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viernes, 29 de marzo de 2024
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La forestación, entre el negocio y una cuestión de cultura

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Paula Ferrere, ingeniera forestal de INTA 9 de Julio habló del sistema Silvopastoril y la recomendable interacción entre la producción ganadera y la forestación.

Ella contó que “es una nueva alternativa productiva en la que no sólo se incorpora el árbol sino la actividad forestal, y esto en una visión amplia no sólo tiene que ver con el tema económico, sino también hace más hincapié en la sustentabilidad ambiental. Los sistemas ganaderos son emisores de metano, y hay una equivalencia entre el metano que generan los animales y el dióxido de carbono que se encuentra en las plantas. Incorporando la forestación podemos llegar a pensar en una ganadería carbono neutro, que cada vez más están pidiendo los mercados internacionales”.

¿Por qué hoy no hay tanta forestación?

– Hace años que nos venimos planteando eso. Desde el punto de vista ganadero o agricultor, se puede pensar en que los ciclos terminados que ellos producen son más cortos, entonces para qué embarcarse en una forestación. Desde el otro lado yo lo veo distinto, por qué no hacen forestación a la par, tenemos turnos de corta que en ninguna parte del planeta existen, podemos hablar de 10 a 20 años. Tenemos el mercado cerca, los puertos cerca, el tren, las rutas, es una gran disyuntiva.

Y muchas veces las plantas hasta son gratis…

– Hay un sistema de incentivo a nivel provincial que te regala el plantín, lo tenés que ir a buscar a La Plata; y la Ley Nacional que te da un monto de entre 23 y 32 mil pesos por hectárea, más la exención del impuesto inmobiliario del lote afectado a la forestación, es como todo un negocio redondo. Las grandes empresas ya lo empiezan a ver y en los últimos diez o quince años algunas establecen montes; pero al productor de tierra adentro le cuesta mucho más ver el negocio.

¿Es un tema cultural?

– Es cultural, estamos acostumbrados a una visión muy cortoplacista. Lo que nos cuesta a los forestales es vender el negocio completo.

¿Esto del Amazonas no les puede haber jugado a favor?

– Pasa que lo del Amazonas en el momento es una cuestión afectiva, y la realidad es que lo del Amazonas es muy grave y no se puede equiparar ni recuperar con una plantación. Lo que se perdió es biodiversidad de toda la vida ahí, no lo vamos a recuperar plantando un fresno o un sauce acá. Pero incorporar una cortina de álamos, una cortina de sauces, hay un montón de especies, los eucaliptus crecen más acá que en Australia, que es su lugar de origen natural.

Hay zonas de la provincia de Buenos Aires que tienen características o aptitudes para una cierta especie forestal que uno se pregunta por qué la gente no los planta. También es una cuestión de cadena, cuando uno grande se anima genera un efecto contagio.

El productor tambero pone gasebos en lugar de plantar un árbol para darle sombra a los animales…

– A veces lo que pasa es que los árboles requieren de un cuidado mínimo en los primeros dos años hasta que la planta se establece, y el trabajador rural no está familiarizado con el establecimiento de un monte o con el cuidado de una planta, entonces es más fácil poner el gasebo. El cuidado intensivo de un año son los primeros dos años, después una poda y ya está.

Cuando la gente se mudó del campo a la ciudad posiblemente dejó de forestar; pero posiblemente esta falta de cultura forestal date de más atrás…

– Nací en el campo, viví muchos años en el campo, y entre 1986 y 1987, que fue la última gran inundación que tuvimos en 9 de Julio, la gente se fue del campo, y hay un poco de eso, el apego que tenía el trabajador rural hoy en día no lo tiene, pasa con el monte de acacias, con el de fruta, con la huerta.

En cualquier parte del mundo uno tiene un pedazo de tierra, con la productividad que tienen nuestras tierras, y no concibe no tener un animal o un monte. Para la apicultura la forestación es fundamental, ayuda por el reparo directo, la oferta floral, por tener un ambiente mucho más natural, y nos sigue costando incorporarla.

¿Notaste interés en la charla?

– La verdad que me sorprendió muy gratamente la gente interesada que incluso preguntó mucho. Un poco de eso nos está pasando en el INTA, que va gente y pregunta por el tema del subsidio que empieza a sonar un poco.

¿Ustedes apuntan al productor joven o a cualquiera?

– Un productor de 60 ó 65 años en 15 años puede cortar la planta, por qué no pensar en él.

Hay una dificultad que es que muchos campos se alquilan, y por ahí el inquilino no quiere convivir con un monte nuevo…

– Eso también sin dudas que influye. Pero todo lo que es ganadero, que sigue siendo trabajado por sus propios dueños, puede tener un espacio para la forestación e incorporar un poco de valor a la producción. Un verano o un invierno con temperaturas extremas nos repercute en la producción de carne, y el monte ayuda. Pasa que en época de vacas gordas no se ve, y cuando hay que hilar más fino por ahí está la posibilidad.

¿Hay algún caso testigo que se pueda tomar como experiencia?

– Hay muchos casos, en Alberti y Morse hay emprendimientos muy grandes, si tienen el negocio ahí es porque plata no están perdiendo, y son campos que al lado tienen maíz, no es que son campos marginados. Muchos me preguntan si pueden plantar en los bajos, y la verdad es que si los bajos no son para la ganadería ni para la agricultura, tampoco son para la forestación.

Tengo ensayos en la Escuela Inchausti, en Tandil, en Jáuregui, en toda la zona de Chacabuco, es una movida muy grande que se está armando en lugares puntuales de gente que lo ve como un negocio y tiene los números para hacerlo.

¿Cuáles son las especies más recomendadas y para qué fines?

– Uno siempre piensa en madera de calidad, un roble; pero tiene una tasa de crecimiento muy lento. Un álamo bien podado, bien raleado, que uno puede hacer un mueble de mayor valor terminado. En 15 años podemos tener un árbol de 40 ó 45 centímetros que son los que buscan las empresas para aserrado. Es muy fácil hacer una forestación, yo tengo varias hectáreas plantadas a mano, es cuestión de ponerse, dedicarse a eso.

¿Cuántas hectáreas hay que dedicarle a la forestación para que sea rentable?

– Para abastecer un aserradero chico necesito 30 hectáreas, para uno grande 300 hectáreas. Hay que empezar de a poco, una, dos, cinco hectáreas, y que muchos productores se junten y todos los años lo mantengan.

¿Los municipios no apuntan a esto?

– En 9 de Julio se hizo un estudio de la superficie peri urbana y llegamos entre 2.500 y 5.000 hectáreas en las que no se pueden aplicar agroquímicos, y es una zona idea para hacer forestación. La gente tiene el lote parado y ahí y no hace nada, y la pregunta siempre es por qué. Si lo quiere vender como un negocio inmobiliario, ya lo vende parquizado o con madera implantada.

Los municipios sería bueno que ayuden desde el punto de vista de que si se va a instalar un aserradero, que apoyen. El miedo del productor es no invertir porque nadie le va a comprar la madera, sería una manera de que la gente empiece a verlo por ese lado.

¿La educación no tendría que ayudar? Mucho se escucha hablar de reciclado pero poco de forestación…

– También, siempre hacemos alguna charla esporádica en las escuelas; pero nos cuesta salir a las escuelas y a todos los espacios educativos para plantear este tema de la forestación.

                   Angel Pesce

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