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Luciano Carballo Laveglia cumplió 30 años como arquitecto

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El arquitecto Luciano Carballo Laveglia está cumpliendo 30 años con la profesión, desde que se recibió en la Universidad de Mar del Plata. Aquí un repaso por su vida profesional con obras particulares y también algo de lo que fue su función pública en la Municipalidad.

30 años de arquitecto…

– Sí, 8 de octubre de 1990. Toda una vida, pasa que me recibí joven.

¿Te recibiste y volviste enseguida a Bolívar?

– Tenía el último final el 2 de marzo de 1990, recién había cumplido 24 años, y la última materia la di mal. No había salido mal en ninguna materia hasta ahí, ni un parcial en la carrera. La mayoría de los arquitectos dejamos las estructuras para lo último, me clavaron un 2 y me vine para Bolívar. La podía volver a dar cada uno o dos meses; pero empezaron los paros en la época de Menem. Fue un martirio estudiar 8 meses una materia, y recién la pude dar el 8 de octubre.

Con el 80 por ciento de las materias ya se podía empezar a dar clases, los profesionales podíamos, no existía entonces el tramo pedagógico obligatorio actual. Empecé a dar clases en el ex Colegio Nacional por la relación que tenía con el Cholo (Raúl De Benedet, el rector) y con Michi De la Hera también (en el Instituto Jesús Sacramentado fue profesor por 28 años). Y ahí empecé con los primeros trabajos a pesar de que todavía no tenía el título.

Siempre digo que hay que agradecerle a la gente que te ha dado una mano al inicio. Tuve dos etapas, la primera cuando recién me recibí y la post municipalidad, porque cuando yo me fui a la Secretaría de Obras Públicas cerré el estudio 8 años.

Tuve suerte para que me entregaran el título, porque en Mar del Plata, por ser una facultad chica, no se colaciona por Facultad, sino por Universidad, entonces se hacen dos o tres colaciones al año. En noviembre colacioné y me dieron el título ahí nomás, en un acto en el Teatro Auditorium.

Tengo que agradecerle a toda la gente que en estos 30 años ha pasado por el estudio, había empezado a hacer un mapa de Bolívar y marcando las obras que hice; pero debo tener más de 400 entre proyectos diseñados, ejecutados y no ejecutados. Las primeras personas que me dieron trabajo aún sin recibirme, que fueron Pancho Mastrángelo con el boliche Miró, Víctor Iparaguirre con el Restaurante Víctor, y Lupín Pereyra con La Scala, fueron tres proyectos muy visibles.

Y en la segunda etapa (reabrió el estudio el 10 de diciembre de 2003), el primero que vino a verme fue Jorge Díaz con Anahí Ortega para la remodelación de la casa. Y en las dos etapas también la familia Mariano.

Y hay dos personas que tengo que reconocer que fueron maravillosos conmigo en la etapa profesional, que cada vez que levanté el teléfono me dieron una mano, que fueron Federico Rivadeneira y al día de hoy el Flaco García, el ingeniero.

Tuviste participación en la intervención que se hizo en el parque “Las Acollaradas” durante el gobierno de Juan Carlos Reina…

– En 1993 Reina hace el concurso para el parque, y con Federico y Hernán Mansilla nos presentamos y ganamos.

Durante tu estadía en el municipio tuviste el título bloqueado…

– Claro, hoy eso no pasa porque no hay Secretaría de Obras Públicas, el Director de Planeamiento sí  tiene el título bloqueado, el de Obras Públicas no.

¿Dónde tenías el estudio al principio?

– En Alsina 200 y pico, frente a Jubilados. Y en el 2003 Heber Saraceno me alquiló este local y hace casi 18 años que estoy acá.

¿Cuál fue tu obra más importante de la primera etapa?

– Trabajé muchísimo, me gustó mucho el Restaurante Víctor, el boliche Prats.

¿Y de la segunda etapa?

– La esquina de Belgrano y Sarmiento es la más importante, como volumen, urbanísticamente, lo iluminamos de una manera distinta, retrancamos la esquina para que tuviera más espacio y movimiento peatonal.

Hay continuidad en la familia ahora…

– Sí, mi hija Pilar comenzó con arquitectura, y debo decir que no hubo incidencia mía para nada, la dejé al libre albedrío. A ella siempre le gustó el dibujo, el diseño, pensé que se iba a tirar más para el diseño gráfico o de modas; pero hizo un par de test vocacionales, uno con Graciela Piermattei en el CRUB. Le daba para ingeniería o arquitectura, estuvimos evaluando el ejercicio de la profesión entre una y otra, se inclinó para arquitectura y está muy contenta.

¿Nunca pensaste en quedarte en Mar del Plata después que te recibiste?

– No, y eso que amo Mar del Plata, es mi segunda ciudad y trato de ir al menos dos veces al año para visitar amigos. Tuve la posibilidad de irme a Buenos Aires en una época con un trabajo bastante interesante no bien me recibí. Después tuve la posibilidad de irme a España a hacer un posgrado y no fui, me recibí muy joven, a 24 años. Me hubiera gustado seguir estudiando algo más, siempre se lo digo a los chicos; pero me gustó el trabajo, la independencia económica y me quedé. Hay cosas que estoy haciendo ahora, en pandemia, hice un curso de la historia de la arquitectura que dio la Dirección Nacional de Monumentos y Patrimonio en cuarenta clases, con certificado y todo.

Angel Pesce

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