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viernes, 29 de marzo de 2024
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San Carlos de Bolívar

La casa chorizo

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Sí hablamos de Bolívar y sus sitios no podemos dejar de lado en esta columna las denominadas casas chorizos, viviendas de nuestra ciudad al día de hoy todavía están en pie. Algunas originales y otras con las modificaciones adecuadas a estos tiempos modernos.

Durante mi infancia y parte de mi adolescencia concurrí a muchas de estas casas, de hecho, mi casa paterna era una casa chorizo reformada.

Este tipo de vivienda fue exportada a nuestro país más que nada por los italianos, por lo se denominó arquitectura “italianizante”, y el origen estuvo en lo que se conocía como casa romana con un patio central ya que los terrenos eran más anchos y eran construcciones de familias más acomodadas económicamente.

Al transpolar a nuestras ciudades, los constructores se encontraron con terrenos que tenían no más de 10 mts. de frente y ahí tuvieron que “cortar” por la mitad la casa central y se transformó en la casa chorizo.

El nombre viene de la sucesión de habitaciones como una tira de chorizos.

Estas viviendas se comenzaron a construir entre los años 1890 a 1930 con la gran ola inmigratoria. y a pesar de la época, todavía no se había despertado la revolución industrial, tenían medidas que se asemejaban a una producción en serie.

Las habitaciones de 4 mts x 4 mts, las alturas de techos de 3.5 o 4 mts. La puerta cancel de 2 hojas. Las puertas interiores dos hojas de 0.60 cada una, con altura de 3 mts y banderola de 0.60 por encima, con vidrio.

Es así que la misma tipología, que se fue modernizando y adaptando a diferentes necesidades a través del tiempo y que tanto ha caracterizado a nuestras ciudades, aún hoy se conserva en uso. Este modelo de vivienda tiene la particularidad de ser denominada como “la arquitectura sin arquitectos”. Los inmuebles de este tipo siempre estuvieron en manos de albañiles o constructores que copiaron estos modelos edilicios, aunque cada uno le agregó su toque personal.

El acceso a esta casa se daba a través de un zaguán, que contaba con la inconfundible puerta cancel que lo separaba del vestíbulo. El mismo servía como distribuidor de los ambientes principales, quedando separado del patio por una gran mampara en forma de vitreaux. Otra de las características más comunes es que sus habitaciones carecían casi en su totalidad de ventanas, salvo los ambientes que daban a la calle.

Por lo general las puertas contaban en la parte superior con una banderola, elemento de gran practicidad para la ventilación de los locales. En el más común de los casos disponía de puertas intermedias que comunicaban entre sí a los diferentes ambientes y formaban una circulación interior. Todo esto, a su vez, le quitaba la privacidad necesaria y hacía del lugar un espacio algo promiscuo, aunque las condiciones a pesar de todo fuesen óptimas si se comparan con la verdadera promiscuidad de los conventillos.

Entre el patio principal y el del fondo se ubicaban los servicios: baño, cocina, despensa, y un pasillo, que anexaba al patio principal con el de servicio. Las habitaciones que daban al frente habitualmente servían como sala de recepción y habitación principal. Eran las de mayor dimensión y sus alturas resultaban espléndidas, llegando hasta los cinco metros, mientras que en los servicios las distancias eran más reducidas.

La galería agrupaba todas estas habitaciones, que con los años se fue aggiornado y pasaron a cubrirse con ventanales tipo vitraux y se convirtieron en el estar de la casa, un tanto angosto. Hoy nos podemos dar cuenta de ese pasado porque todavía vemos las aberturas que tiene umbral cuando son interiores.

El frente de la vivienda podía estar sobre la línea municipal o en variados casos retirado de ésta.

Jardín y limonero al frente, patio e higuera al fondo, y tal vez un gallinero.

 Siempre quedaba marcada la relación exterior-interior como algo demasiado resumido, dejando como idea que la casa era más vivida hacia el interior: su fachada actuaba como un telón, sin dejar vislumbrar lo que pasaba adentro.

Era común vestir los frentes según las usanzas en boga. Por ejemplo, durante el siglo diecinueve las más características, eran las fachadas italianizantes, mientras que ya entrados en el siglo veinte empezaron a ser remplazadas por atuendos art Nouveau o art decó.

Como corolario, reproducimos un fragmento de Casa tomada, de Julio Cortázar: “Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua -hoy que las cosas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales- guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia (…) Nos moriríamos allí algún día…”

Y como dice el poema “quien levantara sus ojos para dar gracias…por la ingenua cuadratura de sus calles, por el invierno sensual en las canceles, por la insólita tibieza de las viejas casas…”

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