¿Qué balance hacés sobre esta octava edición del “Leonardo Favio”?
Nadia Marchione, organizadora: -Fue muy intensa. Hubo muchas cosas en sólo una semana, que eso es lo que en principio rescato: muchas proyecciones y actividades, muchas visitas y experiencias. Fue muy bueno el acompañamiento de las escuelas, el del público, el poder llevar el festival al CRUB, al penal de Urdampilleta.
“SE ABRE UN CAMINO”
Incluir nuevas sedes fue una novedad, con lo que supongo van a continuar.
-Sí, porque poder llevar a Urdampilleta contenidos del festival, y que hayan acompañado esas proyecciones los propios hacedores, entiendo que es muy positivo. (Fue el caso de la película Delfín -rodada el Junín-, con la presencia del niño protagonista, Valentino Catania.) Articulamos con el cine móvil de provincia, que llevó la mejor calidad de sonido y técnica. Lo mismo en el penal de la localidad. Si bien con el programa Cine en Cárceles habíamos ido varias veces, esta vez creo que resultó muy provechoso e interesante concurrir con la ganadora del año pasado del festival (El motoarrebatador), con el director (Agustín Toscano) en charla con los internos, con el apoyo de la directora de Políticas Institucionales del Servicio Penitenciario Bonaerense. Creo que se abre un camino, en el sentido de hacer que el acceso a la cultura sea realmente amplio. En el CRUB hubo mucho público también. Proyectamos Las Facultades un día que había clases, les quedaba a los estudiantes la sala a mano y para ver una obra que habla de ellos, del ámbito en el que se mueven cotidianamente.
UN PUENTE HACIA DISTINTAS REALIDADES
Hubo quizá más espectadores que en otras ediciones, lo cual habla de que el festival se consolida. Y hubo muchos y muchas que concurren desde el principio, lo que también es positivo porque revela que hay ya una base de público fidelizado. Más allá de los discursos, al festival se lo defiende concurriendo a ver sus películas.
-Totalmente. Y a eso ayuda ser plurales en lo temático, que eso es lo que tratamos de hacer. Sobre todo con los documentales podés diversificar las temáticas, y de ese modo ganás público. A Método Livingston fueron a verla al CRUB muchos arquitectos, que quizá no sean cinéfilos y no asistan habitualmente al festival. Pasamos un documental sobre ciclismo, que fue acompañado por integrantes de la Escuela de ciclismo.
Desde la perspectiva de los derechos humanos, fue valioso haber proyectado el documental sobre Jorge Julio López, con la presencia de su hijo Ruben.
-Con el área Derechos Humanos trabajamos mucho. Con la programación de documentales, invitando a las escuelas, analizando a qué público dirigir las convocatorias. Estuvo Magalí Nieva presentando Con nombre de flor, ella es representante del Archivo de la Memoria Trans. Fue una de las visitas más conmovedoras que hemos tenido este año. Se generan muchos puentes hacia distintas realidades, y me parece que el cine es eso también, una ventana en ese sentido.
La grilla 2019 de la propuesta organizada por el municipio y desplegada en el Avenida entre el 17 y el 24 de agosto, incluyó las producciones de los realizadores bolivarenses, básicamente de cortometrajes -algunos, fueron estrenados en este festival-, lo que también representa un punto a destacar. “La posibilidad de exhibir esos materiales en el Cine durante el año siempre está, pero es diferente en el marco del festival, porque ahí los hacedores locales pueden intercambiar con colegas de otros sitios, gente que hace lo mismo”, destacó la coordinadora del Avenida, una de las programadoras del festival creado por el hoy concejal Pablo Bucca y cabeza organizativa.
Finalmente, Marchione puso de relieve la inclusión de muchos cortos en la reciente edición, un formato que tiene poca cabida en los cines y mucha en nichos televisivos como el canal I-Sat.
La imagen que acompaña esta entrevista es de Baldío, el largometraje póstumo de la actriz Mónica Galán, elegido como el mejor por el jurado, ganador del Pañuelo de Oro 2019.
