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Héroes de Malvinas: la historia narrada por sus protagonistas

Guillermo Pérez participó de la recuperación de las Islas y del arrío de la Bandera inglesa.

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En el marco de la exposición, más precisamente en el salón Las Marcas, se ha montado una exhibición de material bélico, recortes periodísticos y otros elementos evocativos de la gesta de Malvinas. Vino a la Rural de la mano de un grupo de ex combatientes entrerrianos que, además de aportar estos elementos ilustrativos se transforman ellos mismos en un recorte de nuestra propia historia.

Dialogamos con Guillermo Pérez, hombre que perteneció como cabo primero a la Armada Argentina y que fue protagonista nada menos que del desembarco en Malvinas junto al comandante Giachino. Integró el reducido grupo de soldados que tuvieron a su cargo la toma de las islas, el arrío de la bandera británica y su reemplazo por la enseña nacional.

Con indisimulada emoción y una humildad que no le permite sentirse héroe, relató a este medio sus vivencias aportando precisiones históricas no suficientemente conocidas.

“Estuve embarcado en el ARA Santísima Trinidad. Nosotros fuimos los que recuperamos Malvinas. Participamos de la Operación Rosario. Salimos de puerto el 28 de marzo y llegamos a la zona de Malvinas el 1 de abril. Ese día nos informaron que los tres buques que íbamos navegando, el Cabo San Antonio, el Almirante Irízar y el destructor Santísima Trinidad, iban a recuperar las islas. En ese momento nos enteramos hacia dónde íbamos y a los que íbamos en el Santísima Trinidad nos dijeron que seríamos los primeros en desembarcar. Fue una noticia difícil de aceptar, pero pasado el stress del momento tomamos conciencia. Desde el barco ya veíamos las islas en el horizonte, nos preparamos. Llevábamos 84 infantes de marina pertenecientes al Grupo Comando a bordo”.

“El Santísima Trinidad era un barco nuevo. Recién había llegado de Inglaterra (donde lo construyeron) y lo estábamos probando. Durante todo el año 1981 estuvimos trabajando con los ingleses porque el Santísima Trinidad es gemelo del Sheffield, así que estábamos junto a ellos, atracábamos juntos. Los dos barcos tenían exactamente la misma tecnología y equipamiento”.

Remarcamos junto al entrevistado la paradoja histórica que le tocó vivir y le consultamos si esta última situación descripta significó una ventaja para las fuerzas nacionales.

“Si, fue una gran ventaja. Lo lamentable es que éramos el único buque; pero fue una ventaja y nos dio un margen de confianza en el sistema importante. A las 9 de la noche del 1 de abril -continúa su relato Pérez-, cuando estábamos a unos 6 kilómetros de Malvinas, nos dieron la orden de bajar los botes de goma para que descendieran los infantes que llegaron a la costa a las 11 de la noche. Giachino con un grupo van hacia la casa del gobernador y otro grupo va hacia el cuartel de la Rayal Navy, donde estaban alojados los soldados ingleses. La orden -muy difícil de cumplir- era no disparar a matar. Había que tirar hacia arriba, hacia abajo, producir mucho ruido pero no ocasionar bajas ni daños innecesarios en los edificios. En realidad nosotros fuimos a las islas por cinco días de combate. Eso es lo que nos dijeron. Nuestra misión era arriar la bandera británica, izar la nuestra y defender esa posición al menos durante 3 días. Interrumpir los casi 150 años de la bandera inglesa flameando en Malvinas. Esa misión la cumplimos. La idea era poder negociar luego en forma diplomática 150 años más. No teníamos que matar a nadie porque después de cumplir la misión nos alejaríamos de la costa dejando en Malvinas a un pequeño grupo de soldados. Seguramente los ingleses iban a llegar, iba a haber un “retiro dehonor” y como nosotros no matábamos a ninguno de ellos tampoco los ingleses lo iban a hacer con nosotros”.

¿Qué pasó después, por qué se desvirtuó esa estrategia? Usted nos está narrando un episodio no suficientemente conocido de la historia…

“Sin dudas que se desvirtuó y claro que no está muy difundida esta verdad. Fue un éxito tan grande nuestra misión que a las 10 de la mañana ya habíamos recuperado todas las islas y el pueblo se prebiscitó convocándose en forma espontánea en la plaza de Mayo. Fue un apoyo tan grande que, en mi opinión, provocó que el presidente de facto de ese momento haya tenido miedo de decir cuál era la verdadera misión. Era un gobierno militar y seguramente le resultó muy difícil decir la verdad. La estrategia era muy buena y hubiese sido un acto de heroísmo muy grande teniendo que lamentar solamente dos vidas, la del capitán Giachino, a quien mataron al romper la puerta de la casa del gobernador porque los ingleses dispararon a matar, y un submarinista que murió en Georgias”.

¿Cómo evoca hoy aquellos episodios?¿Cuál es la sensación que predomina en su espíritu?

“Con mucho orgullo. Me siento muy orgulloso de ser parte de la historia, pero fui parte de la gente que arrió la bandera inglesa, formé parte de ese momento, hoy recién me doy cuenta de lo que significó”.

Guillermo no se siente un héroe. Lo dice con la sinceridad a flor de piel y abraza para la foto a sus compañeros de lucha, todos de Concepción de Uruguay, Entre Ríos, desde donde salieron un día siendo muy jóvenes para retornar un día con angustias y dolores en el alma sólo saneados por haber teñido, allá lejos, de azul y blanco sus corazones.

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