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jueves, 25 de abril de 2024
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Incansable tarea de los colaboradores del comedor “San Francisco de Asís”

El Hogar cumple 23 años de solidaridad con las personas sin recursos.

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La labor del Hogar “San Francisco de Asís”, ubicado en el corazón del barrio Villa Diamante, se contabiliza en datos, números. El de las familias y las personas que atienden diariamente, el de sus voluntarios, trabajadores y el de las ayudas económicas y materiales que reciben de la comunidad en general. Pero sobre todo su labor se mide en solidaridad, humanidad y conciencia, la que llevan demostrando incansables 23 años.

El comedor comenzó a funcionar el 3 de marzo del año 2000 en la calle Balcarce y al poco tiempo, cuando inauguraron el Centro Complementario del barrio Villa Diamante, se instaló al lado de la Capilla. En la actualidad los días sábados son treinta los niños que van a comer. También desde el comedor ayudan a muchas familias con ropa, mercadería, útiles, cosas de bazar y muebles.

Juan Luis Álvarez, es referente y uno de los colaboradores que está desde el inicio del comedor. En diálogo con La Mañana contó la historia y dijo “en el primer tiempo ayudábamos a gente adulta, les dábamos el almuerzo de lunes a sábado y hemos tenido distintas etapas, porque después sumamos el almuerzo de los chicos los días sábados. Hay chicos que almuerzan de lunes a viernes en el Centro Complementario y los sábados en el comedor; hoy no son tantos pero para algunos hay”.

“Durante y después de la Pandemia nos enfocamos más en los chicos y jóvenes, en que tengan todo para la escuela, en hacer de intermediarios para que tengan los útiles, acceso a internet, que sí bien el estado provee siempre hace falta más. Lo que el estado provee se entrega todo en la capilla, entonces nosotros vemos las familias que más necesitan y reforzamos lo que el estado le da y nos hemos ocupado fundamentalmente de acompañar a los chicos, de que no abandonen la escuela, de que estén acompañados y contenidos”.

Más allá de los niños que van a almorzar el sábado ustedes ayudan constantemente a las familias del barrio…
-Sí. Por eso hablo de etapas, porque no solo son los chicos que van a comer. Ayudamos de muchas formas. Uno no se imagina por ejemplo que hay gente que se presta los cubiertos para comer o que no tienen una silla en donde sentarse y comen sentados en un tacho de veinte litros, por ejemplo. Nosotros con el tiempo hemos ido aprendiendo a ver eso y entonces recibimos todo, la gente nos dona de todo, desde un cubierto hasta una cama y hay muchísimas familias que ayudamos con eso. Con la violencia doméstica durante la Pandemia ayudamos a seis chicas que se tuvieron que armar la casa, porque se tuvieron que ir a vivir a otro lado. Entregamos en el invierno diez salamandras que nos donó Blanco y tenemos otro chico que las restaura, entonces las fuimos colocando en familias que no tenían con que calefaccionarse y cuando mi hijo Sebastián estaba acá se encargaba de conseguir y de distribuir la leña en la época de invierno. Son muchísimas las familias que ayudamos indirectamente y que no van a comer.

El comedor ya es conocido en la comunidad ¿reciben muchas donaciones?
-La verdad es impresionante el aporte de la comunidad. Nosotros tratamos de hacerlo todo transparente para que la gente no dude adónde van sus donaciones. Tenemos como practica por ejemplo sacar todos los días un changuito a la puerta y ponemos bolsitas que armamos todas las noches con el pan, facturas, bizcochos que nos donan tres panaderías de Bolívar cuando están oreados, también tuvimos donaciones de ciruelas, zapallos y otras cosas, entonces nosotros lo embolsamos y lo ponemos en el chango y la gente se acostumbró a llevarse la bolsita que necesita. En agosto hicimos una compra de veinte rollos de bolsitas de arranque y a fin de año ya no teníamos más, eso significa que entregamos entre agosto y diciembre diez mil bolsitas a través del chango. Uno toma dimensión de lo que recibe y de lo que se da cuando sacas la cuenta de estas cosas porque en el día a día ni lo pensas.

¿Han hecho reformas en el comedor?
-Durante la Pandemia dividimos el salón principal e hicimos un lugar con juegos, que tiene una mesa de ping pong, el metegol, un montón de juegos, pelotas y los chicos van y juegan y se entretienen y sobre todo están contenidos.

Brindar este tipo de espacios de contención a chicos que no tienen acceso a muchas cosas es muy importante…
-Esta semana nos pasó algo hermoso. Un chico que iba a comer al comedor está jugando en Argentino Juniors. Tiene doce años y vive en la pensión del club y estos días estuvo en Bolívar y se acercó al comedor a comer y compartir sus experiencias con los amigos que siguen concurriendo. Fue muy emocionante y muy bueno también para los otros chicos. Fue una alegría que pudiera estar y contarles a los otros chicos un poco su experiencia, su vida en otro lugar y el mensaje de que ellos también pueden.

