Bolívar está a las puertas de sumar, por mano de la inversión privada, el mayor proyecto comercial de su historia.

En una esquina emblemática, en un punto de la ciudad que fue sin dudas la cuna misma de la actividad mercantil local, nace La Perla: una galería concebida con las ideas más avanzadas que recortará un pedazo de las grandes metrópolis para traerlo a nuestro San Carlos, que siempre quiso y puede ser una ciudad moderna, adaptada a los tiempos nuevos.

Allí donde funcionó el almacén de ramos generales Sánchez Bedatou, en el mismo vértice donde la noche bolivarense encontró refugio durante dos décadas acunando risas y amores en esa catedral laica que se llamó Loft, florece en pocos días más el primer shopping bolivarense, como matriz de un proyecto más amplio y ambicioso: colocar a Bolívar en el radar del centro de la provincia aprovechando sus ventajas de siempre y dotándola, como ciudad atractiva que ya es, de lo que le falta.

La Perla no es una propuesta más. También es un modelo a seguir y valorar. Que pone sobre la mesa de las realizaciones la importancia de la inversión privada, único motor cierto del progreso duradero de los pueblos. En esa línea es importante destacar que, ya en marcha, el emprendimiento requerirá la incorporación de más de 100 empleados permanentes, casi todos ellos bolivarenses que encontrarán allí su lugar de trabajo digno, esperanzador. Un dato, simplemente, de los muchos otros que podrían mencionarse y que desembocan en la misma valoración positiva que le cabe al riesgo privado como posibilitador casi exclusivo de bienestar.

Faltan pocos días para que se abran las puertas y las principales marcas se instalen en Brown y Sarmiento inaugurando un paseo de compras que, además y especialmente, construirá un escalón imprescindible hacia el futuro. Celebramos que así sea.