Romina – Aparecían nombres sueltos, pero poco sabíamos del recorrido. El descubrimiento fue revelador: en los feminismos honrábamos a las pioneras en la lucha por el aborto legal, las que abrieron espacios ya armaron la red. En la música ni siquiera se sabía quiénes habían sido las primeras rockeras.

 

Como periodista feminista que intentaba hacerse su camino en los medios musicales, ya sabía lo difícil que era lograr un espacio para colaborar siendo mujer y, sobre todo, tenía experiencia en el rechazo a mis notas: a la mayoría de los editores que me crucé no les interesaba publicar sobre músicas. Eso se confirmaba en mi biblioteca: los libros de rock nacional que tenía – y que son muchos – se mezcló mencionaban a algunas mujeres o ni siquiera habían sido tenidas en cuenta al construir la historia del rock local.”

 

‘Brilla la luz para ellas’ reivindica no sólo las músicas, también lo hace con las periodistas, managers, fotógrafas, técnicas y todas aquellas que pugnaron por un lugar en la industria musical.

 

“Este libro tiene una mirada feminista desde su primera línea y hasta la última, porque quien escribe este texto es una periodista feminista. El corte temporal involucra esa premisa. Desde la aparición de las primeras sonoridades que lxs periodistas y críticxs de rock consideran el nacimiento del rock nacional, a fines de los 60, hasta que Marilina Bertoldi ganó el Premio Gardel de Oro en 2019.”

 

A continuación una reseña de tres pioneras del rock argentino que hay que conocer y disfrutar.

Gabriela se abrió camino en un ambiente de hombres. Fue la primera mujer que hizo rock en Argentina, que no es poco decir. Su padre era diplomático y le hizo conocer el mundo tempranamente: Turquía, Portugal, Brasil. Irlanda fue el último país donde vivió con sus padres. En 1968 decidió ir a París a estudiar actuación. En ese momento tenía tres objetivos en su vida: actuar, escribir y hacer música. Estuvo dos años en una compañía de teatro que dirigía el argentino Víctor García. Los lunes que no actuaba, cantaba sola con su guitarra en los cafés de París.

 

Cuando la obra bajó de cartel volvió a Argentina. Aquí comenzó a escuchar el movimiento de rock y quedó prendada ante Manal y Almendra. Decidió que quería dedicarse plenamente a la música: recopiló los poemas que había escrito hasta ese momento, algunos de ellos ya tenían la música. Uno de estos fue ‘Es la lluvia y nada más’ su primer gran tema. El manager de Almendra le ofreció un contrato y así comenzó la historia de Gabriela en nuestro país que por cierto no fue extensa. Debutó en la segunda edición de B. A. Rock con una super banda que la acompañaría en la grabación de su primer simple y su disco debut, “Gabriela” (1971).

 

“La banda estaba integrada, además de Edelmiro Molinari, por Litto Nebbia en piano, Oscar Moro en batería y David Lebón en bajo, aunque ninguno de ellos, salvo Edelmiro, me menciona cuando nombran su recorrido artístico. Este todavía sigue siendo un país machista…”, contará Gabriela tiempo después, al mismo tiempo que remarcó: “Llegué a hacer shows hasta en piso de tierra, y era denso, porque la música es un negocio de hombres. Entonces yo aparecía con mi aspecto frágil de campesina y me aceptaban o me querían matar. Aunque en general debo decir que siempre me fue bien.”

 

Carola alternaba en el colegio sus participaciones en los coros y en los cuerpos de baile. Integró la ópera rock Hair, estrenada en 1971, junto a Valeria Lynch, Rubén Rada, Horacio Fontova y Cristina Bustamante (la muchacha ojos de papel).

 

Rápidamente quedó eclipsada con las canciones de Javier Martínez, a tal punto que su disco debut, “Damas negras” (1973) es un hermoso muestrario de blues, acompañada por su pareja, Carlos Cutaia en piano, Bocón Frascino en guitarra, Emilio del Guercio en bajo y Oscar Moro en batería.

 

Con este álbum Carola se anotaba como la segunda mujer en grabar un disco en el rock argentino, disco de canciones propias (todas las letras son suyas), que hoy no ha perdido ni fuerza ni vigencia. ‘Blues una vez más’, ‘Noches de ciudad’ y ‘Avenida Libertador’ son ejemplos de blues finamente elaborados; con ‘María corazón’ desafía el machismo rockero: “Ubícate bien el coxis y entrénate lo mejor / Valorá tus buenas gambas, Isadora súper Stone / Dale duro a la matraca, al carajo lo demás…”.

 

Luego Carola intensificaría su labor teatral y la música quedó en segundo plano hasta que en 1979 salió “Rota tierra”, firmado como Ce-Ce Cutaia, junto a su compañero. Su última aventura musical fue la efímera banda Carola y Los Sobrevivientes.

 

Mirtha Defilpo fue una importante poetisa que publicó entre otros títulos: ‘Después de Darwin’ (1983), ‘Malezas’ (1985) y ‘Matices’ (1991). Algunos de sus poemas, como ‘La inasible’, se publicaron en ‘200 años de poesía argentina”, con selección y prólogo de Jorge Monteleone (Alfaguara, 2010). Falleció en 2018 a los 66 años.

 

Defilpo además tuvo un protagonismo musical importante desde 1973 hasta 1979. En el trascurso de esos seis años fue pareja musical (y en la vida) de Litto Nebbia, juntos parieron una cantidad de discos tan bellos como incomprendidos. En esos días Mirtha se convirtió en letrista, musa y fuente de inspiración de un Nebbia que supo extender los límites del formato canción.

 

Los primeras letras que Defilpo escribió son dos canciones que se publican en “Muerte en la catedral” (1973), el primer álbum que el rosarino graba con su trío (Jorge González en contrabajo y Néstor Astarita en batería), dando inicio a un rico período de exploración y búsqueda de nuevos formatos. En “Melopea” (1974), “Fuera de cielo” (1975), “Bazar de los milagros” (1976), “El vendedor de promesas” (1977) y en el disco doble “Canciones para cada uno” (1977), discos solistas de Nebbia, Mirtha aporta sus letras de suma belleza y profundidad.

 

En 1976 publicó su único disco solista, “Canciones para perdedores”. Junto a un selecto plantel de músicos que en esos días acompañaban a Nebbia (DinoSaluzzi, Manolo Juárez, Pocho Lapouble, Nestor Astarita, Daniel Homer), Mirtha cantaba sus letras musicalizadas en su mayoría por Nebbia. Defilpo no era precisamente una cantante, pero supo interpretar sus letras con cierto encanto y delicadeza.

 

Tiempo después, en su exilio mexicano, Nebbia publicó “Toda canción será plegaria”(1979), disco firmado junto a Mirtha Defilpo que contiene pistas grabadas en Buenos Aires. La despedida discográfica de Defilpo se manifiesta con creces en ‘Motivos del azul’ y en la hermosa ‘En la tierra, el sol’ donde Defilpo hace cantar: “En la tierra el sol vio escondido a un niño soñador, y al instante supo que sería desdichado, tan desolado…”

 

 

 

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