¿Volvieron a hacer la celebración del Día de Reyes?
Por sexto año consecutivo realizamos la celebración y este año se recibieron, se reciclaron y restauraron trescientos juguetes que fue lo que se repartió y ciento cincuenta bolsitas que se armaron con golosinas para los más chicos y para los más grandecitos las armamos con las gaseosas que nos donó un muchacho que trabaja en Techint. Es insólito como nos llegan las cosas, porque este chico juntaba las gaseosas que les dan en el almuerzo y que no tomaban los compañeros y nos donó sesenta. Entonces armamos para los más grandecitos una bolsita con una gorra o una riñonera y la gaseosa. En total entregamos cuatrocientos cincuenta regalos. También celebramos la Navidad y a las familias de los chicos que van a comer les preparamos algunas cositas que hicieron las chicas por ejemplo budines caseros, turrones turcos, todo con mercadería que teníamos y con algunos agregados más con cosas especialmente pensadas para los chicos.

Dijiste que reciclaron y restauraron trescientos juguetes ¿quiénes son los encargados de esa labor?
-Es muchísima la gente que trabaja y esta tarea la hacen las chicas durante todo el año. Son muchos los que van y hacen tareas concretas que no figuran en ningún lado o que no se los registra como parte el comedor, porque son colaboradores silenciosos. Celebramos fin de año treinta y cinco personas y somos esos los que estamos y uno hace una cosa, otros hacen otras y así funcionamos.

¿Reciben algún subsidio del Estado o de la Iglesia o solo disponen de las donaciones de la gente?
-No recibimos ningún subsidio. Nosotros hacemos todo con donaciones de la gente y con lo que se recolecta con la feria que hacemos todos los viernes en el comedor, que son cosas donadas que nos encargamos de lavar, cocer y poner en condiciones para que se pueda vender. Tenemos mucha gente que trabaja para el comedor desde su casa, tenemos a Bebe y Cristina que son colaboradoras que con telas y la ropa que no se usa reciclan y hacen almohadas y almohadones. También está Coca Herrero que hace artesanías y hace maravillas con todo lo que le llevan las chicas. Hay mucha gente que hace cosas desde la casa.

Todos los años a principio de año juntan útiles para los chicos del barrio. ¿Ya comenzaron este año a recibir?
-Siempre vamos juntando y el año pasado entregamos puntualmente a las familias que necesitaban útiles porque nosotros conocemos mucho a las familias y les entregamos a los que realmente necesitan y guardamos para darles refuerzo durante el año. El año pasado por ejemplo armamos kits abundantes para primaria y secundaria y los pusimos a la venta por cien pesos, entonces los que necesitaban podían ir y comprarse ese kit por un precio muy económico. Nosotros compramos a mayoristas y siempre tenemos disponible para los que necesitan. Aquellos que tengan útiles para donar los pueden traer a San Martín 144 y a partir de febrero los días viernes y sábados los pueden llevar al comedor, porque las chicas ya empezaron a restaurar y a armar los kits.

¿Sigue dando alojamiento a hombres que no tienen vivienda?
-Sí. En este momento estamos alojando a dos hombres. Construimos tres dormis individuales que son para hombres y que generalmente están ocupados. La idea es que estén un tiempo y se vayan, hacemos un contrato por seis meses renovable porque la idea es que no sea algo eterno y tratamos de ayudarlos a que consigan trabajo.

¿Cuáles son los proyectos a futuro?
-Ahora por ejemplo estamos con un grupo grande de maestras que están armando la biblioteca, la ludoteca y el salón con internet que ya casi lo tenemos prácticamente terminado, nos falta muy poquito para que comience a funcionar este año. Internet está pasando por la puerta, asique lo vamos a contratar ni bien arranquemos para que las familias que lo necesiten puedan utilizarlo. Armamos cuatro computadoras para que tengan acceso para hacer tareas escolares o lo que necesiten, porque no hay muchas casas que cuenten con internet y mucho menos computadoras. A raíz de lo que sucedió en Pandemia nos pareció que tener esto es una muy buena alternativa, principalmente para los chicos.

En búsqueda de la campana para la Capilla

Juan Álvarez también es diácono y contó que la Capilla que también es parte de la tarea del comedor este año cumple sesenta años y que el grupo comunitario está abocado a reponer la campana que hace muchos años se robaron. La idea es colocarla en el mes de octubre en ocasión del aniversario. 

Las puertas abiertas para conocer el comedor

Juan invitó a la comunidad a que se acerquen y conozcan las instalaciones y la labor que se realiza en el comedor, porque considera que es importante que todos vean lo que se hace y como funciona. Además, todos aquellos que quieran colaborar pueden hacerlo comprando en la feria los días viernes o con trabajo que siempre se necesita y es bien recibido.

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