La terminal de ómnibus local presenta un aspecto francamente deprimente. El temporal del mes de Diciembre dejó un hueco en el techo que cubre los andenes de importantes dimensiones. Literalmente faltan una gran cantidad de chapas que, a pesar del tiempo transcurrido, no han sido repuestas, obligando a quienes aguardan para emprender viaje elegir los lugares donde hacerlo para no ser presas de la lluvia o del impacto del sol, según la meteorología obligue.

En el interior, el cielo raso muestra las huellas del paso implacable del tiempo. En algunos sitios sencillamente falta y en otros pide a gritos su reemplazo.

Un párrafo aparte merece los baños, al menos el de caballeros, que ha sido ya objeto de comentarios de este diario hace varios meses. De los 6 mingitorios instalados originalmente funcionan solamente 2. Tres de ellos fueron quitados quizá para su reemplazo que nunca sucedió y un cuarto está tapado por una bolsa de residuos.

Los revestimientos de las paredes parecen haber sufrido embates de algún bomberdeo y, por supuesto, es casi imposible pretender asearse las manos en los lavatorios, en algún caso por la falta de agua y, obviamente, la inexistencia absoluta de jabón y toallas de papel.

Da verdadera pena pisar la terminal, aquella que alguna vez fue un orgullo bolivarense y que siempre es una de las puertas de entrada a la ciudad. No en vano se ha instalado allí la Dirección de Turismo, en una medida por cierto acertada. Pero las autoridades deberán tomar cartas en el asunto y reparar esta no tan vieja instalación ya que no parece que requiera una inversión de alto impacto. Creemos que es una forma de recuperar, de a poco, aquella distinción de ciudad limpia que alguna vez caracterizó a Bolívar y que hoy, lamentablemente, no nos merecemos.

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