Ochenta y siete casos positivos de covid-19 el viernes en Bolívar, de un total de casi doscientas sesenta personas hisopadas.
¿Qué esperabas, que llovieran ‘pollos al spiedo sobre las poblaciones hambrientas’ (Spinetta dixit)? ¿Que a los/las indigentes de nuestra ciudad les florecieran ‘perlas’ en las manos mientras las extienden para mendigarte lo que te sobra?
Por no entrar en razones, entramos en contagio; por no entrar en vida, estamos entrando en mucho sufrimiento, y en muerte.
Es lo que nos tocó, pero también es aquella desgracia que creamos y a la que convocamos los pueblos del mundo, los argentinos y también los bolivarenses.
Arrastramos una enfermedad de siglos, y colapsamos: el egoísmo, el individualismo, el narcisismo, formaron un sismo global. La estupidez, la ignorancia, la codicia, la frivolidad, la crueldad, el apuro, el apuro… Tanto correr pa’ ponernos solitos frente a la boca del león, y ya que estábamos meter la cabeza a ver qué onda. ¿Para qué sirven tantos siglos de tecnología, ciencia, desarrollo productivo y económico, si todavía no aprendimos lo único que hay que saber?: que sólo somos en/con el otro, que solos ni siquiera somos nada, sino menos.
No es la segunda ola, ni la primera ni la tercera, a la que ya estamos llamando desde el vórtice de la segunda, son quienes sin necesidad se meten al mar y han provocado una tragedia que puede ser la última. Sí, la última. Ya ves que somos menos que una planta, así que imagináte. Se comenta que descendemos del mono, pero resultamos ser peores.
Ahora sí tocamos fondo, también los bolivarenses.
¿Seremos capaces de emerger?
Si acaso lo fuéramos, la pregunta es para qué. No cómo ni con quién, sino para qué.
¿Para qué saldríamos adelante?
¿Para qué?
¿Para qué?
Chino Castro
